Las señales y desgracias del fin del mundo

Tercera y penúltima parte de una serie basada en el análisis del capítulo 24 del Evangelio según San Mateo. Solo Cristo le da verdadero sentido al presente y al futuro de nuestra existencia.

29 DE SEPTIEMBRE DE 2013 · 22:00

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Hasta aquí vimos las profecías de Jesucristo cumplidas con la destrucción del templo judío, por forma y contenido el más bello edificio de culto jamás construido por el hombre; y la de la hermosa y antiquísima Jerusalén, la amurallada ciudad sobre la que más se ha escrito y aún se escribirá (1). Aquel infernal espectáculo del fuego devorando edificios y vidas también fue espantoso a los ojos de experimentados guerreros. La ‘ciudad de paz’ que un general romano trató de salvar -pues tenía suficiente poder y autoridad para tomarla sin necesidad de destruirla - sin embargo fue quemada y reducida a escombros. Nadie lo pudo evitar, pues Jesucristo ya había profetizado que así ocurriría. Las imágenes de esta tremenda retribución a la rebeldía del pueblo escogido; habían calado muy hondo en el corazón de quien había venido a buscar y salvar lo que se había perdido (2). Un profundo dolor le atravesó su corazón al comprobar la tozudez de los líderes judíos; que, lejos de arrepentirse al oír el mensaje de salvación, se complotarían para matar al mensajero. Por eso Jesús lloró frente a Jerusalén como hemos visto anteriormente (3). En este tercer y último tramo de la serie analizaremos las señales que el Señor anticipó a sus seguidores, para ser recordadas mientras vivieran. Lo haremos en nueve párrafos, comenzando ya con el primero: I. “MIRAD QUE NADIE OS ENGAÑE… Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo:Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.”(4) No se conoce de alguien que haya despertado más sentimientos opuestos en toda la historia de la humanidad que el Mesías prometido a Israel. Desde los que le siguen con un amor incondicional por saber que es Verdad y Vida, aunque por ello deban llegar al martirio, hasta los que le tienen un odio tal que los mueve al denuesto, la discriminación, la persecución y el genocidio de sus seguidores (5); sin olvidar a los que se encojen de hombros cuando oyen Su nombre, ni a los oportunistas que acechan día y noche a los emocionalmente inestables hasta seducirlos, lavarles el cerebro, transformarlos en mercancía y lucrar despiadadamente con ellos (6). En los últimos años han surgido falsos cristos por todas partes, engañando a miles de desprevenidos(7). Para esos buitres el púlpito ya es anacrónico; ahora se mueven a sus anchas en el ciberespacio y además pueden rapiñar fortunas. La comparación que del pastor y las ovejas hace el Señor nunca ha sido más elocuente que ahora. Por todas partes brotan falsos pastores que tratan de engañar aún a las ovejas que pertenecen al Pastor de pastores (8). El engaño es una realidad, en todos los órdenes. Los engañadores existen y también las multitudes que van detrás de ellos; como las ratas de Hamelin iban detrás del flautista encantador, o como la juventud de hoy va detrás de las súper bandas de música. Abundan libros de psicología social con ‘exitosas recetas’ para padres desorientados que los compran como a pan caliente. Pero pocos descubren dónde está el engaño y se libran de ser sus esclavos. Son más los que dicen resignadamente: esto es lo que hay; rechazando las profecías y obra de Jesucristo. II. “Y OIRÉIS DE GUERRAS Y RUMORES DE GUERRAS; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.”(9) Las dos guerras mundiales que azotaron a la Humanidad han quedado atrás en el tiempo. No hay sobrevivientes de la Primera. Entre los pocos testigos de la Segunda que aún viven están los que vieron morir a sus abuelos, padres, hermanos, parientes, amigos y a otra mucha gente. La Tercera Guerra Mundial no es ficción; se viene hablando de ella desde que muchos Estados comenzaron a competir para entrar en el Club de los dueños del uranio enriquecido. Hay tantas ojivas nucleares en los depósitos subterráneos de esos países como para destruir varias veces el planeta (como si con una sola vez no bastase) (10). Los que buscamos y seguimos la paz(11) no dejamos de alentar a otros a sumarse para peticionar a los líderes mundiales por el desarme nuclear, y