Sobre la sexualidad: algunas opiniones (y 2)

Segunda ronda de opiniones sobre la pastoral de la sexualidad. Hablamos con otros tres expertos: Pablo Martínez Vila, Francisco Mira y Marcos Zapata. Un reportaje de Jacqueline Alencar.

16 DE JULIO DE 2011 · 22:00

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Del 2 al 5 de junio, y en Comarruga (El Vendrell-Tarragona), la Alianza Evangélica Española tuvo la acertada iniciativa de organizar un seminario sobre la sexualidad, tema de especial interés, así como una de las asignaturas pendientes de las iglesias. Atendiendo a la importancia de dicho seminario, la semana pasada formulamostres preguntas diferentes a cuatro de los expositores:José de Segovia, Lidia Martín, Josep Araguàs e Israel Sanz. PABLO MARTÍNEZ VILAes Psiquiatra, escritor y fue presidente de la Alianza Evangélica Española. Además de su actividad profesional desarrolla un amplio ministerio en Europa como conferenciante y consejero. Es presidente honorario de los Grupos Bíblicos Universitarios (GBU) y ex presidente de la UME. Libros publicados: Psicología de la oración (CLIE), Más allá del dolor (Andamio), El aguijón en la carne (Andamio), entre otros. Pregunta.-¿Es que podemos explicar nuestras conductas negativas desde el punto de vista genético? Por ejemplo, la adicción al sexo o la infidelidad. Respuesta.-La tendencia hoy en día va en esta dirección: explicar todas las conductas humanas, buenas y malas, por condicionantes genéticos. Así se habla no sólo de genes causantes de enfermedades como el alcoholismo, sino incluso del gen del adulterio. La infidelidad en la pareja se explica -y por tanto se justifica- porque "mis genes me lo han hecho hacer". El aspecto más preocupante de este determinismo biológico es que acaba reduciendo, y finalmente anulando, la responsabilidad humana. "Yo no soy culpable por lo que mis genes me impulsan a hacer". Ahí es donde esta corriente de pensamiento contiene un elemento destructor, pernicioso, desde el punto de vista no sólo moral sino incluso de la cohesión y la convivencia social. Un rasgo fundamental de la madurez de una persona y de una sociedad es su capacidad para asumir responsabilidades; echar siempre las culpas a los demás o a las circunstancias o a los genes es una expresión de inmadurez. Aun aceptando ciertos condicionantes genéticos en la conducta humana, nunca podemos caer en el error de eliminar la responsabilidad humana. No somos responsables por lo que hemos recibido, pero sí somos responsables por lo que hacemos con lo que hemos recibido. P.- Usted dice que el matrimonio no es para egoístas y que la solución de los problemas no radica en más terapia, sino en más agua y jabón para el corazón (incluso rima). ¿Qué significa esto? R.-La inmensa mayoría de crisis conyugales o de pareja (quizás hasta el 75%) no se origina en problemas psicológicos o psiquiátricos (neurosis graves, trastornos de personalidad, disfunciones sexuales, etc.), sino en problemas morales, el más importante de ellos el egocentrismo que lleva a un subdesarrollo del amor. Se llega a esta situación o bien porque no se ha cultivado adecuadamente y la relación se convierte en un sequedal lleno de rutina, o bien porque no se ha entendido la esencia del amor expresada de forma inmejorable en el gran cántico de 1 Corintios 13: capacidad de sacrificio -"el amor es sufrido"-, capacidad de servicio --"el amor es benigno o servicial"- etc. El matrimonio es como una planta que hay que regarla de forma regular; ello requiere de dos ingredientes: interés en el bienestar del otro -buscar su bien- y capacidad de auténtica escucha y diálogo. Ambos sólo pueden arrancar del amor ágape, este amor que va mucho más allá de un mero sentimiento y es una decisión. Por ello decía que la solución a la mayoría de problemas de pareja no radica en la terapia -a veces sí tiene su lugar- sino en más "agua y jabón para el corazón", lo cual nos lleva a amar mejor. P.- ¿Cuál el mejor afrodisíaco para alcanzar una sexualidad madura? R.-La respuesta es una continuación de la anterior. El mejor afrodisíaco es el amor. Los especialistas en problemas sexológicos saben bien que cualquier técnica o cualquier sustancia sólo será eficaz en la medida en que exista un buen fundamento de amor. Con respeto, casi podríamos parafrasear aquí el inicio de 1 Cor. 13: "Puedo saberme de memoria el kamasutra y creerme un perito en técnica sexual, pero si no tengo amor, de nada me sirve". La técnica sólo ayuda a resolver la patología psicológica o física, pero no llega al corazón que es donde se inicia el amor, y por tanto su expresión física que es el sexo. FRANCISCO MIRA es Psicólogo, pastor, escritor y secretario general de los Grupos Bíblicos Universitarios (GBU). De sus publicaciones, os invitamos a leer Sexo y Dios (Andamio, 2005). P.