La bendita locura de Jacobo Fijman

Paloma mía, la Trinidad golpea tus muros con su estrella.

25 DE NOVIEMBRE DE 2011 · 23:00

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POEMA PARA ABRIR EL APETITO LECTOR Presento a Jacobo Fijman (1898-1970), un poeta grande que por entero se entregó a la Divinidad. Nolo busquen en antologías, que no lo encontrarán. Y si van a la Wikipedia, les saldrá una biografía un tanto escorada a lo anecdótico, cargada hacia lo epidérmico de la presunta demencia del autor. Pero aquí estamos para profundizar en su obra; estamos para oírle. Por eso ahora dejaré que hable a su regalado gusto; ahora, cuarenta años después de muerto. Ante la pregunta de por qué escribía, este argentino nacido en Orhei, la antigua Besarabia rusa (hoy Moldavia), respondió en 1968: “Lo hago para que mis actos se ordenen a Dios. Buscando la verdad y no la oscuridad. Y escribo para Dios y para mi perfección. Y Dios sencillamente lo aprueba. Y esto dicho en lengua baja. Para que todos me entiendan”. Al final, luego de leerlo, procuren darle las Gracias por lo mucho y bueno de su palabra Ejemplar, de su vida de santo. “Yo me considero un aristócrata; en el concepto de virtud”, diría. Aquí, como aperitivo, un poema de su libro “Estrella de la mañana”. X Está contigo la paloma santa. Alma mía, somos en Dios desnudez ordenada. Nos levantan las manos olorosas de paraíso. Ando sobre la tierra y en nuestra sangre muero y resucito en la sangre de Cristo. Desnudez ordenada en las manos cubiertas de sueños y prodigios de sueño y de prodigio. Desnudez ordenada por la pasión y la muerte. Desnudez ordenada que cae en la primera muerte y que levanta la primera vida. Se pone multiplicada de misterios, y la manzana conviértese en palomas, y los vientos se cubren por sus vuelos. Nuestras tierras alumbran recostadas en cielos y mediodías. VEAMOS QUIÉN ES EL LOCO Y es que no hay desperdicio en la palabra cuando está se aferra al Verbo y busca penetrar en sus Entrañas. ¿Valorar como demente a quien alargó su voz hacia el magno río del Amor? Fijman dijo/dice/dirá: “Señor, Señor, Señor,/ canto mío eres tú, y Eternidad”. ¡Cuánta riqueza en un hombre que murió con lo que llevaba puesto, más algunos poemas y dibujos de sus últimos días! ¿Loco un cristiano que siente lo que dice y lo dice como opción decisiva? Y Fijman dice/dijo/dirá: “Atadas en el nombre/ corren las almas igualadas en Padre y en Hijo y/ en Espíritu Santo”; “Me veo en la dichosa semejanza del agua y de la luz de Cristo”; o, también: “Sobre la espalda, sobre la noche de la ciudad/ Cristo ha puesto los signos de su boda”. Alguien podrá argumentar que esos versos los escribió a principios de los años 30, mucho antes de su reclusión en un manicomio, hospicio de las Mercedes o Hospital neuropsiquiátrico José T. Borba, de Buenos Aires, donde estuvo entre 1942 y el año de su muerte. Pero aquí tienen su respuesta, aparecida en una entrevista hecha en noviembre de 1968 y que el abogado y escritor Vicente Zito Lema publicó al año siguiente, en la revista Talismán (Cabe aclarar que otra entrevista hecha por el mismo Zito se publicó en la revista Crisis. De ambas provienen las amplias citas de esta aproximación). La primera pregunta apuntaba directo, a si él se sentía un enfermo mental: “No. Rotundamente. No. En primer lugar porque tengo intelecto agente y paciente. Y mis obras prueban que no sólo soy hombre de razón, sino de razón de gracia. A pesar de este sitio, que como cualquiera se dará cuenta, no es el más adecuado para trabajar, he continuado en mi tarea, escribir poesía. Y es mi razón la que hace que entienda fácilmente las cosas sobrenaturales. Los médicos no entienden esas cosas. Se portan fácilmente bien. Pero no pueden ser lo que no son. Simplemente toman la temperatura de la piel. Dan pastillas, inyecciones, como si se tratara de un almacén. Y olvidan que en el fondo es una cuestión moral. Y es que no conozco a nadie que pueda entender la mente. Sin embargo no los odio. Hacen lo que pueden. Lo terrible es que nos traen para que uno no se muera por la calle. Y luego todos nos morimos aquí”. Zito Lemaera de los pocos amigos que tenía al final de sus días. Es más, logró ser nombrado tutor de Fijman, y así podía llevarlo a su casa los fines de semana. Al concluir la entrevista, el poeta pide al amigo un último favor:“Se que dentro de muy poco me voy a morir. Ya soy viejo y he sufrido lo suficiente. Pero tengo miedo de lo que me espera. No de la muerte, porque ya estoy muerto en Cristo, sino de que me abran la cabeza como hacen con todos los internos… ¡No quiero presentarme ante Dios cuando resucite, con el cerebro dañado y chorreando sangre! Mi vida ha sido el estudio, la poesía, quiero estar hermoso, digno… Sáqueme a toda prisa de la morgue. No deje que me destrocen, ¿me lo promete?”