por la reconversión del dinero destinado a la guerra para aplicarlo en programas de ayuda para que los más pobres mejoren su calidad de vida por medios pacíficos (12). Algunos de los que trabajamos por la paz sabemos que nuestra acción no va a cambiar el fondo de la cuestión; pero también que ella sirve para crear conciencia acerca de Jesucristo en los que están dispuestos al diálogo. Compartimos con ellos lo que Jesucristo profetizó e hizo veinte siglos atrás. Desde entonces, ocurrieron numerosas guerras, cayeron poderosos imperios, el mapa geopolítico del mundo cambió varias veces, nacieron fuertes nacionalismos y distintos fundamentalismos que siembran su odio en el planeta con el terrorismo. Nuestra denuncia del pecado no olvida lo que el Señor dijo claramente: es necesario que todo esto acontezca. ¿Por qué Dios permite todo este mal? Esto es lo que muchos cuestionan; son los mismos que no están dispuestos a aceptar una respuesta por creíble que fuera. No la ven implícita en la frase de Jesús: pero aún no es el fin. Ignoran que el Evangelio se basa en la Gracia de Dios que brinda al pecador oportunidades para arrepentirse de sus pecados, volverse de sus caminos de vanidad y codicia y comenzar una nueva andadura. Por eso mismo ignoran que hay un límite para apropiarse de esa gracia, que el Señor llama aquí ‘el fin’. Después vendrá el día en que comparecerán delante del Señor de señores, y no podrán aducir que no fueron advertidos. Todas esas desgracias son señales que anuncian la proximidad del fin. Por esa razón, a la ansiedad de sus discípulos Jesús responde: mirad que no os turbéis; lo dicepara infundir la calma que disipa toda duda. Para el que cree esas señales generan esperanza y confianza en el Señor de señores. Solo Él puede quitarnos el temor a las desgracias que se multiplican a nuestro alrededor y la desazón que produce el hecho de saber que muchas son evitables y ver que, a pesar de ello, sucedan. Sin embargo, mucho mejor que mirar los males que nos rodean es fijar nuestros ojos en Jesucristo, el Príncipe de Paz (13). Conozco a muchas personas que imitan al avestruz que huye del peligro y oculta su cabeza en un hoyo. Esas personas construyen defensas mentales convencidas que así evitarán que ocurra aquello que temen. “Ojos que no ven corazón que no siente” es el lema de los que niegan el peligro. “A los gustos hay que dárselos en vida”, dicen los hedonistas que no creen en el futuro; menos si se los pintan sombrío. Reconocen sin empacho no tener esperanza en nada ni en nadie; han decidido que el mañana no existe; viven siempre en un continuo hoy. A ellos debemos anunciarles que ‘hoy es el día de salvación’ (14), porque no sabemos si hoy no es nuestro último día. Por causa de aquellos, los seguidores de Jesucristo llegamos a ser blanco de las burlas de los escépticos y del ‘acusador de los hermanos’ en razón de nuestra esperanza de gloria (15). III. “SE LEVANTARÁ NACIÓN CONTRA NACIÓN, Y REINO CONTRA REINO; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.”(16) En nuestros días se puede acceder rápidamente a una abundante información sobre conflictos entre las naciones, sean estas monarquías o repúblicas. Se pueden ver estadísticas que posicionan a los países como más o menos avanzados, tomando en cuenta los índices de salud, mortandad, desnutrición infantil, expectativa de vida, educación, alfabetismo, distribución de la riqueza, ingresos per cápita, inflación, etc., etc. Es mucha la información que está a mano, aunque no todos la aprovechen. Es un lugar común que en los colegios públicos de Occidente se enseñe la historia secular escrita por autores agnósticos y ateos; y que, en países donde la iglesia oficial obligaba a leer la Biblia en las escuelas, ahora se la prohíba ‘para proteger la libertad de conciencia”. La enseñanza actual enfatiza el estudio de las ciencias, su enfoque sobre los desastres naturales y las consecuencias del cambio climático en los seres vivos del planeta (17). Tal conocimiento describe las causas y efectos físicos de esos fenómenos; pero, no provee una explicación sobre qué significado tienen para el futuro de la humanidad: ‘para qué’ ocurren. La lectura cuidadosa de las Escrituras nos ayuda a saber que cuando Jesús los llama ‘principios de dolores’, está trazando un símil con los dolores de la mujer que