Canto al estrógeno

Selecciona: Isabel Pavón.

03 DE MARZO DE 2013 · 23:00

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Todavía es el tiempo de la desigualdad de la mirada torva, el grito y la mano alzada el ojo de la mujer soporta y graba en sus pupilas la iniquidad ¿de dónde llega esta violencia a las costas de estos brazos acostumbrados a la caricia y al acurruco? ¿Qué es lo que en nosotras despierta al lobo que aún habita en las entrañas del hombre, esa furia ciega que no detienen súplicas, razones o la memoria del primer rostro acogiéndolos a la vida? Nuestra belleza, la abundancia, la generosidad de curvas y pechos, la piel suave, ¿qué esconde en su frágil envoltura que así provoca en ellos la saña y la muerte la violación y el rapto? Cantemos, hermanas, por quienes así se pierden de nosotras y no pueden consigo mismos. Los que temen el estrógeno de nuestras entrañas. Crecemos. Los vemos achicarse en su temor. Nuestro instinto busca arrullarlos como niños, ofrecerles el perdón de los adultos. No queremos más que midan su estatura midiéndose con nuestra sumisión. No queremos que apuntalen su nombre sobre nuestra obediencia. Como si vieran llegar un ejército enemigo se atrincheran en sus vanas certidumbres gastadas. Una marejada de embistes y golpes lanzan contra nuestros reclamos. Hacen escarnio de nuestras luchas por decir basta por plantarnos en el suelo y enderezar la espalda. En tanto nosotras avanzamos como un río las hormonas encontrando su cauce. Somos el agua fuerte que se sacude las lágrimas inútiles y se despoja del cansancio de llorar. Ya miles hemos alcanzado la costa. Nos contamos por centenares descalzas, dejamos nuestras huellas en la arena nos tomamos el territorio negado. Ahora venimos a la vida con el desafío y la desobediencia en la boca. Rechazamos los mandamientos con que en nombre del amor y el parto nos sometieron. Anfibias a contracorriente entre el agua y la tierra mucho tiempo ya nos ocultamos en las grutas quietas de la domesticidad y el silencio. Pero aún con el agua al cuello no nos ahogamos. Ahora nos alzamos con caballitos de mar en las manos cantando y vociferando deshaciendo gozosas el muro que alzaron para separarnos. Cantemos hermanas no paremos de cantar sea su violencia la prueba final de nuestro avance cicatriz guardada en nuestra múltiple piel. Las sirenas han recuperado las piernas. Andaremos, andaremos, andaremos Lavaremos el mundo con el agua viva de nuestra dulce, redentora, tenaz, mansedumbre. Para sanarlo. Para que sobrevivamos.

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