. Por ahí parece oírse su voz desde un poema: “La gracia limpia mis ojos en la gracia, mis ojos alumbrados en el Nombre”. Y por aquí, desde los libros que me acompañan donde escribo, sale tronando en su defensa el colombianoRaúl Gómez Játtin (1945-1997): “Antes de derribarlo/ valorad al loco/ su indiscutible propensión a la poesía/ su árbol que le crece por la boca/ con raíces enredadas en el cielo”. Pero, por si no quedara suficientemente claro, Fijman responde sobre su visión de la realidad:“La realidad es el ente. Y el ideal de realidad Dios. Ente increado. No hay nada más real y más evidente que Dios”. A ver, pensando seriamente en la desquiciada sociedad que nos apabulla, ¿decidme quién es el cuerdo y quién el loco? ESTRELLA DE LA MAÑANA Como Estrella de la mañana (1931), pocos libros dedicados a Cristo y a la Divinidad enarbolan tal racimo de palabras inolvidables. Por su extensión resulta impensable que en esta muestra insertemos sus treinta y ocho cantos. Uno lee y se topa con versos de fuerza tal: “En las rodillas de Cristo se asientan las moradas”; “Eternidad en los caminos./ Espero en Cristo regocijado de muerte y alegre de muerte./ Paz, paz, en el camino delante de mis ojos”. Lo escribió, según sus propias palabras, en “la época más oscura que yo he conocido en este país. La gente era perseguida de la manera que ha sido establecida en el Apocalipsis”. Se refiere a la dictadura militar de José Felix Uriburu. Y Concluye: “…quise expresar con ese título la encarnación del verbo”. Pero, además de esos cantos que componen la pieza principal, el libro tiene otros cuatro poemas sueltos: “Adoración de los Reyes Magos” (¡Magnífico, deslumbrante texto!), “Pampa de una noche y un día con su noche”, Canción de la visión real de la gracia” y “Canción de los ángeles de la muerte”. Sólo compilaremos cinco de dichos cantos, más el ya que apareció en el frontispicio. VII El agua oscura, la luz oscura de mi alma quiere morir en Cristo. Alcanzaremos las palomas crecidas y las albas crecidas y los corderos crecidos de todas las muertes. Alcanzaremos el reposo de las palomas, de la una a la otra, de paloma en paloma; alcanzaremos los corderos, de uno en otro, de cordero en cordero. En los brazos de Cristo he visto tierra y cielo, agua y luz, agua y luz, agua de paz y luz de paz, agua y luz, palomas olorosas, agua y luz, corderos olorosos, agua de paz y luz de paz, palomas y corderos. He visto los ángeles que llevan en sí la luz y el agua de la gracia. IX Agua del día y agua de la noche, oración en mi día y en mi noche. Crecen en la oración, y alumbra el tiempo levantado de albas. Gracia del siervo que escuchó los cielos, niño en la luz y con la luz y por la luz de Cristo. Resplandece en sus manos los días y las noches, los días escondidos, las noches escondidas. Vienen los soles escondidos en la criatura llena de muertes; árbol crecido en oración donde paran los días y las noches revestidos de gracia. El agua llena de luz y canción escondida. El agua llena de cielos y silencios de días con sus noches. El agua pura de adoración lava la muerte de tu ojo bajo los cielos. XI Puesta está 1a creación toda en el Misterio con Dios visible en Cristo. Soy el hombre que oye el soplo primero lleno de a frescura de toda eternidad. Sobre la tierra, sobre los cielos. Lavan mis soledades para las bodas, para las bodas de su presencia. Sobre las piedras, sobre las noches de las piedras se derraman vientos dichosos. Mis manos se aniquilan y tocan mi soledad de criatura. Estoy cubierto de soledad para las bodas. Abro las puertas. Vuelan los soles olorosos de soledad profunda; praderas y cielos, y lluvias de gracias sobre las praderas. Nuestras almas son las palomas nuevas. Antiguas puertas se han abierto. Yo entro bajo la estrella. XIII Mañanas olorosas de la visión eterna en las mañanas de todas las