La ‘cara oculta’ de la generación del 98

Desfilan personajes que iluminaron el pensamiento de un siglo. Genios como Unamuno, Baroja, Benavente, Valle Inclán, los hermanos Machado y otros.

19 DE ENERO DE 2013 · 23:00

,
La generación del 98 en sus anécdotas, José Esteban, Editorial Renacimiento, Sevilla 2012, 205 páginas. ¡Qué belleza de libro! ¡A mí me lo parece! Tal vez sea porque todo lo que se refiere a la generación literaria del 98, de la que he escrito algunas cosas, me fascina, me seduce, me hechiza. Por este libro desfilan personajes que iluminaron el pensamiento de un siglo. Hombres que escribieron sobre España y lo español con un inconformismo de base, cargado de ideología y de rebeldía. Intelectuales cuya influencia en las masas fue creciendo sin cesar, con millones de seguidores en todos los países de habla hispana hasta el día de hoy. Por las páginas del libro desfilan genios como Unamuno, Baroja, Benavente, Valle Inclán, los hermanos Machado y otros.Hombres que a pesar de sus diferencias ideológicas estuvieron unidos e influenciados, como escribe José Luis Abellán, “por el impacto que sobre todos ellos ejerció el “desastre” de 1898, es decir, la pérdida de las últimas colonias españolas, Cuba, Puerto Rico y Filipinas”. Conozcamos al autor. José Estebannació en Sigüenza, Guadalajara, en 1936. Como escritor ha cultivado varios géneros, entre ellos la investigación, la crítica literaria y la novela. Sus obras más conocidas son VITUPERIOS Y ALGUNOS ELOGIOS DE LA ERRATA, INSULTOS Y ANIMADVERSIÓN ENTRE ESPAÑOLES y LAS MIL Y UNA PALABRAS DE CASA DE PUTAS. Dicen los editores de la obra que “su labor como librero y editor de la Editorial Turner fue fundamental para animar la cultura española durante el franquismo y la transición”. José Esteban explica el motivo y el contenido de su obra con palabras que resultan fundamentales para comprender lo que escribe en 205 páginas de texto. Dice en la introducción: “la obra de estos hombres no sólo fue escrita, fue también oral. Y esta última, por su misma libertad discursiva, por su fugacidad, resulta más personal, más reveladora de sus propias personalidades. Sí, esta otra obra pasajera, que saltaba en el aro de la ruidosa tertulia, en la discusión ateneil, en la rabia de un momento de acorralamiento, es de singular significado para conocer a los hombres que nos la ofrecen”. Pierre Dumarchois, escritor francés fallecido en 1970, dejó escrita esta frase tan pesimista como lo fue su vida: “No conozco nada tan triste como la recopilación de anécdotas”. Si hubiera tenido la oportunidad de leer el libro de José Esteban habría cambiado de opinión. Las anécdotas de escritores son una delicia y nos permiten conocer mejor el carácter, el bueno y el malo, la patada en el suelo, los enojos, las envidias y las descalificaciones entre gente madura e inteligente. Puede que la lectura de estas anécdotas no provoque en nosotros carcajadas de circo, pero la curiosidad y la sonrisa están garantizadas. Me adentro en el libro. Rubén Darío forma tertulia con otros escritores. El poeta de Nicaragua pondera la obra de Unamuno y elogia su figura. Alguien, con no muy buenas intenciones, le muestra un periódico en el que Unamuno escribe contra él una feroz diatriba y dice que al poeta se le ven todavía las plumas de indio que lleva dentro. Darío se derrumba. Pide una copa de coñac tras otras y Valle Inclán tiene que acompañarlo a la salida del café. Pedro Corominas, lo explica cualquier Enciclopedia, fue un gran ensayista, novelista y político catalán. Murió en Buenos Aires en 1939. También perteneció a la generación del 98. Aludiendo a su prosa farragosa y algo pesada, en Barcelona le hicieron estos versos: Eres más fresca que una rosa y más puta que las gallinas. Eres más pesada que la prosa de don Pedro Corominas. Cuenta Pío Baroja que una tarde encontró a Unamuno en el café donde solían reunirse los escritores. Unamuno le preguntó: -¿Tiene usted algo que hacer esta tarde? -No, nada. -Entonces le voy a leer un capítulo de una novela mía, titulada AMOR Y PEDAGOGÍA. Dice Baroja que la lectura de un capítulo se prolongó a dos, luego a tres, luego a cuatro, y le leyó casi todo el libro, excepto una parte final que no había terminado. “Esto me pareció verdaderamente abusivo y ofensivo”, se quejó Pío Baroja. Poco antes de morir -5 de enero de 1936-, a don Ramón María del Valle Inclán se le ofrecieron los auxilios espirituales. El autor de los Esperpentos protestó: “¡ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo!”. Como no le llegaba la muerte, decía: “¡Me muero!”. Pero ¡lo que tarda esto!” Dijo Pío Baroja de Ramiro de Maeztu: “Siendo católico leyó a Marx y se hizo comunista. Era marxista y se hizo tradicionalista. Era incrédulo y oyó al padre Ibarranguelua y se hizo creyente. Nunca entendió el pro y el contra de esas cuestiones primarias”. ¿Imagina el lector la riqueza de frases anecdóticas, lances y habladurías que pueden caber en 205 páginas? Pues todo esto contiene el entretenido libro de José Esteban. El resultado es una serie de retratos reveladores e incisivos de escritores del 98, personalidades brillantes, pero también contradictorias, magnéticas, un punto peligrosas. Y, con todo o a pesar de todo, fueron hombres que, tal como los presenta Juan López- Morilla, produjeron una literatura amasada de íntimas angustias y rebeldías, preocupados por elevar el espíritu caído del pueblo español en tiempos de desastre y reescribir la historia de España con reverencia, patriotismo e ilusiones.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - La ‘cara oculta’ de la generación del 98