Twits solidarios desde Barranquilla, Bonda y Ríohacha

Los ajustes de cuenta son frecuentes. Y los niños crecen en este ambiente. Y me pregunto por su futuro.

31 DE MARZO DE 2012 · 22:00

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Continuamos en Colombia, recorriéndola, degustándola. Es un país de muchos contrastes. Con sus más de cuarenta y seis millones de habitantes, cuenta con muchos recursos naturales cuya explotación no revierte en los menos desfavorecidos. La violencia y la inseguridad son reales, pero es sólo una de las caras de la misma moneda, también destacan sus bellos paisajes, gente maravillosa y hospitalaria, un café exquisito y buenos poetas, entre otras tantas cosas destacables. Los evangélicos alcanzan un 10% de la población. También me puedo dar cuenta de que éstos no están lo suficientemente unidos como para ser una sola voz en cuanto a dar a conocer su opinión sobre temas que nos interesan a los cristianos. Resulta curioso que en muchos comercios y restaurantes de las distintas ciudades que visitamos se pueden leer versículos o alusiones a Dios; por ejemplo, debajo del nombre de una heladería podía leerse: “Jesús es la vida”. Y en los taxis se escucha música cristiana. En las grandes ciudades es real la inseguridad, sobre todo en los barrios de los estratos 1 y 2, de acuerdo a la clasificación que hace el Estado según la situación socio-económica de la población. Ésta va del 1 al 6 para facilitar el cobro de impuestos o el pago de los servicios como luz, agua... Es obvio que los estratos 5 y 6 corresponden a los más ricos del país. El 1, 2 y 3 tienen ayudas y descuentos a la hora de pagar ciertos servicios, además de educación y atención sanitaria gratis. El estrato 4 corresponde a un grado intermedio como el de los profesionales, por ejemplo. CAMINO A BARRANQUILLA Dejamos Montería, en el Departamento de Córdoba. Recuerdo todavía su hospitalidad encarnada en la gente de Tierralta, el afecto de los niños del colegio que visitamos, donde degustamos una gallina guisada y un tinto, como se llama al café solo. Atrás quedaron los rostros sonrientes de Angy, Carol, Marisabel, July, Luna… Ahora recorremos la carretera que nos lleva a Barranquilla, en el Departamento Atlántico. A lo largo de la carretera por un lado podemos observar los manglares abarrotados de garzas blancas y otras aves. Qué paisaje bellísimo. Por el otro lado tenemos el mar espumeante. Después de cinco horas por carretera, llegamos a la Fundación Social Mahanaim. Y sigo pensando en que si todos nos desprendemos de un poquito de lo que recibimos por pura gracia, podremos hacer sonreír a uno de los miles y miles de niños que viven en situación de pobreza en el mundo. Concretamente, Alianza Solidaria trabaja en cinco países de América Latina, Perú, Colombia, Honduras, Bolivia y Haití, para erradicar con esta lacra que tiene como consecuencia el abandono de los niños por parte de sus progenitores, el maltrato, los abusos, los niños trabajadores. Sólo en Colombia, según datos de la OIT, dos millones de niños trabajan y 73 mueren trabajando cada año. Muchos deambulan por las calles exponiéndose a peligros como la drogadicción, la prostitución, la violencia… Alianza Solidaria (*), a través de su programa de apadrinamiento Moisés, apoya a los colegios y centros educativos cristianos para proveer a los niños de zonas marginales una educación basada en valores cristianos. Además de propiciarles, según el proyecto, de una comida nutritiva al día y atención sanitaria. Especial énfasis se hace en la formación de los profesores, así como un trabajo paralelo con los padres, pues éstos son pilares fundamentales para que pueda darse un crecimiento integral de los niños. Llegamos a Barranquilla, la cuarta ciudad en importancia de Colombia, y con un gran potencial de crecimiento. Sin demora, nos adentramos en el barrio de Las rosas que destaca por la pobreza de sus gentes, por los niños que juegan en medio de las calles polvorientas, sucios, descuidados. El rebusque se nota por todas partes, pujando por la sobrevivencia. En la Fundación Social Mahanaim nos espera una cariñosa bienvenida brindada por el pastor Milton y su esposa Elina, más otros profesores y trabajadores del centro. Los niños están ahí, y saben de nuestra llegada. Con ayuda de los maestros nos presentan una panorámica de las distintas regiones de Colombia. Así sabemos de los platos típicos de cada una: arroz con coco, la butifarra, la sobrebarriga, mote de queso con ñame, plátano con carne, arepa de huevo… Recitan versículos y saludan como