criaturas profundizadas en misterio. Mañanas olorosas de todas las criaturas en la visión eterna. Toco las tierras en la misma belleza de las mañanas olorosas de la visión eterna: miran a Cristo las criaturas. Todas las manos levantadas en la misma belleza. En mis noches oscuras los júbilos dibujan sobre los muros luces de espada. Dichosa el alba de las ciudades que hacen en Cristo sus murallas. Se enlazan en amor perdidas a sí mismas albas, palomas y corderos. Cristo levanta los caminos de la oración profunda. Vigilo mis ojos cubiertos de púrpuras sonoras; desfallecen las albas sobre las tierras amorosas. XVIII Nos levanta la cruz hacia el río de los aromas. Entre sí suben las criaturas mansas tendidas en amor a Cristo. Entre sí las criaturas fuertes sobre asientos de paz que cuidan las espadas en amor de Cristo. Amor abre la luz, y se derraman soles y bailan los corderos. Tu alma canta, mi alma reza en los días cerrados, en las noches cerradas, en la vida cerrada, en la muerte cerrada bajo los vuelos abiertos de los cielos. Entre sí suben las criaturas mansas en los asientos puros de olorosos maderos. Amada, afuera nos besaremos desnudos de tinieblas y pavores, tendidos en amor de Cristo. EL ARTE COMO ACTO DE SINCERIDAD A los cuatro años sus padres lo llevaron a Argentina. Entonces era el primero de tres hermanos. Luego otros tres nacerían allí. Poeta, narrador, violinista, pintor… Lo cierto es que Fijman habla claro porque no depende ce capillas o círculos literarios o artísticos. En la citada entrevista, dice: “Entre mi pintura y mi poesía hay una misma mano. Las mismas concepciones. De niño me dijeron que sería un gran pintor. Y entonces quemé todo. Ahora lo hago para perfeccionar mis sentidos, externos e interiores. Sólo de esa forma es válido pintar y escribir. Y hasta que los que se dicen pintores y escritores no lo entiendan, deberían dejar esas cosas. Porque están mintiendo. El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad”. EL POETA EN BUSCA DEL VERBO Y AL SERVICIO DE DIOS En un ensayo publicado en 1931, Fijman va fijando la naturaleza de lo que él entiende como un sacerdocio poético: “Vida de poeta, vida heroica. En cierto modo, teologal”. Y También: “Sobre el poeta viene un estado de desnudez en el amor semejante al de Adán, cuando Dios lo puso al frente de los animales y las cosas para que los nombrara y los gozara todos los días de su vida; y, entonces, el poeta crea verdaderamente por obra y gracia de ese concurso sobrenatural; pues en este estado profético tiene esa fuerza semejante a la Tercera Persona cuando comunicó a las aguas la virtud peces y aguas… Toda la fecundidad poética es fecundidad divina. El poeta toma a la naturaleza como ejemplo, no como madre, y saca a luz su versos delante de los símbolos”. Y en otro ensayo, aparecido un año antes, concluye: “Los que corrompen la carne para hacer poesía desconocen su naturaleza divina… El poeta no busca las palabras, sino el Verbo”. Y otra vez en 1968, ante la pregunta sobre si se consideraba incluido en alguna corriente poética, Fijman aprovecha para dejar clara su religación con Dios, muy alejada de los blasfemos: “No. lo mío está afuera de cualquier escuela literaria. Nunca seguí a nadie, aunque espontáneamente me considero un surrealista. Eso sí, distinto… Los surrealistas son auténticos poetas, pero blasfeman y tienen una raíz satánica. Hablo de los franceses, claro, porque aquí los que se llaman surrealistas, salvo unos pocos, parecen nacidos para coronarse detrás de algún escritorio oficial o esconderse debajo de la mesa. Después quieren disimularlo haciendo jueguitos de palabras… Recuerdo que en París conocí a varios de los fundadores del movimiento, aunque ya sus caras se me han borrado. Una noche nos citamos para leer poemas, estaban Breton, Desnos, Éluard... venían a ofrecerme una recepción, pero alguien o algo hizo que se apagara la luz y no pudimos darnos ni las manos. Con Artaud también nos conocimos en un café, en la Coupole. Estuvimos a punto de pelearnos. Yo me identificaba con Dios y Artaud, con el Diablo. Sin embargo, le tengo aprecio. Un poeta tiene que estar al servicio de Dios y si no es preferible que sirva al Demonio. Lo más denigrante es tener un patrón humano. Ante el desdén social hacia la poesía, en la misma entrevista, argumenta y sentencia: “La