Nueva Evangelización: lo nuevo y lo antiguo

Las proposiciones tienen poco o nada que decir sobre las responsabilidades de la Iglesia en la erosión de las prácticas cristianas en Occidente.

17 DE NOVIEMBRE DE 2012 · 23:00

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El Sínodo para la Nueva Evangelización puede considerarse como “un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52). La explicación de Jesús de la parábola de la red es un punto de partida útil para ponerse de acuerdo con lo que sucedió en el Sínodo que acaba de terminar (7-28 Octubre 2012). Después de varias semanas de intensas discusiones, el acto final fue la redacción de una lista de 58 proposiciones (o sea, puntos dignos de atención) que se presentaron al Papa para su consideración en la futura promulgación de un documento papal (Exhortación Apostólica) que formará parte del Magisterio de la Iglesia. El perfil de la Nueva Evangelización (NE) se está haciendo cada vez más claro, al menos sobre el papel, mientras queda por ver los resultados prácticos que se obtendrán de la misma. Los logros del Sínodo, según se refleja en estas proposiciones, son una mezcla de cosas nuevas y viejas que exigen discernimiento para no concentrarse únicamente en unos pocos elementos seleccionados. 1. LA OBERTURA TRINITARIA Y EL FINAL MARIANO “La Iglesia y su misión evangelizadora tienen su origen y fuente en la Santísima Trinidad según el plan del Padre, la obra del Hijo, que culminó en su muerte y gloriosa Resurrección y la misión del espíritu Santo. La Iglesia continua esta misión del amor de Dios en nuestro mundo” (n. 4). No puede haber fundamento bíblico más claro para la NE, si bien la manera en que la ICR continuará la misión de Dios no se explica. ¿Es a través de la prolongación de la encarnación del Hijo y, por lo tanto de haber recibido sus cargos profético (autoridad magisterial), sacerdotal (sistema sacramental) y real (estructura jerárquica? No obstante, éste es sólo un lado de la moneda. Como es práctica habitual en los documentos católicos, el pensamiento final se dirige a María. La apertura trinitaria es únicamente introductoria, pero no es concluyente para la NE. Es parte de un cuadro más amplio que no está completo a menos que la dimensión mariológica pase al primer plano. Esto es lo que dice el Sínodo en la última proposición: “Como Madre y como Reina ella es un símbolo de esperanza para los pueblos que sufren y los que padecen necesidad. Hoy, ella es la ‘Misionera’ que nos auxiliará en las dificultades de nuestro tiempo y con su cercanía abrirá a la fe los corazones de los hombres y las mujeres. Fijamos nuestra mirada en María. Ella nos ayudará a proclamar el mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres, a fin de que también ellos lleguen a ser agentes de la Evangelización. María es la Madre de la Iglesia y a través de su presencia la Iglesia puede convertirse en un hogar para muchos y en madre de todos los pueblos”(n. 58). Por una parte existe un marco trinitario de acogida para la misión, a pesar de que por la otra parte también encontramos la reintegración de una exhaustiva visión mariana para la NE. 2. ÉNFASIS EN ESTUDIO DE LAS ESCRITURAS Y CRECIMIENTO DE LA PIEDAD POPULAR Otro elemento alentador de las proposiciones es el acento dado al papel de la Biblia.“En el contexto de la NE cada oportunidad para el estudio de la Sagrada Escritura debe ser aprovechada. La Escritura debe impregnar las homilías, la catequesis y todos los esfuerzos que se hagan para transmitir la fe” (n.11). Esta apertura reitera la actitud del Vaticano II con respecto a la Biblia, aunque el Sínodo posteriormente deja claro que “El Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio son, por encima de todo, un recurso para la enseñanza de la fe y un apoyo para los adultos de la Iglesia en su misión evangelizadora y catequizadora”(n. 29). Por tanto, según el Sínodo, las Escrituras tienen que leerse siempre a la luz del Catecismo. Lo que es más llamativo, sin embargo, es el estímulo paralelo a las variadas formas de piedad popular sin sugerir la necesidad de ser corregidas por la Escritura.“La piedad popular es el verdadero lugar para encontrar a Cristo, y también para expresar la fe del pueblo cristiano a la Bienaventurada Virgen María y a los Santos. La NE reconoce el valor de estas experiencias de fe y las alienta como formas de crecer en las virtudes cristianas… La piedad popular es una oportunidad especialmente prometedora para la conversión y el crecimiento de la fe” (n. 39). De este modo la NE se implementa con el estudio de la Biblia y las devociones populares. Es difícil de entender como pueden reconciliarse las dos aparte de la dialéctica católica entre lo nuevo y lo antiguo. 3. IMPORTANCIA DE LA CONVERSIÓN DENTRO DEL SISTEMA SACRAMENTAL DE LA IGLESIA El Sínodo se acerca mucho a un cierto lenguaje “evangélico” cuando habla de la conversión. “La ‘primera proclamación’ (es decir, un anuncio explícito de salvación) es donde el kerigma, el mensaje de salvación del misterio pascual de Jesucristo, es proclamado con gran poder espiritual hasta el punto de provocar el arrepentimiento de los pecados, la conversión de los corazones y una decisión de fe” (n. 9). Este es un lenguaje sencillo que cualquier evangelista usaría en su predicación (aparte de la referencia al “misterio pascual” que es la forma típica católico romana de combinar y fusionar el sacrificio de la cruz y el sacrificio de la Eucaristía). No obstante, la conversión se ve como un paso dentro del sendero sacramental más amplio de una persona. No es la transición de estar perdido a ser salvo, sino un avance hacia la plenitud de una gracia ya otorgada por y mediante el sistema sacramental de “la” Iglesia(n. 4,33,35,37). Esto no quiere decir que la conversión tenga que ser enfrentada a los sacramentos, sino que el significado católico romano de la conversión tiene mucho más peso eclesiológico y más matices que simplemente el volverse a Cristo y ser salvo sólo por su gracia. 4. UN TONO AUTOALENTADOR CON POCA AUTOCRÍTICA El tono general de las proposiciones y el mensaje final del Sínodo va dirigido a proporcionar una imagen de una Iglesia viva y animada que responde a los retos de las tendencias secularizadoras de Occidente mediante el lanzamiento de la NE y llamando a los bautizados que se han extraviado a volver de nuevo a la Iglesia. Las proposiciones tienen poco o nada que decir sobre las responsabilidades de la Iglesia en la erosión de las prácticas cristianas en Occidente y la falta de credibilidad que las instituciones cristianas consiguen en la opinión pública. Hay sólo un ejemplo en el que “los escándalos que afectan a la vida y al ministerio sacerdotal” se mencionan(n. 49), pero eso es todo. El mensaje general es que mucha gente deja la Iglesia a causa de los horribles efectos de la secularización. Parece que la Iglesia tenga poco de que arrepentirse de las prácticas del pasado y mucho de que alabarse a sí misma por sus actividades continuas. Vamos a ver si el Papa Ratzinger va a ser más audaz que lo que son las proposiciones en reconocer los fallos de la Iglesia, especialmente en Occidente. Una lectura selectiva de las proposiciones puede sugerir que el Sínodo claramente ha empujado a la Iglesia Católico Romana a una disposición de ánimo más “evangélica”. Sin embargo, una lectura más amplia y cuidadosa indica que la “nueva” que se presenta va siempre acompañada de la “antigua” que permanece. Traducción: Rosa Gubianas

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