John Knox: se enciende la luz de Escocia

La valentía de Knox le costaría la libertad.

28 DE OCTUBRE DE 2011 · 22:00

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	Reproducci&oacute;n de unos presos en galeras</p>
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Reproducción de unos presos en galeras

Cuando John Knox sintió la llamada al ministerio no respondió inmediatamente. Necesitaba estar seguro de que el paso que daba era el correcto. ¿Podría él servir a Dios? Una característica fundamental era que el temperamento de Knox era muy fuerte. Él era consciente de ello, pero al igual que muchos escoceses estaba cansado de los abusos de la Iglesia Católica. Un ejemplo. El todavía joven reformador acudió en una ocasión a una iglesia católica en la que se hablaba abiertamente en contra de la Reforma. Cuando el sacerdote defendió desde el púlpito que la Iglesia Católica podía dictar quién era un hereje y condenarlo, Knox se puso en pie en medio de la congregación y afirmó que la Iglesia Católica estaba tan corrupta que no era quien para juzgar a nadie. Después de aquel incidente, Knox se decidió a ser predicador. El primer sermón del reformador escocés levantó mucha expectación. La iglesia estaba repleta aquel día. Muchos monjes y sacerdotes habían acudido a la cita para desprestigiar al joven y altivo predicador. Knox hablo sobre el libro de Daniel, capítulo siete. Describió los diferentes imperios que representaba la gran estatua de la visión del profeta, para añadir al final, que el último imperio derrotado sería el de Roma. Una Roma representada por el papado y la curia romana. Denunció las herejías de la Iglesia Católica y la vida licenciosa de los papas. Nadie contradijo al predicador, y su sermón corrió como el fuego entre los protestantes y los católicos, que le pidieron discutir sobre el tema en privado, pero al final se negaron a aceptar sus ideas. La valentía de Knox le costaría la libertad. Los católicos escoceses solicitaron ayuda a Francia para asaltar el castillo de San Andrés y eliminar a los protestantes de la ciudad. En 1543, la ciudad fue asaltada por los franceses y Knox fue llevado a galeras. Una dura condena de la que muchos no regresaban con vida. Siendo prisionero no dejó de denunciar las prácticas supersticiosas de la Iglesia Católica. Rechazó besar un ídolo que llevaban sus carceleros, después de una celebración religiosa. La tomó en sus manos y la arrojó al mar. Tras seis años de cautiverio, Knox regresó a casa. Se había forjado un líder indestructible que cambiaría Escocia para siempre. ¿Cómo ejercería Knox su ministerio? ¿Cuál sería el resultado final del enfrentamiento entre católicos y protestantes en Escocia?

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