muestra de su cálido recibimiento. Emociona ver a estos niños asistiendo a la escuela, recibiendo educación y formación en valores cristianos. Nos cuenta el pastor que allí tienen el mar, ciénaga y puerto, lo esencial para convertir al barrio como panacea de la inseguridad, pues esto facilita la realización de actividades anormales. Los ajustes de cuenta son frecuentes. Y los niños crecen en este ambiente. Y me pregunto por su futuro. Y miro a los niños del colegio: sonrientes, limpios, aprendiendo para después ganarse una vida más digna. A pesar de la pobreza, que no avergüenza si no te roba la dignidad. Y sobre todo, van adentrándose en el conocimiento de Dios.La siembra está siendo hecha. El resto, queda en las manos de él. Y es que la evangelización es una prioridad para el Pastor Milton, que piensa que transformando a los niños se transformará su hogar, su comunidad. Lo dice con total convicción, se nota que está comprometido con la obra de Dios en este lugar. Lo comprobamos cuando nos cuentan que él vive en el barrio y puso su carpa y estiró sus estacas en plena ciénaga para reservar un lugar donde albergar a los niños. Él mismo rellenó de tierra la ciénaga, defendió su territorio. Y la carpa se transformó en un colegio sencillo pero con instalaciones que se van adecuando a las necesidades. Y pueden mejorar con nuestro aporte. Allí pude abrazar a Luis Eduardo, un niño que apadrina la Escuela Dominical de mi iglesia de Paseo de la Estación, donde otros niños van aprendiendo a ser solidarios con los huérfanos, los desclasados, los marginados. Así le transmiten que hay un Buen Pastor que cuida de sus pequeñas ovejas. Qué bueno que podemos poner un granito de arena para que este pequeño pueda continuar asistiendo a la escuela. Después de una grata y sabrosa comida nos despedimos de los profesores, de los niños, así como del pastor Milton Torres y su esposa Elina. Y sigo diciendo que me admira este compromiso de los pastores con esta obra de Dios a favor de la infancia en situación de pobreza. Este hombre dejó una muy buena posición como prestigioso abogado para trasladarse a vivir en este barrio marginal de El rosal. UN COLEGIO EN BONDA De Barranquilla nos llevan por carretera hasta Bonda, en el Departamento Magdalena. Allí nos espera Estela, directora del colegio, acompañada de los profesores. Todos son cristianos. Varios de ellos han estudiado en el colegio sus primeros años. Los profesores hacen verdaderos esfuerzos por formarse. En ello tiene que ver mucho FUNEDUCAR. Como dice Fanny Sabogal: “Los niños pasan mucho tiempo con el profesor. Así que hemos visto la importancia de formarlo de manera que ayude al niño a formar su carácter a la par que aprende conocimientos generales propios de la academia. A la vez, el profesor puede sensibilizar a los padres sobre su actuar a la luz de la Biblia. El profesor aprende a ver su profesión como ministerio y a sus alumnos como discípulos”. Sandra, una de las maestras, trabaja en el colegio y mejora su curriculum gracias a que ha podido ahorrar parte de su pequeño salario. Es una de las mejores maestras, nos comentan. Pregunto a una madre acerca de su decisión de tener a su hijo en el colegio: “Porque como en ningún otro el fundamento principal es Dios. Aquí le enseñan valores”, dice. La directora dio las gracias, en nombre de los niños, a Alianza Solidaria por la ayuda recibida. También informó que el número de niños va aumentando y que éstos eran lo más importante de la institución. Dio gracias a Dios “por la educación Cristocéntrica que no hemos tenido y que los niños la reciben día a día”. “Esta obra se ha venido haciendo con la ayuda de Dios”. Yo sólo veo que Dios ha bendecido toda esta labor que hacen los cristianos en Colombia. Y no sin oposición, pues el Estado ofrece educación totalmente gratuita, en algunos casos hasta provee los uniformes y comida. Algunos padres dejan los colegios cristianos y los llevan al público; sin embargo, muchos vuelven porque los centros del Estado están masificados y no hay una educación de calidad y decantada por los valores. Los alumnos interpretaron una danza típica de la zona como muestra de su gratitud. Son niños cariñosos y alegres. El cambio es posible. Dios tiene un propósito para sus vidas. Conocimos a Carlos, un niño de 8 años, cuyos padres no son creyentes, y es él quien les predica el evangelio y participa activamente en la iglesia, según nos dijo el pastor Israel. EL TRÁFICO DE PERSONAS Conmovedor y preocupante fue escuchar la historia de una joven profesora a la que le habían ofrecido un viaje