Afina el oído

Selecciona: Isabel Pavón (tomado de La Red de Liturgia del Clai).

01 DE JUNIO DE 2013 · 22:00

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Él llama. Desde el Tercer Mundo y el Primero. Grita y llama. Él llama desde las orillas del lago de Tiberíades y los vagones de refugiados que huyen de Sarajevo. Grita y llama desde las gargantas resecas de tanto gritar. Desde los drogadictos y marginados. Él llama, desde los millones de pupilas de niños hambrientos de Somalia, de Bosnia o de Sudán. Desde los pasillos limpios y asépticos de la clínica y desde los callejones mugrientos que jamás han visto un barrendero. Desde las cárceles. Él llama con la brisa suave que estremece las hojas y con el viento huracanado que arranca de raíz los árboles potentes. Él llama hoy como ayer. En onda corta y en frecuencia modulada. Desde el Tabor y, sobre todo, desde el Calvario. Él llama, Llama desde las primeras páginas de los periódicos y desde el teléfono de la esperanza. Su llamada está escrita en el rostro del mendigo y la cara satisfecha del yupi postmoderno. Él llama al borde el camino y en el stop de entrada en carretera. A la salida del Metro y en el semáforo de la esquina. Su llamado se percibe en la mirada entristecida del inmigrante sin trabajo. En el miedo del magrebí agazapado en la patera, o en la rabia de la mujer dominicana objeto de explotación. Él grita y llama. Y dice: El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para que de la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar libertad a los cautivos, para dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos. Id vosotros y anunciad la Buena Nueva. Sed sal, sed luz. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo. Liberad, sanad, resucitad Los corazones de los hombres. ¡Construid con ellos la nueva creación! ¡Id! La felicidad del mundo La pongo en vuestras manos.

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