Metamorfosis del viajero

Miró el reloj, el cansancio acumulado tras tantas horas se encaramaba sobre sus hombros.

06 DE AGOSTO DE 2011 · 22:00

,
La avenida Camacho, rebosante de movilidades, era un estallido de ruido. “Estadio, Hospital Obrero, Estado Mayor” la voz del niño vocero se acercó torciendo la esquina, asomado a la ventanilla. Alzó el brazo de forma automática, y el minibus frenó entonces de golpe. - Apúrese, caballero.- Instó el niño.- Nos van a tocar claxon. Él sonrió, no terminaba de acostumbrarse a lo abrupto de ciertos servicios, al orden en medio del caos. Dentro, varias personas somnolientas y un bebé de ojos negros. Y, de repente, sin previo aviso, de nuevo aquella sensación: la de sentirse como en casa en un país tan lejano, la metamorfosis de la costumbre que convertía sus recuerdos en sueños y su presente en realidades. Respiró hondo, porque ya era parte de aquel escenario, desde luego, ya era uno más.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ojo de pez - Metamorfosis del viajero