a España para trabajar como modelo. Rápidamente nos dimos cuenta que se trataba de un engaño y que más tenía que ver con la trata de personas.Jaume Llenas, secretario de la Alianza Evangélica Española y también secretario de Alianza Solidaria, está informando en cada uno de los colegios visitados sobre este tema. Relacionado con esto comentó: “Colombia y España compartimos un grave problema, el tráfico de personas. Colombia es el país desde el que salen las víctimas, mientras que en España entran anualmente entre 18 y 19.000 mujeres traficadas para ser explotadas sexualmente. España debe de tener unas 320.000 mujeres prostituidas, de las cuales, por lo menos un 90% han sido traficadas desde otros países. Es importante la tarea de la prevención y en esa tarea las Iglesias Evangélicas pueden resultar instrumentales. Por ello, desde Esclavitud XXI, hemos preparado un material didáctico para escuelas, escuelas de padres, iglesias, etc. para prevenir que chicas caigan en manos de los traficantes”. POR RIOHACHA, EN EL CARIBE COLOMBIANO De Santa Marta partimos para Riohachaen el Departamento de La Guajira, situado en el extremo norte de Colombia. Riohacha se encuentra a orillas del mar Caribe. Tres horas y media de viaje por tierra da tiempo suficiente para ver el bello paisaje. Varios puentes nos indican que nos encontramos en tierra de ríos. Luego bordeamos el mar. Se nota el olor de las algas. Cerca de donde nos alojamos hay un paseo marítimo donde trasciende el colorido de la artesanía de los indios guayú. Las mujeres con sus mantas largas, vestido típico de su etnia, venden sus productos donde el regateo es parte de la compra. Llegamos a la Fundación Esperanza de Salvación en el Barrio La lucha que forma parte de un Sector denominado El dividivi, que se ha ido formando por la población desplazada a causa de la violencia, los desastres naturales y la falta de medios de ganarse la vida. Cinco mujeres fueron las pioneras cuando se gestó este proyecto, entre ellas Belky, Rosa y Marta, quienes iniciaron las actividades con los niños con apenas una habitación de barro destinada a impartir las clases, mientras el patio hacía de improvisada cocina. Actualmente alquilan un local, aunque no es suficiente para atender la demanda, ya que muchos padres desean que sus hijos puedan acceder a una educación diferente. Los niños están en clase, pero al mirarlos doy gracias a Dios por permitir que tengan esta oportunidad a la que todo niño tiene derecho. En el patio nos espera una grata sorpresa: algunos de los niños nos deleitan con una poesía, una canción y unas palabras de bienvenida. Lo hacen muy bien. Se nota que están recibiendo una buena formación. Si bien la Fundación empezó con 25 niños, actualmente acoge a 90, de los cuales 70 están apadrinados. Tienen preescolar y el primer y segundo grado de primaria, ya que no se les ha concedido la licencia para enseñar hasta el grado quinto por falta de espacio. Las partes implicadas en la marcha de este proyecto, entre ellas Alianza Solidaria, tienen como reto conseguir los recursos para la construcción de un edificio propio. Tú y yo somos partes imprescindibles en la consecución de esta meta. En el departamento de La Guajira existen grupos que generan la inseguridad en ciertos sectores, es muy alto el índice de muertes a tiro. La lucha, barrio donde está situado el colegio, no es una excepción. Allí no es fácil la convivencia, el día a día marcado por la incertidumbre. Ése es el entorno que rodea a los niños. “No es fácil pero tenemos confianza en el Señor, comenta Marta la directora, “nuestra visión es evangelizar a los niños y ello implica trabajar conjuntamente con los papás. Para lo cual es necesario implementar una Escuela de Padres. En el colegio les hablan de Jesús, mas en casa se encuentran con otras costumbres, con antivalores”. Ya se ha iniciado con la Escuela de padres donde el pastor de la Primera Iglesia Bautista de Riohacha, José Julio, participa activamente. UN OASIS DE PAZ Realmente el colegio es un oasis en medio del desierto, éste parece un slogan incorporado por cada uno de los colegios, ya que todos lo utilizan para describir su labor. “Aquí hay esperanza y salvación para estos niños”, comenta Marta. “Muchos de los que llegan son conflictivos, violentos por lo recibido en casa, pero luego cambian y pueden ser de bendición para su hogar, para su comunidad”. Realmente constatamos que los abusos, la violencia tanto física como psicológica y el abandono por parte de los padres son problemas que los niños arrastran hasta el colegio y por