está a punto de dar a luz. Son los dolores previos a la llegada de una nueva vida. Lejos de llenarnos de pavor debiéramos alegrarnos por ser los testigos de ese acontecimiento inigualable (18). Paradójicamente, el tema de ‘los dolores de parto’ del nuevo orden que viene a establecer Jesucristo pareciera no tener asegurado un lugar en la agenda de todas las congregaciones cristianas donde predomina la tendencia de abordar muchas y variadas situaciones coyunturales. Tal como ocurre en los medios, que pujan entre ellos para adueñarse y ufanarse de la primicia, las redes sociales compiten contrending topics, expresión inglesa con que se denomina a los temas más comentados en un determinado momento, como si fuesen los más importantes. No sería prudente aconsejar a nadie que postergue dar respuesta adecuada a los temas de coyuntura; pero, menos aún, sugerir que hay mucho tiempo para preparar a la congregación y a cada creyente en particular para estar listos para Su venida. Él nos advierte que todos los acontecimientos que desvían nuestra atención de la rutina diaria no son el final de la Historia, sino principio de dolores. Para hacer frente a ellos el Señor nos instruye: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (19) Velar y orar son dos acciones diarias muy importantes para el cristiano; mucho más que buscar la felicidad. La sociedad hedonista en la que vivimos nos empuja a sentirnos felices con lo que hagamos; que ‘eso’ es obrar con responsabilidad(20); y que la felicidad es la recompensa de los responsables. El Señor lo ve diferente, recomienda no afanarnos por el mañana, sino a depender de Él cada día; pues basta a cada día su propio mal (21). IV. “ENTONCES OS ENTREGARÁN A TRIBULACIÓN, y os matarán,y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.”(22) Los discípulos podrían haber pensado que, una vez siguieran las instrucciones del Maestro al pie de la letra, vivirían en bonanza. Si a alguno de ellos le pasó por la mente esa idea se equivocó. El adverbio de tiempo ‘entonces’ significa ‘después’. Debían velar y orar ‘en todo tiempo’ porque habría gente que los atribularía, aborrecería y aún mataría por causa de Su nombre. Los que no son fieles a Cristo no tienen de qué preocuparse; porque esta palabra va dirigida a los fieles a Jesucristo. ¡Vaya recompensa de la que nos libramos, dirán los primeros! Lo que un creyente carnal ignora, es que el creyente genuino es fortalecido únicamente a través de la prueba, no evitándola. El oro es refinado y aumenta sus quilates en horno de fuego a muy altas temperaturas (23). Aquí conviene recordar que la iglesia de Cristo comenzó a crecer y desarrollarse bajo la persecución y que el Evangelio se expandió por el planeta gracias a la iglesia perseguida. Contrariamente, la apostasía siempre germina y crece en la apoltronada calma de una iglesia aburguesada y auto suficiente. Con el sermón del monte Jesús comenzó a marcar claras diferencias entre la religiosidad tradicional de Israel y la Buena Noticia. Las bienaventuranzas van dirigidas a los que buscan entrar y anuncian el Reino en medio de oposición y rechazo (24). V. “MUCHOS TROPEZARÁN ENTONCES, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.”(25) Con el vocablo tropiezo (original griego: "skandalon") se denominaba al elemento de la trampa del cazador donde se colocaba el cebo para atraer y capturar la presa deseada. Podemos decir entonces que ese es el sentido que le da el Señor después que Pedro le sugiriera no ir a Jerusalén porque allí habría de morir: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”(26) Pedro fue utilizado por Satanás como el cebo para hacer caer a Jesús en la trampa. Pero Jesús impidió al enemigo – una vez más - cobrarse una victoria, y rescató a Pedro en su tropiezo amonestándole por su carnalidad. ¿Quiénes tropezarán? ‘Muchos’, adjetivo que significa ‘número elevado’, ‘cantidad mayor a la media’, que es lo opuesto a ‘pocos’. El Señor se refiere aquí a los pecadores en general y a los que se congregarían, en particular. ¿Cómo tropezarán? Obrando en la carne y no en el Espíritu, despertando prejuicios en los demás, generando dudas, desafiando a la verdad, minimizando y relativizando la palabra de Dios, sacando el Evangelio fuera de su contexto, acomodando el mensaje a los estándares del mundo para obtener un provechoso