Psiquiatra en crisis

Pensando como ingeniárselas para ganarse la vida, Dandy tomó la idea de un programa televisivo.

23 DE FEBRERO DE 2013 · 23:00

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Realmente el tema sociosanitario se había complicado seriamente en el país. Las residencias de ancianos se cerraban y éstos quedaban al cuidado de sus familias. Casi siempre sin atención médica. Con mucha dificultad Dandy pudo acabar la especialidad de psiquiatría. Sus padres destinaron sus últimos ahorros para ese fin. Pero, ¿qué hacer con el título sin posibilidad de trabajar? Y no es que las personas no necesitaran salud mental, al contrario, la crisis económica les había sumido en una profunda depresión. Pensando como ingeniárselas para ganarse la vida, Dandy tomó la idea de un programa televisivo. Vio que en Estambul algunos enfermeros ofrecían un servicio ambulante por las terrazas de los bares consistente en tomar la tensión a los clientes a cambio de un poco de dinero. Dandy sacó de un cajón un dispositivo de la TEC (terapia electroconvulsiva, que en aquel momento era legal en este país) con el que había hecho prácticas en clases de psiquiatría. Escribió en un cartel “LA SOLUCIÓN PARA LA DEPRESIÓN”, “DEJE ATRÁS SU PSICOSIS CON ESTE MÉTODO INFALIBLE”. Lo colocó en la baca de su coche y comenzó a anunciarse por megafonía: “POR 5 € LA CHISPA DE LA FELICIDAD”. La batería del coche proporcionaría la energía y los asientos abatidos harían de camilla. Empezaron a desfilar por el coche ancianos acompañados de sus hijos. Tuvo éxito. Los electroshocks llegaron a ser la respuesta desesperada para estas dolencias. Pero pronto aparecieron las quejas: “Mi madre ha perdido la memoria”, “a mi padre le ha quedado una herida en la cabeza por quemadura”, “mi madre ha intentado suicidarse varias veces”, y es que no había más que ver el rostro aterrorizado y la docilidad infinita que mostraban los ancianos después de estas sesiones; parecía que les hubieran propinado una solemne paliza. El servicio de Dandy acabó un día bruscamente cuando corrió la noticia por el vecindario de que una anciana falleció una hora después de una sesión de electroshock. Perseguido por un grupo de personas armadas con palos y cuchillos tuvo que escapar por piernas. Le destrozaron el coche e hicieron añicos el dispositivo de la TEC. Por suerte él salvó la piel. Completamente abatido se preguntaba asustado “pero ¿cómo ha podido caer en mis manos semejante instrumento de tortura? ¿Qué me han enseñado en la facultad?” Pasadas unas semanas, ya más recuperado, una mañana salió de su casa con un tensiómetro y un estetoscopio bajo del brazo. Dandy no se amilanaba, aún se sentía médico.

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