Sufriendo con Boston

Quisiera sugerir que los eventos en Boston nos obligan a reflexionar de otra manera a la que se está produciendo.

20 DE ABRIL DE 2013 · 22:00

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La gente en EEUU hemos pasado esta semana pasada siguiendo el desenlace de los eventos en Boston. Desde las explosiones el lunes pasado hasta la captura del segundo cómplice el viernes por la noche el país ha estado pegado a los medios de comunicación social. Entre la zozobra, el interés macabro y nuestro dolor nacional hemos sufrido con los ciudadanos de Boston, recordando, de nuevo, que no estamos exentos de ataques, aun aquí en los EEUU. Estamos contentos que los de Boston podrán descansar y seguimos orando que Dios esté presente con los que están doliendo y que traiga su paz a los que viven en la ciudad. Entre los reportajes que se hicieron después de las explosiones del pasado lunes, estuvo uno que enfocó en el hecho de que los humanos tendemos hacia la negación cuando ocurre algo como esto. En vez de reconocer que esto nos podría ocurrir a cualquiera comenzamos a racionalizar y “explicar” como es “imposible” que nos ocurriera algo similar a nosotros. Este proceso mental nos da un sentido falso de seguridad y concluimos que nosotros nunca podríamos ser víctimas de eventos similares. Quisiera sugerir que los eventos en Boston nos obligan a reflexionar de otra manera a la que se está produciendo. En primer lugar, necesitamos recordar que personas en otras partes del mundo viven en medio de este tipo de inseguridad social. El mismo día del ataque de Boston hubo un bombardeo en Irak que mató a muchas más personas. Este tipo de violencia es la experiencia común de muchos. Como cristianos necesitamos orar y trabajar por la paz y la seguridad en todas partes del mundo, especialmente en aquellos lugares donde casi parece ser parte del pan diario. En segundo lugar, necesitamos reconocer que la seguridad es una ilusión. Los que vivimos en EEUU tendemos a creer que con suficiente inversión podemos crear la seguridad. Sin embargo, momentos como estos necesitan hacernos reflexionar. En cualquier momento podría ocurrir un desastre que nos podría quitar la vida. Nuestra vida terrenal es un regalo divino, pero terminará. A pesar de todos nuestros esfuerzos el 100% de los humanos hemos de morir. Nos podemos cuidar físicamente y podemos desarrollar sistemas de protección. Pero nadie evitará la muerte. Es por eso que el salmista nos invita a “contar nuestros días” (Salmo 90:12). Es en el proceso de reconocer nuestra mortalidad que podemos encontrar la sabiduría para vivir nuestra vida terrenal a plenitud. Que el Señor nos ayude a sufrir con los que están sufriendo en Boston, pero también a confesar que nuestra vida no está en nuestras manos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - Sufriendo con Boston