rédito temporal. La profecía se refiere a lo que ocurrirá con los cristianos inmaduros (estos son los ‘muchos’); los que están convencidos de que serán tenidos en cuenta por sus obras. La Palabra afirma que “más bienaventurado es dar que recibir”(27) y, aún así, podemos creer que ocuparnos de los demás, predicarles y enseñarles la Palabra, dar dinero, regalar ropa, alimentos y medicamentos nos hará mejores, seremos reconocidos y recompensados aquí en la tierra. No nos engañemos: si obramos en ese espíritu ya estamos tropezando, y hacemos tropezar a otros. El Señor deja en claro que por sí solas las buenas obras no salvan a nadie; por el contrario, ellas son producto de nuestra salvación (28). Los que tropiecen se entregarán unos a otros: por más que sean autosuficientes, tengan una alta autoestima o alcancen éxitos notables en los negocios, la política o la diplomacia. Esta frase define la permisividad con la que se traiciona, denuncia y difama dando falso testimonio de los que son fieles a Cristo, por un lado. Pero, además, señala a los que hablan todo el tiempo del amor, la justicia y la paz, pero no conocen personalmente al Señor Jesucristo (29). En nombre del amor se ensalza la liberación de toda regla moral. Libertad es entendida como el derecho de hacer lo que se desea, aunque implique pervertirse y pervertir a otros. No solo eso, sino que se hacen lobbies ante las autoridades y se presiona a congresistas para convertir en leyes costumbres provenientes de esa clase de libertad. Ejemplos de esta acción lo dan ciertas minorías. Los homosexuales, no contentos con ‘salir del armario’ y que se les dé amplia publicidad a su condición, se unen en matrimonio exigiendo legitimación estatal y la bendición eclesiástica. Reclaman con esa unión el derecho a una descendencia legítima por la vía científica o la de adopción. Terminan siendo padres mujeres y madres hombres que desean tener hijas varones e hijos mujeres. Son seres egoístas movidos por urgencias de reivindicación de situaciones por ellos creadas en rebeldía con el diseño divino. Son hábiles en disfrazarlas de modo de exigir terminar con la ‘discriminación’ de la que son objeto y se movilizan proclamando su estilo de vida como el triunfo del verdadero amor. Pero, la profecía del Señor en este punto es lapidaria: y unos a otros se aborrecerán. Como ocurrió siempre entre heterosexuales, ya aparecen escuetas noticias de divorcios de los antes publicitados ‘matrimonios por amor’ entre homosexuales. Al mismo tiempo, en el mundo recrudece la hipocresía. Muchos lugares de culto se llenan con gente que aspira a vivir santamente, pero algunos sostienen que no debe admitirse a homosexuales, prostitutas y libertinos. Les resulta más fácil disfrutar del calor de hogar y los abundantes programas de la iglesia local, que ponerse en lugar del pecador irredento que va a la deriva en la oscuridad, sin brújula que le marque el rumbo correcto. Nada más alejado del plan de redención de Dios que nos llegó en la persona de Su Hijo Jesucristo. Por cada abrazo fraternal que nos damos en la familia de fe, allá afuera hay muchas más personas que esperan les extendamos nuestra diestra. Ayudemos a alguien a encontrarse con Cristo y con Él comenzar una nueva vida. Concluiremos esta nota y la serie la próxima semana, Dios mediante. Hasta entonces, con la paz del Señor. ---------------------------------------------------------------------------- NOTAS 1. Entre todo lo que se ha escrito no se puede dejar de leer ‘Oh Jerusalén’, por Dominique Lapierre y Larry Collins, PLANETA, 2004, ISBN 9788408051626. Este bien documentado libronarra el nacimiento del Estado de Israel en 1948, tras la cruenta lucha entre árabes y judíos. A lo largo de sus páginas, el lector vive los acontecimientos y descubre, entre otras cosas que, antes de que estallara el conflicto, ambos pueblos vivían en armonía e incluso compartían los mismos barrios. Oh, Jerusalén se ha convertido en una obra clásica y en un texto clave para entender por qué Israel sigue siendo, medio siglo después de su fundación, una de las zonas más conflictivas del planeta. 