Asambleas de Dios en el diálogo ‘ciencia y fe’

La insistencia de un pastor en que sólo hay una manera de ver las cosas les dice a sus miembros: ‘Deja el cerebro en la puerta de la iglesia antes de entrar’

13 DE ENERO DE 2013 · 23:00

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El movimiento Pentecostal no es precisamente conocido por su interés en temas científicos ni en las relaciones ciencia y fe. Precisamente por eso resulta fascinante que el último número de la revista Enrichment (Enriquecimiento) de otoño de 2012, dirigida a pastores y líderes de las Asambleas de Dios, se titule: “Fe y ciencia: Interpretación de la Palabra de Dios y del mundo de Dios”. La revista contiene una abundante documentación sobre prácticamente todos los principales temas en la agenda de diálogo ciencia y fe que, durante décadas, han sido estudiadas por los científicos y teólogos cristianos (especialmente en el ámbito anglosajón). La repercusión de esta revista no es menor, dado que se publica en 15 ediciones con 15 idiomas diferentes, incluyendo una edición española. Pero su interés no radica sólo en su difusión e influencia mundial. Una lectura atenta de los materiales que incluye nos muestra unas ideas interesantes y relevantes para los temas actuales de interés en ciencia y fe. Resulta muy reconfortante ver como una gran iglesia, que por mucho tiempo no parece haber estado muy activa en este campo, decide enfrentarse a estos complicados temas de manera resuelta y valiente. Los artículos están organizados en cuatro bloques temáticos. La Introducción del Superintendente General, George O. Wood, explica la imperiosa necesidad del diálogo ciencia y fe para los que “vivimos en una cultura que está dominada por la ciencia”. Con humildad reconoce que “todos nos beneficiamos de las nuevas tecnologías médicas, de las computadoras con mayor velocidad de procesamiento y con mayor memoria, los dispositivos avanzados de comunicación, …”. Después introduce una interesante cita de un reciente libro titulado You Lost Me (Me perdiste) de David Kinnaman (2011), donde aparece un joven que afirma: “Sinceramente, creo que el aprendizaje de la ciencia fue la gota que colmó el vaso. Yo había aprendido en la iglesia que no podía creer en la ciencia y también en Dios, así que eso fue todo. Ya no creía en Dios.” Con tristeza, Wood se pregunta: “¿No había alguien en la vida de ese joven que pudiera ganar su mente para Cristo?”[i] Parece que la preocupación no es solo suya, y el Centro Nacional de Liderazgo y Recursos de las Asambleas de Dios organizó el 27 y 28 de junio de 2011, en la Universidad Evangel (Springfield, Missouri), un Congreso Inaugural Fe y Ciencia. Como consecuencia, se decidió dedicar un número de la revista Enrichment a ese tema. PRIMER BLOQUE El primer bloque de documentación de la revista se titula: “La relación entre fe y ciencia”, y empieza con un artículo titulado: Fe y ciencia: ¿amigas o enemigas?, en el que el teólogo Amos Yong comienza diciendo que: “Muchos pentecostales han dado por sentado, u oído decir, que hay un conflicto entre la Biblia y la ciencia moderna. Esto es especialmente cierto cuando se habla de las teorías científicas acerca de la edad de la tierra, y los orígenes y el desarrollo de la vida. Es frecuente que los pastores propaguen estas suposiciones desde su púlpito de una manera tal que llevan a nuestros miembros que tienen estudios universitarios a pensar si, en conciencia, pueden quedarse en la iglesia. […]. La insistencia de un pastor en que sólo hay una manera de ver las cosas les dice a esos miembros: ‘Deja el cerebro en la puerta de la iglesia antes de entrar’. Es posible que no sea este el mensaje que se les quieran comunicar, pero se halla implícito en la forma en que los pastores hablan en ocasiones acerca de los siete días de la creación, cuando nuestros oyentes han llegado a entender que los hebreos de la antigüedad no los interpretaban tan literalmente como lo hacemos nosotros.” Yong reconoce que, como consecuencia, “demasiados” teólogos y científicos “han dejado nuestras Iglesias”, y, sin embargo, para aquellos que “se han quedado, lo que los une es la convicción de que su fe y sus conocimientos científicos no son forzosamente antagónicos entre sí.” El artículo resume cuatro posturas tradicionales respecto a las relaciones ciencia y fe, hacienda algunas valoraciones en cada caso: conflicto, independencia, colaboración y diálogoo asociación (el término “asociación”, del inglés “partnership”, habría sido tal vez mejor traducido como “compañerismo”). El autor parece inclinarse más bien por ese último modelo, de diálogo, y ofrece varias recomendaciones al final, entre las que están una llamada a los cristianos a denunciar “una mentalidad de guerra entre la