Ser o tener, esa es la cuestión.

¿Qué tiene que ver el cambio climático con mi esperanza de vivir en una tierra y cielos nuevos?

30 DE SEPTIEMBRE DE 2011 · 22:00

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Para la inauguración de este espacio acordamos publicar la nota originalmente dirigida al Director de P+D, en ella me refería al nombre finalmente elegido por una ajustada mayoría de lectores. Allí explicamos por qué lo de Agentes “de cambio” en lugar de “para el cambio”; ojalá quienes participaron proponiendo nombres estén conformes con la respuesta. A comienzos de este mes decíamos: “Para bien o para mal el ser humano es un agente de cambio. Los que abusan, se abstienen o se hacen los distraídos son agentes de cambio negativo. Los que toman conciencia de su responsabilidad terrenal y se comprometen por amor en actos de servicio a su prójimo y al medio ambiente, son agentes de cambio positivo.” En este mundo que mide todo por el tener, nuestro enfoque es ecológico porque ponemos en primer lugar el ser. En una sociedad insostenible que se debate por no perder estatus cuantitativo, nos ocuparemos en definir pautas de conducta basadas en la nueva calidad de vida que recibimos por Gracia para compartirla generosamente con los demás. El cambio nunca es suficiente. Pero, si es positivo, por pequeño que sea es muy necesario. Ser agentes de cambio positivo, es no quedarnos satisfechos con los pequeños logros alcanzados. Además, si el agente es dinámico el cambio también lo será. Un proverbio chino dice: “Para caminar una milla hay que dar el primer paso”. De eso se trata. Y eso es lo que intentaremos comunicar desde este espacio: debemos atrevernos a dar el primer paso si deseamos aceptar el gran desafío que nos propone nuestro Señor Jesucristo: “Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos”, (Mateo 5:41). La ética del Evangelio de Jesucristo es la que nos propone superar, siempre, las buenas intenciones y acciones de este mundo. En la Conferenciade Bonn sobre “Sociedades sostenibles, ciudadanos responsables” hubo aportes que revelaron las impredecibles e impactantes repercusiones globales de pequeñas acciones locales. El profesor y escritor evangélico Miguel Wickham movilizó al auditorio de nuestro taller “¿Qué puedo hacer? Solamente soy un voluntario”, con la frase “Nada es más poderoso que el corazón de un voluntario”; y el pastor evangélico Enrique Del Árbol demostró por qué es posible para DIACONÍA dar de comer a cientos de hambrientos todos los días, partiendo del esfuerzo voluntario. La oradora de Italia, arquitecta y profesora Beatrice De Carli, demostró con cinco ejemplos internacionales en los que ella interviene, que es científicamente posible ayudar a los más pobres de este mundo partiendo de proyectos simples y sencillos. Las conferencias y encuentros sirven para saber qué hacen otros y cómo lo hacen. También para descubrir afinidades y construir redes de trabajo con personas y organismos con los que existen coincidencias de visión para fortalecer la misión. Sin embargo, no siempre resulta posible poner en práctica en el lugar de nuestra diaria convivencia todo lo aprendido. Ocurre que entre el conocimiento de la necesidad y lo que podemos hacer media –nada más, ni nada menos- nuestra voluntad de hacerlo, cueste lo que cueste. Viviendo en un mundo nunca antes mejor informado como es el nuestro –decía recientemente el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa- muchas veces nos confrontamos con que no sabemos qué hacer con toda esa información. Es tanto el tiempo que dedicamos a informarnos que, de pronto, nos parece carecer de él para tomar decisiones conscientes y maduras. Y lo paradójico del caso, es ver cómo muchos más necesitados y menos informados que nosotros se las arreglan para encontrar soluciones a sus problemas, mucho antes que nosotros a los nuestros. Por causa de carecer de una formación adecuada para enfrentar las realidades actuales, en más de una oportunidad quedamos desubicados por las noticias que nos bombardean una tras otra y no dejan tiempo para la reflexión. Alguna vez hemos escuchado preguntas como estas: ¿Qué tiene que ver el cambio climático con mi esperanza de vivir en una tierra y cielos nuevos? ¿Por qué debo ocuparme en mejorar este mundo que será destruido por fuego? ¿Cómo hacer para conciliar las actividades de mi iglesia local con los desafíos que me plantea una sociedad cada vez más insostenible? Otras veces escuchamos afirmaciones parecidas a estas: Mi pastor dice que ocuparme de cosas como el medio ambiente y el desarrollo sostenible es pérdida de tiempo. Todo lo que puedo hacer por este mundo, lo hago los días de reunión en mi iglesia. Yo me ocupo de predicar el Evangelio; de todo lo demás se encarga Dios. Ser agente de cambio NO implica que yo deba cambiar a la gente. Tampoco que la gente me cambie a mí. Lo que SÍ implica es que si yo cambio seré un agente de cambio. Worldometerses un programa de medición que registra los cambios estadísticos que se operan en el mundo a medida que avanza el reloj. Al momento de escribir esta nota, entre muchas otras cifras (que ya cambiaron desde entonces) leí estas: Población mundial actual: 6.992.328.352 Nacimientos hoy: 239.664 Personas que murieron de hambre hoy: 25.610 Personas desnutridas en el mundo:917.651.738 Personas con sobrepeso en el mundo: 1.546.416.176 Personas sin acceso a agua potable: 852.856.595 Gasto diario mundial de gobiernos para salud: €4.991.699.963 Gasto diario mundial de gobiernos para educación: €4.403.417.216 Gasto diario mundial de gobiernos para fuerzas armadas: €2.267.975.738 Hay muchas otras cifras que importan. Pero, como para comenzar a dar un primer paso, sugiero usar la calculadora, hacer unas simples divisiones, dar respuesta a las siguientes preguntas y luego compartirlas con quienes tengamos cerca nuestro. 1.- ¿Cuántos de nosotros bebemos agua potable, por cada uno de los habitantes que no la tienen para beber? ¿Es esto justo? ¿Cómo podemos contribuir a que todos puedan tener acceso al agua potable? 2.- ¿Cuánto invierten en promedio los Estados en salud pública por habitante y por día? ¿Alcanza con eso para garantizar una vida sana? ¿De qué manera podemos ayudar a mejorar la salud de los más expuestos? 3.- ¿Cuántos desnutridos hay por cada persona con sobrepeso en el mundo? ¿Es justo que a uno le sobre cuando otros no tienen? ¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? 4.- ¿Cuánto invierten en promedio los Estados en educación por persona y por día? ¿Alcanza con eso para asegurar el acceso de todos a una educación digna? ¿Cómo podemos ayudar para educar a los analfabetos? 5.- Compara lo invertido por los Estados en la industria bélica, y lo invertido en salud y educación. 6.- ¿Tiene esto algún sentido? ¿Qué hacer para que esas sumas vergonzosas usadas para destruir se reconviertan a favor del desarrollo sostenible del Planeta? 7.- ¿Te ha servido de algo analizar estas cuestiones para despertar tu interés por mejorar el medio ambiente? ¿Qué te gustaría hacer ahora con lo que sabes?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - Ser o tener, esa es la cuestión.