lo tanto deben intentar resolver los maestros. Es encomiable su tarea. Es Dios obrando a través de ellos. Es Dios comprometiéndolos a pesar de sus exiguos salarios. Se han decantado por el prójimo. Es algo difícil de entender desde otras realidades, ¿verdad? Al igual que en los demás proyectos, el compromiso de los profesores es admirable.Más que salarios reciben bonificaciones, pero aun así su entrega y su labor va más allá de ser un profesor. Son conscientes de las dificultades, de que el proceso de cambio es lento, pero “con nuestras actitudes y ejemplo podemos transformar el entorno”, dicen. Recalcan que ellos son la esperanza de esos niños, que el trabajo que hagan con ellos no será en vano. Que hay que sembrar y el crecimiento lo dará Dios. Oír a esta gente te infunde ánimo para seguir en esta caminata necesaria para acercar el Reino de Dios a esta sociedad que se torna cada vez más individualista y acumuladora de lo que no le pertenece. Para acercar Su Reino debemos tener claro lo que Dios nos pide: hacer justicia, amar la misericordia y humillarnos ante él. LAS CARITAS DE LOS NIÑOS Ver las caritas de los niños limpias, sonrientes, dando gracias, dando abrazos, te desmorona y te llama a no pasar de largo, sino a dejar lo necesario hasta que puedan valerse por si mismos como personas valiosas para Dios y para los hombres. Es lo que piensan las profesoras. Una de ellas comenta: “Hay dificultades pero el mayor respaldo es el Señor Jesucristo quien nos irá dando la mano. El abrazo de los niños nos anima a seguir”. “Yo vivo en el barrio y sé que el futuro del país son los niños. Gracias a Dios y a ustedes por esta oportunidad”. “La Fundación no es el local, son los niños, los profesores, los padres, cada uno que aporta para que ésta funcione. Para mi vida ha sido una bendición, me ha ayudado a sostener a mi familia económica y espiritualmente. Mis hijos pueden ir a la Universidad”. Ver la realidad de cerca, tan cruda, tan hostil, tan desgarradora te cambia la perspectiva anterior. Como nos comenta Luis Ruiz del comité de Alianza Solidaria: “Conocía el trabajo de AS a través de los números como tesorero. He venido para conocerlo de cerca y estoy impresionado. Creo que era imprescindible venir para entender y colaborar como miembro del Comité de dirección”. Como dice Francisca Capa: “Cada uno tiene su peso en la obra del señor que aquí se está haciendo. Somos parte de un todo. Lo que cada uno haga de más o de menos tendrá consecuencia en el trabajo de los demás”. Y eso es lo que somos, un equipo donde todos son imprescindibles porque son parte valiosa de ese engranaje necesario para transformar vidas. La de esos niños de los que Jesús pidió que los dejaran acercarse a él; porque de ellos es el Reino de los cielos. DESPIÉNDONOS DE LA GUAJIRA Dejamos Riohacha despidiéndonos con tristeza de Belkys, Marta, Rocío, José, Alcides, Eunice, Liliana, Luz, Dailis… hemos compartido gratos momentos y los acompañamos en sus sueños. Y llevamos con nosotros su meta de construir un colegio para poder acoger a más niños y poder cambiar sus vidas. Ya cuentan con un terreno adquirido hace un tiempo. Como dijo el pastor de la iglesia que apoya la Fundación, “el trabajo que se haga con los niños no es en vano. Crecí en un colegio cristiano, pero más tarde me dediqué a la bebida. Treinta años después soy pastor”. A veces, nos excusamos alegando que no podemos solucionar los problemas de millones de personas que viven en la más absoluta miseria; sin embargo, creo firmemente que marcar la diferencia en la vida de un niño, aunque sea uno solo, vale la pena. Si hoy el señor toca tu corazón, no lo dejes para mañana. Vende, reparte… Así, no te marcharás triste. Es la primera vez que visito los proyectos de AS en Colombia, pero sé que lo que veo es resultado de mucho trabajo anterior. A la gente que ya colabora le digo que cada grano de arena que aporta está bien invertido, puede constatarlo. Lo he visto a través de los niños y sus padres. Tendrán una vida diferente a la de miles de adolescentes que inician sus relaciones sexuales a los 10 y 11 años, a la de chicas que son madres a temprana edad, a chicos que desesperados por la miseria cometen actos delictivos. Somos instrumentos en las manos de Dios para alcanzar sus propósitos. Partimos hacia Cali, en el Valle del Cauca. Seguiremos tuiteando… (*) Para contactar con Alianza Solidaria enviar un email a[email protected], o contactar en la web www.alianzasolidaria.org; o llamar al teléfono (34): 93 420 80 72.

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