Knox, final de una vida controvertida.

Una vida con altibajos, pero con la impronta de la fuerza de un hombre convencido de poseer la verdad y llevar su fe a las últimas consecuencias.

13 DE ENERO DE 2012 · 23:00

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La vida y los últimos años de Knox fueron controvertidos para los hombres de su tiempo y lo continúan siendo en la actualidad. Las diferentes mujeres de Knox y su aprobación de la violencia le han granjeado muchos críticos, convirtiéndole en el reformador más discutido del siglo XVI La reina María odiaba a Knox pero temía acabar con él. La historia entre ambos recuerda en parte a las relaciones de Juan el Bautista con Herodes. En ambos casos había una mezcla de odio, temor y respeto. La joven reina era fanática e impulsiva, Knox por su parte era un terrible misógino y un intolerante. Era normal que ambos caracteres chocaran, mucho más en medio de una alta tensión política y religiosa. En el cuarto encuentro entre María y Knox, éste último lanzó una terrible advertencia a la reina. La joven monarca quería casarse y Knox desaprobaba su futuro matrimonio, cuando la reina le dijo que él no era nadie para cuestionar su decisión, Knox aludió a su deber como profeta de Dios para salvaguardar a su país. De esta manera, Knox anteponía el derecho igualitario, en el que no había distinciones causadas por el nacimiento, y la voluntad de Dios a la de los hombres. El último encuentro de la reina con Knox fue para que éste se defendiera de las acusaciones de traición al haberse interceptado unas cartas que le comprometían. Knox logró defenderse ante el consejo y quedar libre, para disgusto de la reina. Tras quedar viudo, Knox se casó de nuevo en 1564, con una prima de la reina. La nueva esposa tenía diecisiete años y el reformador cincuenta. Muchos han visto en esto una relación profundamente desigual, incluso inmoral, aunque era una práctica muy común en aquel tiempo. Tras la larga lucha con María, esta fue acusada de una conspiración contra la reina Isabel I de Inglaterra y decapitada en 1587. Para aquel entonces, María ya llevaba diecinueve años exiliada fuera de Escocia. La salud de Knox fue deteriorándose poco a poco y 1572 cayó gravemente enfermo. A pesar de lo mermado de su salud, logró mantener una amplia correspondencia con muchos reformados de otros países. El 24 de noviembre de 1572, Knox murió en su cama, mientras su esposa le leía unos pasajes de la Biblia. Una vida con altibajos, como todas, pero con la impronta de la fuerza y vitalidad de un hombre convencido de poseer la verdad y llevar su fe hasta las últimas consecuencias.

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