poesía es ciencia. Algunos intelectuales la consideran como una categoría del pensamiento inferior. Sin embargo, la fundamentan todas las ciencias. La química sin poesía se convierte en una burda y peligrosa nada, y el ejemplo se extiende a cualquier disciplina. La ciencia es de Dios, y se la cuenta como uno de los dones del Espíritu Santo: pero el Padre, el Hijo y el mismo Espíritu Santo son poetas”. EXCAVAR LA BIENAVENTURANZA “Excavo la Bienaventuranza”, dice en uno de sus versos. Y luego, reflexionando, dice: “Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas”. En tal sentido, el poeta que quiera merodear el Verbo tiene que despojarse de lo mucho superfluo que avasalla su existencia. Tiene que estar como siempre lo estuvo Fijman: …Estoy siempre desnudo y blanco; Lázaro vestido de novio; una mortaja viva entre el ayer eterno y el eterno mañana; una mortaja viva que llora en mi garganta. Estos versos, donde ya se encuentran muestras de su acercamiento a Cristo, pertenecen al primero de sus tres libros, Molino rojo (1926), como también los que siguen: “Sangró mi corazón como una estrella/crucificada./ Dolor;/ del sándalo purísimo del sueño/ trabajaron la balsa de mi vida.// Amor/ hízome calles de esperanza/ que oprimieron tus manos de alegría…”. Y también, sólo a modo de ejemplo, en el poema IV del libro Hecho de estampas (1930):“Extiendo mis brazos hacia el silencio descansado que inmortaliza la lejanía./ Caen océanos en las noches obscuras de nuestras adolescencias en Dios./ Herido de mi canto / por uniones de azar/ toda mi carne mortal recoge la blanca limosna del misterio.// Siento venir el fresco gusto del alumbrar./ Siento venir entre olas de la desesperanza maduros imperios.// Agito los ramajes./ Danzo en la gracia de todas las familias de la tierra y el universo”. Finalmente, el último largo poema de esa época,Letanía del agua perfecta, se publico en la revista ARX (1934). Así comienza: “El agua descansa en el Amado./Contemplación del agua, seas el agua y cielo amor cual es el agua prevenida. Adán,/ asesino de la paloma, de tu paloma, del sí profundo que mueve el agua en cielo y llama en cielo,/ sobre tu cuerpo nos ha crecido la selva oscura, cielo de nada, tierra de nada…”. LA DOLOROSAVERDAD Incide en la sinceridad que todo poeta debería practicar, aunque ese camino duelo, y mucho: “…no confundamos a los poetas con los que escriben libros por vanidad o se doctoran en la carrera literaria: esos mismos que se prostituyen detrás de los premios o de las famas de cenáculos: esos pobres tontos que pretenden encerrar la poesía en un cofre, como si las palabras fueran simples joyas y no lo que son: la carnadura del alma. Esa gente no puede ser considerada realizadores de obras, creadores como lo entendían los antiguos gramáticos por ejemplo Donatus. Se olvida muchas veces que el poema para concretarse necesita de la intuición poética y ella presupone un estado despojado y muy humano del espíritu. ¿Y dónde veremos lo humano más que en el dolor ajeno? De todas formas ya no quiero hacer más cargos a esta sociedad. El Evangelio dice: ‘No juzgar’. Además, ¿quién conoce a nuestra sociedad?, ¿o quién puede conocer otras manifestaciones que no sean las de su demencia y su congénita maldad? Buscar la verdad siempre es doloroso y el que no se anime jamás será poeta. Lo he escrito, estamos en el mundo, pero con los ojos en la noche” DON Y RESURRECCIÓN Partiendo de un tema aparentemente infantil, y en principio con una prosa poco clara, en otro ensayo publicado en 1930, Fijman ahonda en su fe y da señales de su conocimiento bíblico: “Don. Don. Don. La canción de cuna de la Resurrección.Donque está en los nombres y en las voces de los profetas. Don que está en los Salmos. Don que está en los Evangelios. Don de los Misterios de la Trinidad. Donde las canciones interesantes porque están en Cristo, canciones visibles de lo invisible, una en otra canción del pan y del vino; canción que no ignoraba Melquisedec…”. FINAL: A VUELTAS CON LA LOCURA Este hombre que nada tenía, que deambuló haciendo trabajitos de subsistencia por Argentina y parte de Europa, tiene todavía mucho que decir y mucha obra que merece ser leía. En la entrevista que le hace Zito Lema, en la versión ampliada de 1970, se le pregunta si se considera un santo: “No sólo me considero, lo soy. Pero mejor