El avestruz

Al avestruz la llevaron, para deleite de los turistas, a la Isla Incahuasi.

30 DE JULIO DE 2011 · 22:00

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Al principio, todo le era ajeno al pobre animal, desde el paisaje de sal hasta la quinua de su única comida. Se paseaba entre los flashes de las cámaras de última generación, siempre de camino a la sombra de los cactus gigantes. Ellos sí eran sus compañeros fieles y presentes, inamovibles a pesar de los siglos. Por eso, cuando la niña pelirroja bajó del cuatro por cuatro de la agencia, halló en ella algo familiar. Era lo desconcertante de unos ojos aún inocentes. Se miraron largamente, el avestruz y la niña, dejando detenerse el tiempo. Porque allí, en el mismísimo corazón del Salar de Uyuni, no había más puntos de referencia que los que marcaba el sol sobre el espejo de agua, sobre las espinas y sobre las rocas, agujereadas por el viento. - Come on, baby. Gritó la madre de la niña y ésta, alargando la mano, quiso despedirse de su amiga el avestruz. Pero solo obtuvo un fuerte picotazo que la hizo gritar. Pues en aquel paraje inhóspito, no tener afectos es la forma de sobrevivir a la nostalgia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ojo de pez - El avestruz