teología y la ciencia” frente a los vociferantes ateos y los fundamentalistas cristianos. Frente a ello, Yong anima a los creyentes a ocuparse de la educación universitaria y “superar la historia y la cultura de anti–intelectualismo que persiste en algunos segmentos de la iglesia pentecostal.” Por ello afirma que: “Nuestra fe pentecostal no se debería sentir amenazada por el estudio teológico y científico. Al contrario, debería enriquecerse con él.” Y finaliza esperanzado en que: “El Padre de Jesucristo, quien nos ha guiado por el Espíritu hasta los confines de la tierra, no nos abandonará cuando entremos por las puertas de los centros académicos y de la investigación científica.” El segundo artículo en ese primer bloque de documentación es la entrevista Un diálogo sobre la fe y la ciencia,con Steve Krstulovich (ingeniero del Fermilab, Fermi National Accelerator Laboratory), Cecil Miller (catedrático de biología en la Universidad Vanguard de California), y Christina Powell (viróloga, especialista en cáncer y consultora en biomedicina). Estos tres científicos en activo también son predicadores de las Asambleas de Dios.La extensa entrevista cubre desde sus vocaciones científicas o su conversión a la fe en Cristo, a los problemas surgidos en las relaciones ciencia y fe, consejos para los pastores a la hora de hablar a científicos no creyentes o discipular a científicos creyentes, etc. Las respuestas resultan modelos de equilibrio entre las dos facetas de cada una de estas personas. SEGUNDO BLOQUE El Segundo bloque de artículos es tal vez el más comprometido: “La edad de la Tierra: Varias posiciones evangélicas”. Dado que, como dice George O. Wood, en la revista “no se asume una posición en el debate sobre la edad de la tierra”, se han encargado tres artículos a conocidos representantes de las tres posturas principales sobre este tema en el mundo evangélico estadounidense: La defensa de la idea de una Tierra joven (Kurt P. Wise, paleontólogo),Defensa de una Creación en días-eras (Hugh Ross, astrónomo) yLa defensa de un planeta Tierra antiguo (la interpretación del marco literario) (Davis Young, geólogo). Para completar más estos artículos, cada uno de los autores escribe una respuesta a los otros dos:Respuesta a Davis Young y a Hugh Ross (Kurt P. Wise), Respuesta a Kurt P. Wise y Davis Young (Hugh Ross) y Respuesta a Kurt P. Wise y Hugh Ross (Davis A. Young). No entraremos en el comentario de cada artículo, pues sería muy largo. Resulta interesante el buen tono de la discusión y la claridad y brevedad de los artículos, que permiten una rápida lectura. Como es de esperar, cada autor utiliza diferentes estrategias y da diferente peso a las evidencias científicas, así como muestra una diferente interpretación de los textos bíblicos, que todos ellos reconocen como autoritativos e inspirados por Dios. TERCER BLOQUE El tercer bloque “Ministerio en una era científica: Cuestiones practicas” está formado por tres artículos: Cómo preparar a los jóvenes para una vida de fe (Michael Tenneson, biólogo), La ciencia y el púlpito: cómo ministrar a personas con conocimientos científicos (Christina M.H. Powell, viróloga) y La vida en la tensión de los debates entre la fe y la ciencia (John Mark Reynolds, filósofo). En el artículo que firma el Dr. Tennenson se hace una reflexión de los motivos por los que se produce una desconexión de los jóvenes universitarios con la fe. El Grupo Barna identifica el antagonismo hacia la ciencia en la iglesia como uno de los motivos de fricción entre los jóvenes y la fe[ii]. Entre las soluciones que se proponen para resolver el problema se sugiere que se procure que los jóvenes profundicen en su fe y su relación personal con el Espíritu Santo, además de alentarlos para que adopten posiciones basadas en las evidencias con el fin de que examinen los principios de su fe. El autor del artículo se lamenta de que los cristianos a menudo nos basamos en una lectura superficial de la Biblia y aunque las Escrituras son de aplicación universal a todas las personas en todos los tiempos, es también necesaria una adecuada interpretación de las mismas con el fin de comprender lo que lo que Dios estaba comunicando a los lectores originales. El Dr. Tennenson resalta que muchos creyentes se muestran reacios a dedicarse a tales exploraciones por temor a que esto debilite su fe. Este temor es injustificado, ya que Dios promete recompensar a los que buscan la verdad (Juan 16:13). El autor recomienda evitar actitudes agresivas, advirtiendo de los efectos perjudiciales de intentar tergiversar la posición del oponente, recordando que la verdad existe independientemente de que la creamos o no. El artículo también advierte de los peligros de asumir presuposiciones inamovibles que pueden