no decirlo porque no lo entenderían. Para los médicos eso es enfermedad. Y ellos no saben lo que es un santo. Sólo tratan a los demás como enfermos. Se guían por los síntomas. Y otras obligaciones no tienen. En esta sociedad está prohibido ser santo. Aun por la Iglesia”. Y que, para él, “los que visten sotanas y se llaman hijos de Cristo son los más dementes, hipócritas y demoníacos de todos. En cuanto a mi obra, los médicos dicen que no hay en ella signos de enfermedad. Y aunque no es gente de gran entendimiento, en esto no se equivocan, ya que no hay en mi poesía nada en contra de la gramática…”. Tan loco no podía estar alguien que hoy opinaría como cualquiera de nosotros respecto a la sociedad española, si estuviera por aquí. Entonces se refería a la megaciudad de Buenos Aires: “Esta es una ciudad que no es buena. Es realmente mala. Corrupta. Llena de gente depravada. Hay una falta absoluta de moralidad. Es una ciudad hipócrita. Hasta parece que fuera la hipocresía su estado natural. Y más todavía cuando nos enteramos cómo se desencadenaron sus problemas mentales, allá por 1920, cuando tras un incidente con la policía es duramente castigado. Él lo cuenta así, reconociéndolos pero quitando importancia a los castigos: “Sí. Pero no me quejo. ¿Quién se podría quejar luego de la pasión de Cristo? Hace ya de esto muchos años. Yo era joven. Una tarde estaba como extasiado, y un Apolonio, entrerriano, me llamó y me dijo: vamos a caminar. Nos pusimos a caminar, y cuando llegamos a una esquina de la Comisaría 4°, no recuerdo cuál era, o cuál es ahora, mi amigo me empujó contra el vigilante. Vaya a saberse si era por una broma o qué sería... Y entonces el vigilante me dio un golpe con esa vara que llevan. En la sien izquierda; y otro en la sien derecha. Luego me llevaron al interior de la Comisaría, me estiraron en el suelo, y me golpearon con las varas. Me golpearon en las rodillas, en las manos, en la cabeza. Es completamente milagroso el estado mío, de que aún esté vivo. Después me desnudaron, me pusieron en un calabozo. Por la mañana, ellos deben haber avisado a mis padres, que todavía vivían. Y me sacaron de la Comisaría. Eso fue todo. Eso, y que les dije que era el Cristo Rojo. Lo sentía como una cosa cierta. Acaso no enseña San Pablo, ‘ser como otro Cristo’. Y mi intención era presentarme como un Cristo revolucionario. Por eso lo de Rojo. Mi grito ‘yo soy el Cristo Rojo’ fue mi única respuesta a los golpes. Y me quedé quieto contra la pared…”. Finalmente, he aquí otra prueba más, si todavía era necesaria, de su sano razonar ante la pregunta de por qué estaba en el manicomio: “Según los médicos debido a que estoy enfermo. Trastornos mentales. Yo creo sin embargo que la mayoría de la gente padece de trastornos mentales, incluso los propios médicos. ¿O acaso la mayoría de los que están en los almacenes y en las tiendas es gente de razón? ¡Ninguna! Y los médicos por ejemplo, el que más o el que menos, padece de psicosis. ¿Y es que alguien sabe lo que es el alma, lo que es el intelecto? Pero así como hay muchos delincuentes que han cometido delitos, y trabajan y no los tocan para nada, también una persona por más loca que fuera, si trabaja no la internan. Cuando a mí me internaron, hacía más de una semana que estaba en la calle, sin comer, sin dormir. Me llevaron en ese estado desfalleciente a la cárcel de Villa Devoto, me tuvieron dos días, y luego me trajeron aquí. Eso fue en el año 1942. Me aplicaron el electroshock. Se ve que querían sacarme la enfermedad del cuerpo. Pero yo no me quejo. De qué tendría que quejarme. Los médicos son buenos. Hacen lo que pueden. Recetan, dan consejos... Y además, si me fuera de acá, ¿adónde iría? No tengo nada. No tengo a nadie”. ¿A nadie? Espero no equivocarme al decirle que, a partir de ahora, ahora tendrá a muchos creyentes con él. A todo aquel que haya leído esta muestra parcial de su poesía y de sus confesiones.Hay que estarle agradecidos por la Gracia de su entrega a Cristo a través de una Poesía duradera: Paloma mía, la Trinidadgolpea tus muros con su estrella. Ven a 1a Noche de oro del cordero que limpia los pecados del mundo; Ven a la Noche de oro de los perfectos, ven a la Noche de oro de los Reyes Magos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - POR EL ÚLTIMO ADÁN - La bendita locura de Jacobo Fijman