Revisando el concepto de espiritualidad

Parte de la crisis de nuestros ministerios actuales parten de una teología y eclesiología dualista que, inconscientemente, nos desconecta de Dios en la vida cotidiana.

19 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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En el año 2004 La Alianza Evangélica Española sacaba a la luz una publicación muy interesante a la que denominó: Imagina. Ante la pregunta ¿por qué no tenemos impacto?. el autor Mark Greene planteaba un problema esencial, "la gran división", haciendo referencia al dualismo sagrado/secular. Los cristianos estamos fuertemente influenciados por la antropología griega y familiarizados por tanto con la dicotomía que resalta lo espiritual como bueno y lo material como malo. En nuestro caso, hemos denominado sagrado a un día en la semana (el domingo), un lugar (mal llamado iglesia, pues la iglesia no es un edificio) y unas personas (las que en el día y lugar sagrado ofician los actos santos). A la vez consideramos secular todo lo que está fuera de este día, este lugar y estas personas. La palabra secular trae a nuestra mente aquello que está separado de Dios y sin pensar mucho hablamos de trabajo secular, música secular, libros seculares, etc. Con esta mentalidad no es de extrañar que, en mi deseo de servir al Señor, haya tratado de abandonar mi trabajo, porque ¿Cómo puedo estar cerca de Dios en un lugar que no es sagrado sino secular?. Mucho mas cuando las personas “más sagradas”, que me inspiran, ni siquiera pasan tiempo ganando dinero en tales labores. En los 90, el movimiento “Iglesia Con Propósito”, empezó a familiarizar en algunos entornos evangélicos el slogan: “cada miembro es un ministro”. Este fue mi punto de partida para descubrir que no sólo cada miembro es un ministro, sino que lo es a tiempo completo, las 24 horas del día, independientemente de que trabaje en una organización religiosa, sea panadero, médico, jubilado, esté en la casa con su familia, disfrutando de un paseo, o como en mi caso, trabajando con una fundación que ayuda a jóvenes rotos por causa de las drogas, la violencia y la delincuencia. Y sí, lo se, no me preguntes por qué, pero pensé que tenía que dejar ese lugar para servir al Señor más consagradamente. El autor Alan Hirsch en su recomendable libro “Caminos Olvidados”, nos recuerda la espiritualidad integral hebrea con el ejemplo del libro de Levítico: en este escrito los judíos encontraban qué hacer si se te cae el animal a un pozo, si te sale moho en la cocina, si eres mujer y tienes la menstruación, etc. El cristiano occidental, influenciado por la cosmovisión griega, se pregunta qué tiene que ver esto con la espiritualidad, ignorando así que Levítico conecta el trabajo, la comida, la sexualidad y el descanso con lo divino, convirtiéndolo en sagrado. La base para una espiritualidad integral la encontramos en la Encarnación: el Dios que es espíritu (recuerda que lo espiritual es para los griegos algo bueno por naturaleza) se hace carne y hueso (algo malo por naturaleza para el griego). Lo espiritual y lo material se unen en el Mesías. Sin embargo, Jesús no vive una vida secular, porque todo lo que él hizo estuvo conectado a la voluntad del Padre, sin importar que estuviera en una boda, en el templo, en una casa, comiendo, caminando, descansando o sanando. Dios entregó la Shemá en un entorno politeísta donde las personas adoraban a diferentes dioses según la actividad que realizaran. “El Señor nuestro Dios, el Señor uno es” es la clave para enfrentar el politeísmo actual donde adoramos a Dios el domingo entre cuatro paredes y al materialismo el lunes en la empresa. Dios es Dios del domingo, pero también del lunes; es Dios de la iglesia, y también de mi familia; es el Dios del descanso, de la sexualidad, del arte y de la música. Es hora de rendir todas las áreas de nuestras vidas ante él y escapar del dualismo que lo deja fuera de los lugares y actividades a las que dedicamos más horas de nuestras vidas. Sostengo que parte de la crisis de nuestros ministerios actuales parten de una teología y eclesiología dualista que, inconscientemente, nos desconecta de Dios en la vida cotidiana. Esto es una desgracia para un mundo que está cansado de mensajes y que necesita ver una fe que sirve más allá de reunir personas en un salón. Los cristianos debemos retomar nuestra función de guías turísticos y, conscientes de que la presencia de Dios lo llena todo, reclamar de una manera íntegra, lo bello, puro y sincero de este mundo como parte de su Reino. Alguien dijo, nada es secular, nada está separado de Dios, excepto el pecado. Nos haría bien atender a las sabias enseñanzas de aquel monje francés conocido como el Hermano Lorenzo y recogidas en la obra “La Práctica De La Presencia de Dios”. El sacar la basura, arreglar zapatos y cocinar se convirtió para este cristiano de hace más de 300 años en momentos sagrados de gran calidad. Y esto es para nosotros un gran desafío y una asignatura pendiente de ser aprobada. Para los que pasamos mucho tiempo en el mundo laboral, nos puede ser de ayuda la colección Excelencia y Trabajo publicada por Andamio, donde obras como “Por fin es lunes” de Mark Greene y “Dios, tú y tu trabajo” de Ian Coffey nos pueden ayudar a recuperar la conexión divina en uno de los espacios más transitados por los cristianos. Una visión integral de la espiritualidad nos ayudará a recuperar a Dios en los lugares cotidianos, redimiendo así el placer y el ocio, junto al sacrificio y el servicio. Es hora de revisar el uso de las etiquetas sagrado y secular, porque el corazón del asunto es un asunto del corazón. En palabras del apóstol Pablo “ y todo lo que hagáis hacedlo de corazón como para el Señor y no para los hombres”. En el primer artículo vimos la importancia de revisar la teología que determina nuestro ministerio actual ante los retos del S.XXI. Ya hemos visto como nuestro concepto de pecado determina nuestro concepto de salvación, y como Jesús ha venido a restaurar todo lo que hemos estropeado: nuestra ruptura interior, con el prójimo con la creación y con el Creador. A esto hemos unido la necesidad de recuperar una espiritualidad integral que nos libre del dualismo que nos ciega de ver a Dios en aquellos lugares donde pasamos más horas en la semana. Creo que con estos ingredientes estaremos mejor preparados para afrontar el siguiente elemento para nuestro viaje de ser Iglesia en el S.XXI: la misión. Puedes descargar la revista Imagina de manera gratuita en este enlace. El autor Alan Hirsch ofrece gratis una copia en español de su obra “Caminos Olvidados” aquí. Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/03. Puedesdescargarla aquí (PDF) o leerla a continuación en tu navegador:

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Iglesia XXI - Revisando el concepto de espiritualidad