llevarnos a descartar una idea aunque sea cierta cuando ésta no se ajuste a los moldes preconcebidos creados por nosotros. En lugar de esto aconseja basar la aceptación o el rechazo de una idea de acuerdo con las evidencias en las que se apoya. El artículo concluye haciendo un llamado a los pastores para que promuevan en los jóvenes el diálogo sobre temas científicos controvertidos como los orígenes, el principio y fin de la vida, así como la preservación del medio ambiente. El siguienteartículo, firmado por la Dra. Christina M.H. Powell, aborda el interesante tema de cómo ministrar a personas con conocimientos científicos. Evitar confrontaciones inútiles con la ciencia es el primer punto que se aborda en el artículo. Los creyentes que trabajan en campos científicos intentan integrar la ciencia y la fe y la generación de conflictos hace que no se sientan cómodos en las iglesias. Este tipo de actitudes provoca una compartimentación de ambos ámbitos cuando en realidad es innecesario elegir entre la fe y la verdad científica, dado que ambos ámbitos son compatibles si se crea un entorno adecuado para ello. Para favorecer el entendimiento se recomienda evitar la caricaturización de los científicos. Es más beneficioso fomentar una comprensión dado que puede conseguir una conexión instantánea con ese sector del público, además de animar que a jóvenes cristianos puedan formar parte en el futuro de la comunidad científica. La autora recomienda asimismo evitar respuestas simplistas a preguntas de ciencia complicadas por parte de los líderes de la iglesia. No es necesario tener una pronta respuesta para cualquier pregunta. Admitir limitaciones en el conocimiento relacionado con algún área es más sabio que pretender tener respuesta para todo. Una actitud positiva sería recomendar un libro relacionado o bien poner a la persona en contacto con un creyente con conocimientos científicos del tema. Finaliza el artículo recomendando que se respeten las limitaciones entre la ciencia y la fe. La ciencia estudia el mundo natural y por otro lado la verdad espiritual va más allá del análisis técnico. La combinación de las dos áreas proporciona una visión más completa de la realidad humana. El artículo finaliza con la siguiente recomendación “No se incomode con las preguntas sin responder. En el viaje por la vida “vemos por espejo, oscuramente” hasta que veamos a Cristo cara a cara (1 Corintios 13:12).” Completa este bloque el artículofirmado por John Mark Reynolds, que se divide en cuatro apartados el los que se enseña a vivir en un entorno en el que se desarrolla una tensión entre la ciencia y la fe. La primera sección trata de que tanto como en la ciencia como en la fe se busca el conocimiento aunque ni la una ni la otra son ámbitos perfectos, y su imperfección ha quedado patente a lo largo de la historia. Aunque ambas persigan el conocimiento, siempre existe margen para el error. El siguiente punto que trata el artículo es acerca de la necesidad de mantener una mente abierta cuando se trata de determinar las causas. Cuando se trata de la causalidad, la ciencia más a menudo se refiere a la causalidad natural. Pero también debe hacer frente a la causalidad inteligente. La religión se refiere a la causalidad inteligente, pero puede y debe hacer frente a la causalidad natural por lo que no se pueden cerrar la una a la otra en compartimentos estancos. El artículo continua haciendo hincapié en que la ciencia describe el mundo tal como es, pero no dice si esa es la forma en que debiera ser el mundo. La ciencia requiere límites éticos, defendiendo que sólo la religión y la filosofía pueden ofrecer esos límites con seguridad. Finaliza resaltando la necesidad de mutuo entendimiento entre la ciencia y el cristianismo. La semana que viene seguiremos con la segunda parte de este artículo. Autores: Pablo de Felipees doctor en Bioquímica y Biología Molecular, presidente de Cristianos en Cienciasy profesor de Ciencia y Fe en la Facultad de Teología SEUT(El Escorial, Madrid). Fernando Méndez es doctor en Biología y responsable de la Comunidad Cristiana Japonesa de Madrid.


[i]Esta preocupación está muy contextualizada, hace justo un año publicábamos en Tubo de Ensayo un artículo de Karl Giberson (Los creacionistas echan a los jóvenes de la Iglesia) que se hacía eco de ese mismo problema a raíz de la publicación de los resultados de una encuesta que recogía las seis razones principales por las que los evangélicos abandonan las iglesias, entre las que estaba el que “las iglesias aparecen como antagonistas de la ciencia”. Es muy esperanzador que las iglesias empiecen a tomar buena nota de ello y respondan adecuadamente.
[ii]Véase el artículo mencionado en la nota 1.

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