2. Lucas 19:10 3. ¿Vivimos en los últimos días? (I) y (II); Agentes de Cambio; P+D; septiembre 8 y 15 de 2013, respectivamente 4. Mateo 24:4-5 5. La autoridad imperial en la antigua Roma convocaba a los ciudadanos a asistir al espectáculo de cristianos que se negaban a adorar al César. El Circo se llenaba con el populacho cuya gritería se sumaba al estremecedor rugir de los leones hambrientos; el olor de las teas ardientes se mezclaba con el de la carne humana quemada. Montones de libros con historias, novelas, y aún películas han dejado plasmados a lo largo de generaciones los crímenes perpetrados por seres borrachos de poder, alienados, y sin virtud alguna. Pero, en la actualidad no es diferente: se persigue y mata a cristianos en México, Colombia, India, Nigeria, Pakistán, China, Corea del Norte, Egipto y otros países, a manos de fanáticos sanguinarios que actúan sin control oficial escudándose en su religión 6. 2ª Pedro 2:1-3 7. Ver artículo en Noticia Cristiana sobre los falsos cristos de los últimos siglos, fechado 25/09/2013: 8. Mateo 7:15; 9:36; Juan 10:1-27; Hechos 20:29,30; comparar con Zacarías 10:2; 11:3-17; Ezequiel 34; Hebreos 13:20; 1ª Pedro 2:25 9. Mateo 24:6 10. EE.UU. puso parcialmente en práctica el Plan Operacional 1000 (1000 OPLAN) el 11 de septiembre de 2001, cuando se consumaron los ataques a las Torres Gemelas en Manhattan (Nueva York) que ilustra la fotografía superior, y otros en su territorio. Ese plan se basa en la eventualidad de una tercera guerra, cuya característica principal será el empleo de sofisticadas armas nucleares 11. Salmos 34:14 12. Los interesados en conocer más sobre este trabajo pueden leer un muy buen resumen de la 62ª Conferencia Anual DIP/ONG: "¡Desarme Ahora! Trabajemos por la Paz y el Desarrollo" celebrada en México (9-11/9/ 2009); para ello clicar aquí: http://www.un-ngls.org/spip.php?page=article_es_s&id_article=1637 13. Isaías 9:6; comparar con Mateo 14:27; 17:7; 28:10; Lucas 12:4, 7, 32; Juan 14:27; Romanos 8:28-39; 1ª Juan 4:18 14. 2ª Corintios 6:1,2; comparar con Lucas 4:21,19:9; 23:43; Hebreos 3:7-15; 4:7; 15. 2ª Pedro 3:3,4; Judas 1:18; Apocalipsis 12:10; Colosenses 1:27 16. Mateo 24:7 17. Una lista de conflictos internacionales menciona que ocho guerras civiles dejaron un saldo de entre 3 y 4 millones de muertos tan solo entre 1978 y 2011; otra, da cuenta de 24 enfrentamientos armados con un saldo de cientos de miles de muertos, entre 1948 y 2013; ver entrando en:http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Guerras_y_conflictos_actuales. Una crónica de la peor peste en Europa, puede leerse en: http://lamemoriadeclio.blogspot.com.es/2013/08/la-gran-crisis-del-siglo-xiv-la-peste.html. El mapa del hambre en el planeta está en:http://documents.wfp.org/stellent/groups/public/documents/communications/wfp252406.pdf. Los peores diez terremotos entre 1900 y 2010 están detallados en: http://www.angelfire.com/nt/terremotosLosPeores/ En este contexto recomiendo leer la obra ‘Ecología y Cristianismo: una reflexión cristiana’, publicada por Andamio en enero de este año, escrita por Pablo y Miguel Wickham; y bucear en el blog ‘Tecología’ entrando en ‘magacín’ de P+D 18. Romanos 8:20-25. Me permito rendir un modesto homenaje a la memoria de un emblemático anciano que conocí en mi temprana juventud; lo conocíamos como Don Juan ‘el mantequero’; era de ascendencia holandesa; a pesar de su avanzada edad y de su fuerte sordera, Don Juan era infaltable en los cultos de la iglesia. Venía con su Biblia y un periódico bajo el brazo. Si alguien le preguntaba por qué siempre traía un diario su respuesta era casi siempre la misma:”En el diario leo lo que ocurre en el mundo, y en mi Biblia por qué y para qué el Señor lo permite” 19. Lucas 21:33-36 20. Ibíd. 17:9,10; Jesús dice: “¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” 21. Mateo 6:34 22. Ibíd. 24:9 23. 1ª Pedro 1:7; 4:12-19; 1ª Corintios 3:13-15. El término ‘quilate’ (griego κεράτιον, keration) significa algarroba. Las semillas de la algarroba, bastante uniformes en peso, eran utilizadas antiguamente para pesar joyas y gemas. Los árabes adoptaron esta unidad de masa y la llamaron ‘quirat’ y derivó en ‘quilate’ al incorporarse en el idioma español. Cuanto más quilates tenga el oro, más puro es y de más alto valor se lo considera 24. Sugiero repasar este concepto leyendo detenidamente Mateo 5 y Lucas 6 25. Mateo 24:10 26. Ibíd. 16:23; Marcos 8:33 27. Hechos 20:35 28. Efesios 2:8-10 29. 1ª Juan 3:14-24

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