Calvino organiza maestros, ancianos y diáconos

La semana pasada hablábamos del sistema organizativo que Juan Calvino puso en Ginebra

11 DE MAYO DE 2012 · 22:00

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Sin duda unas de las mayores cualidades de Juan Calvino era su capacidad organizativa. La Iglesia Calvinista tuvo en él una de las mentes más claras y fructíferas del siglo XVI. La semana pasada hablábamos del sistema organizativo que Juan Calvino puso en Ginebra. Nombrábamos los cuatro ministerios principales u ordenes en las que se dividió a los colaboradores de la iglesia. Las órdenes eran las siguientes: Pastores, maestros, ancianos y diáconos. En este artículo resumiremos brevemente las tres que no tocamos en el anterior. Los maestros, también denominados doctores, se nombraban por los pastores. Tenían una doble finalidad: por un lado, buscar la pureza de la enseñanza y, por otro lado, preocuparse en formar a los futuros pastores y educar a los cristianos en general. Además de los conocimientos teológicos, los maestros debían dominar varios idiomas y otras materias. Las iglesias nombraban una escuela en cada parroquia para fomentar la enseñanza de los jóvenes. Niños y niñas eran educados, pero por separado. La escuela principal de la ciudad era llamada la Academia de Ginebra y en ella se formaba a los mejores predicadores y misioneros. Su decano era Theodore Beza. Los cristianos mayores de edad tenían clase durante tres días a la semana. Podemos imaginar la seriedad de las clases y el nivel de estudios de muchos de los miembros de las iglesias. Para Calvino era primordial la educación formal y teológica, él creía que muchos de los problemas del Cristianismo habían tenido su origen en la ignorancia y mala formación de seglares y ministros. La orden de los ancianosestaba constituida por miembros de la iglesia que gozaran de buen testimonio, doctos y sabios en sus decisiones, confiables y difíciles de manipular. Los ancianos eran nombrados también por los pastores. La responsabilidad principal de esta orden era mantener y cuidar la moral de la iglesia. Cada congregación tenía dos ancianos, que vigilaban a las familias a su cargo. También tenían el deber de tratar los casos difíciles, imponer disciplina y llevar a la restauración a los infractores. La última orden era la de los diáconos. Su función consistía en administrar la iglesia, pero también atendían a los más necesitados y apoyaban a las familias con problemas económicos. El sistema de asistencia de Ginebra era de los más avanzados de su tiempo. En la ciudad no había mendicidad, se atendía a los enfermos y se repartía a los pobres comida para suplir sus necesidades. El sistema no era perfecto y a veces muy opresivo, pero sin duda en algunas cosas Ginebra era un ejemplo para el mundo reformado de la época.

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