Karl Marx y su idea del opio del pueblo

Marx escribe que “el hombre hace la religión, la religión no hace el hombre. [...] La religión es el opio del pueblo”

11 DE MAYO DE 2013 · 22:00

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Como ya se indicó en su momento, las ideas evolucionistas de Darwin influyeron en el pensamiento de Marx, según se desprende claramente de una carta personal dirigida por éste a Lasalle y fechada del 16 de enero de 1861: “El libro de Darwin es muy importante y en ciencias naturales me sirve de base para la lucha de clases en la historia. Desde luego que uno tiene que aguantar el crudo método inglés de exposición. A pesar de todas las deficiencias, no sólo se da aquí por primera vez el golpe de gracia a la “teleología” en las ciencias naturales, sino que también se explica empíricamente su significado racional” (Jerez, R., 1994, Marx, Ediciones del Orto, Madrid, p. 57). Sin embargo, las raíces del pensamiento de Marx hay que buscarlas fundamentalmente en el método dialéctico de Hegel y en el ateísmo materialista de Feuerbach. No obstante, entre estos dos filósofos existen profundas diferencias ya que si el idealismo hegeliano afirma que el mundo real es el producto del mundo ideal, Feuerbach no admite más realidad que la naturaleza y cree que el mundo ideal de Hegel es pura ilusión, una mera construcción de la mente humana. La doctrina hegeliana conduce inevitablemente a la conclusión teológica de que la naturaleza ha sido creada por Dios, pero la filosofía de Feuerbach, por el contrario, asume que el mundo natural es todo lo que existe y que el hombre, uno de sus muchos productos, sólo es una especie biológica más. De modo que Dios resulta ser únicamente una construcción fantástica de la imaginación humana. Son los hombres quienes crean a los dioses y no al revés. Cuanto más pobre es el hombre, cuanto más despojado está de bienes materiales, tanto más rico es su Dios. Marx defiende el materialismo de Feuerbach frente al idealismo de Hegel pero afirma, a la vez, que la dialéctica hegeliana es la base de toda dialéctica, una vez que se la ha depurado de su forma mística. “Soy hegeliano pero al revés” dice Marx. Por tanto, la interpretación materialista de la historia es, en su opinión, el “materialismo dialéctico”, del que se deduce que la historia de la especie humana es sólo una etapa más de la historia natural. Marx escribe que “el hombre hace la religión, la religión no hace el hombre. [...] La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo” (Marx & Engels, 1974, Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Sígueme, Salamanca, p. 94). Conviene pues superar estas circunstancias alienantes en las que surge la religión y mejorar la vida de los hombres mediante la revolución. Marx aceptó la visión atea que tenía Feuerbach pero, al mismo tiempo, le acusó de no prestar suficiente atención a las causas sociales que originaban la religión. Lo que había que hacer, según él, era eliminar esas causas alienantes y entonces la religión desaparecería por si sola.

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