ETA: punto final sin puntos suspensivos

Un punto de encuentro es imprescindible porque este final es el inicio de un camino complejo de reconstrucción de la armonía social en una sociedad vasca dividida.

21 DE OCTUBRE DE 2011 · 22:00

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Puente en el barrio del Arenal (Bilbao)

La declaración de ETA anunciando el fin definitivo de su actividad armada era algo esperado y deseado. Era la última organización terrorista de la sociedad democrática europea. Muchos cuestionan las razones y la actitud con la que ETA ha tomado esta decisión; se preguntan si ha sido la consecuencia de una derrota policial, si es el fruto de la presión de la izquierda abertzale, si ha influido la proximidad de las elecciones… lo más importante es que supone el final de un camino que ha dejado mucho dolor en estos 40 años. Tomamos decisiones a partir de posicionamientos éticos. En este sentido, los evangélicos consideramos que la resolución adecuada debería ser el fruto de una reflexión y autoevaluación en los militantes de ETA que les llevase a un cambio de actitud, y consecuentemente al reconocimiento público del daño hecho, el arrepentimiento y la petición de perdón; en respuesta, debería producirse una decisión ética en las víctimas y en la sociedad que llevase al perdón y la reconciliación. Es la única forma práctica y realista de resolver y avanzar con consistencia. Pero son éstas decisiones éticas las que probablemente no asumirán ni unos ni otros; se puede así explicar que ETA no cite siquiera a las víctimas y asegure que su lucha armada está justificada porque ha sentado las bases de un futuro político de autodeterminación para Euskadi. Es análogamente explicable que a una buena parte de la sociedad española no le valga el anuncio del cese de la actividad armada y exija el humillante reconocimiento de derrota por parte de ETA; ambas posturas son explicables, pero poco realistas y, lo peor, jamás llegarán a un punto de encuentro. Y ese punto de encuentro es imprescindible porque este final es el inicio de un camino complejo de reconstrucción de la armonía social en una sociedad vasca divididapor muros que quizás no se liquiden hasta la próxima generación. Entretanto, si no es posible aún un cambio en el corazón de personas y colectivos, hay que hacer que los mecanismos políticos cumplan su función de construcción de la convivencia. Hay que asegurar que nadie tiene ya que tener miedo ni sentirse estigmatizado por su origen o su ideología, que no se precisan guardaespaldas para ir al ayuntamiento. Hay que asegurar asimismo que nadie es excluido del debate político por razones ideológicas; durante años hemos dicho que en democracia no hay razón para el terrorismo porque todas las ideas pueden ser expresadas y defendidas en libertad; hay que demostrar, pues, que hay un entorno democrático que permite que el propio independentismo político puede ser defendido en libertad en la arena política en pie de igualdad con cualquier otra ideología; será la mejor forma de deslegitimar a los violentos y desactivar el riesgo real de que una parte de ETA se vuelva a echar al monte.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ollada galega - ETA: punto final sin puntos suspensivos