El tabernáculo de Israel: Dios es el Constructor

Tanto el tabernáculo como el templo servían su propósito solamente si el pueblo seguía fiel a Dios

06 DE JULIO DE 2012 · 22:00

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“Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?” EL TABERNÁCULO DE ISRAEL Tabernáculo, delhebreomishkán (מִשְׁכָּן) significa"morada” "santuario", "templo". La idea a la que se asocia es la de un lugar apartado, dedicado para ser habitación de Dios. Moisés lo menciona por primera vez cuando canta esa extraordinaria alabanza junto con los hijos de Israel: "Tú los introducirás y los plan­tarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. Jehová reinará eternamente y para siempre" 1. Dios responde concretamente a la adoración profética: "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos (…) Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios" 2. El rey David reconoce que Jehová había apartado su pueblo del paganismo de Egipto, y los había plantado en su propia tierra, se­parados de las otras naciones, para habitar en medio de ellos. Este santuario portátil era la construcción inseparable de ese pueblo desde su salida de Egipto y hasta asentarse en Canaán. Era el lugar donde ofrecían sacrificios y ofrendas a Dios, para poder tener comunión con Él. Y lo canta así: “Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.”3 Se recomienda leer los detalles de esta apasionante operación constructiva, única en su género en la historia de la Humanidad, que fue realizada siguiendo puntillosamente las precisas instrucciones que Dios imparte a Moisés. Nótese que la obra completa fue realizada pormedio de ofrendas voluntarias de los miembros del pueblo de Dios mientras eran peregrinos en el desierto. Todos los materiales utilizados eran naturales de los sitios por donde fueron pasando y elaborados por trabajadores escogidos por Dios mismo, a quienes llenó con Su Espíritu para esa tarea.4 Sabemos por la Palabra de Dios que esta construcción tan singular no escapa a la norma divina por la que todo lo que hay en el Antiguo Pacto es figura, símbolo, de lo que Cristo vendría a cumplir cabal y totalmente como enviado de Dios y mediador de un Nuevo Pacto. Por esa razón podemos afirmar que las manifestaciones especiales y únicas de Dios para con Israel no debieran ser repetidas hoy literalmente, separadas de su contexto novotestamentario. Quienes practican esta manera de interpretar la Biblia se quedan en el tiempo y pierden ser parte de la promesa de un Dios fiel y verdadero, que ahora nos habla a través de Su Hijo Jesucristo, nuestras primicias en todo. EL MALENTENDIDO DE ISRAEL Mirando hoy hacia atrás, podemos comprobar la manera en que Dios fue construyendo la obra de la Redención paso a paso ciñéndose a un Plan perfecto. Tenemos en la Biblia el manual inerrante en el que podemos seguir fielmente el método que Dios ha elegido como Constructor para hacer Su obra perfecta. Sin embargo, como contraste, los beneficiarios de su Plan no lo interpretaban como era de esperar. Al principio se comprometieron de buen grado; pero al pasar los años traicionaron su compromiso con Dios. Las señales inequívocas que Dios les dio no fueron suficientes para los que habían salido de Egipto. La victoria sobre sus enemigos, el diario maná del cielo, las codornices, el tabernáculo que daba testimonio de la presencia misma de Dios en el lugar santísimo, la nube que los cubría del agobiante sol durante el día y la columna de fuego que los alumbraba y calentaba durante las frías noches, todo ello no los satisfacía. Tal era su descontento que añoraban las cebollas de Egipto, olvidando los rigores de la esclavitud sin esperanza. Israel olvidó que era descendencia de Abraham, Isaac y Jacob; un pueblo llamado a ser testigo a las naciones del único Dios verdadero. Los israelitas se guiaron por sus corazones idólatras y terminaron por contaminar con sus malos hábitos el lugar de culto. Esta conducta está reflejada en el siguiente relato: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.”5 El lugar de culto diseñado y construido por el Constructor divino no era garantía de salvación. ¿Por qué? Los hijos de Aarón, ayudantes del sacerdote puesto por Dios para dirigir el culto de adoración, abusaron del Plan divino. Decidieron ofrecer su propio culto; encendieron un fuego que no era del Espíritu. Pusieron otra pasión, hubo otra intención; no era Dios el destinatario y centro de la adoración; el lugar de adoración era el mismo, pero los que la oficiaban con su acción se convirtieron en el centro. Cuando se propone una adoración extraña al Plan divino se está desplazando a Dios del centro y se expone al pueblo a caer en idolatría, lo que es abominación para Dios. Aquellos dos perdieron la vida. Con todo el dramatismo de esta historia: ¿Qué pasaría hoy si Dios obrase de la misma manera con los Nadab y Abiú contemporáneos? Por la sola Gracia de Dios no hay castigos como éste sobre los falsos pastores y maestros que hacen mercadería de los creyentes. LUGAR DE CULTO VS. PRESENCIA DE DIOS Egipto había quedado en la memoria de este pueblo vagabundo ahora en el ardiente desierto. El hecho que por siglos habían sido tratados como esclavos, no les venía primero a la mente sino la comida que tenían y que ahora podría ayudarles a olvidar sus penas. Todo Egipto simboliza en la Biblia al mundo como sistema autosuficiente y creador de sus propios dioses y lugares de culto. Los israelitas venían de un Imperio que era en sí mismo el lugar de culto pagano por excelencia en la Antigüedad. Aquella era gente cuya cultura sofisticada incluía la adoración a dioses extraños al Dios de Abraham, Isaac e Israel. Desde luego, la Biblia enseña claramente que Dios no se puede limitar a un solo lugar, aunque haya sido consagrado para la gloria de Dios.6Su presencia llena el universo, y no puede ser contenida en un tabernáculo o templo terrenal. El rey David lo dice poéticamente en el Salmo 139: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.”7 Su hijo, el rey Salomón, debe de haber recordado muy bien la visión de su padre cuando dedica el templo que acaba de construir: “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar. Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.”7 Lo dicho por el profeta Isaías respecto del templo también es aplicable al tabernáculo: "Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas fueron, dice Jehová; pero mi­raré a aquel que es pobre y humilde de es­píritu, y que tiembla a mi palabra". 8 Tanto el tabernáculo como el templo servían su propósito solamente si el pueblo seguía fiel a Dios. Cuando los israelitas no tenían a Dios en su corazón y en su vida, tampoco Él habitaba en el lugar de culto. El tabernáculo que Dios quiere es el corazón humilde y obediente, el corazón"que tiembla a mi palabra". Continuaremos en la próxima nota con: Dios es el Constructor (2). Hasta entonces si el Señor lo permite. (Adaptado de “El tabernáculo verdadero” por Wayne Partain) 1. Èxodo 15:17, 18 2. Èxodo 25:8; 29:43-46 3. Salmos 92:12-14 4. Èxodo 25:1-9; 35:4-9, 21, 29; 35:30; 36:1-7 5. Levítico 10:1, 2 6. Con mucho dolor he visto edificios de bellísima arquitectura que iglesias de distintas denominaciones levantaron en el Reino unido en los siglos XVI a XVIII, cuya piedra dedicatoria reza “Este edificio ha sido construido para Gloria de Dios…” transformados en lugares de juego con un banner en el frente escrito con letras rojas y enormes: “HOY BINGO”. 7. Salmos 139: 7, 8 8. 1ª Reyes 8:27-30 9. Isaías 66:1-2

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