- ¿La enseñanza de Dios sobre la sexualidad en la Creación es contracultura en la sociedad de hoy? R.-Sí, la enseñanza de Dios dada en el momento de la Creación en cualquier área de la vida, es especial y a menudo contracultural, tanto para los hijos de Dios, como para aquellos que todavía no se han reconciliado con Él. El momento de la Creación es único, porque la realidad del pecado (que ha venido a complicarlo y estropearlo todo) todavía no ha afectado a la creación visible. Adán y Eva representan a toda la especie humana y viven en perfecta comunión con Dios el Creador. Todas las cosas, relaciones, funciones, tareas en la creación reflejan belleza, bondad, armonía. Entre ellas, la relación entre hombre y mujer, en ese concepto amplio de la sexualidad que va más allá de la intimidad física, pero que la incluye. Todos los principios enseñados, revelados en ese momento, son de carácter universal y atemporal, trascienden a las culturas, la geografía y las diferentes épocas de la historia, porque pertenecen a ese momento singular. Los cap. 1 y 2 de Génesis son fundamentales para entender y enfocar bien muchos temas, entre ellos la sexualidad humana. La enseñanza bíblica de la sexualidad en la creación, es en más de un aspecto contracultural. Cuando el ser humano rechaza a Dios, se rebela contra él y quiere vivir su vida al margen del Creador, su espíritu, su mente, su cuerpo quedan afectados en profundidad. Empieza a vivir con principios erróneos, y estos tienen consecuencias muy graves. Por ejemplo, el machismo y la violencia de género que le acompaña, es una de las consecuencias más graves que estamos viviendo, y es consecuencia de una actitud y opinión perversa del hombre respecto a la mujer. En lugar de respetarla como a una igual, con la misma imagen de Dios conforme al modelo bíblico de la creación, la historia y la actualidad testifican de esa elección destructiva que no es conforme al propósito original de Dios. La enseñanza bíblica es contracultural en muchos ámbitos porque el ser humano vive ajeno a Dios, conforme a una razón caída, afectada por el pecado, en lugar de una mente renovada e iluminada por la Revelación de Dios. Los pensamientos de Dios a menudo están muy distantes de los de los hombres. P.- ¿Realmente el sexo es el fin de la soledad? ¿Qué le diría acerca de los propósitos de Dios a los solteros, viudos, divorciados…? R.-El sexo (la sexualidad) entendido en la dimensión genital o de intimidad física en el momento presente, nunca podrá ser la respuesta definitiva a la soledad humana. La dimensión física de la sexualidad fue diseñada para el marco del matrimonio heterosexual de forma única y exclusiva. (Gén. 2:24). Quien acude al acto sexual al margen de una relación afectiva profunda y comprometida, seguirá encontrándose muy solo o sola. El sexo (la sexualidad) entendido como dimensión relacional amplia entre seres humanos puede ayudarnos mucho a enfrentar de forma significativa la soledad. Eso es así, porque Dios crea al ser humano como varón y mujer para que se acompañen, compartan y satisfagan su necesidad como seres relacionales al margen del matrimonio. La comunión humana, la amistad, el compañerismo, el compartir experiencias, conversaciones, etc. como la comunión con Dios responden a ese carácter relacional con el que Dios nos creó. La amistad y el compañerismo nos ayudarán a enfrentar significativamente la experiencia de la soledad. A solteros, viudos, divorciados y casados, les diría que el estado civil en el que uno se encuentra no es lo que determina que una vida sea significativa o no. Es nuestra disposición personal interna, de armonía, de aceptación, de madurez con la que vivimos, la que determina sentirnos más o menos solos. Me sentiré menos solo si a relación con Dios es significativa y si he desarrollado y sigo desarrollando relaciones de amistad, de vecindad significativas. El sexo en su dimensión física y al margen del matrimonio no es la respuesta a la soledad, es un camino sin salida y acompañado de experiencias muy negativas. Esta enseñanza también es contracultural. P.- ¿Cuál el mayor argumento para clarificar la cuestión de la homosexualidad? R.-Este asunto es delicado e importante a la vez, aun dentro del ámbito cristiano hay puntos de vistas y hermenéuticas distintas. Por ello es muy importante cómo acercarnos y plantearnos esta cuestión. Mi acercamiento (compartido con hermanos tan autorizados como John Stott) no sería el de usar textos bíblicos más o menos aislados (que los hay en el A.T. y en el N.T.), sino el acudir a los orígenes, al momento de la Creación, aquel momento en el que todo era bueno en gran manera (había orden y significado). Que Dios crease al ser humano en un doble género, lo masculino y lo femenino, es la idea más genial y revolucionaria en la creación visible. Iguales pero no idénticos, iguales y complementarios. Si las relaciones homosexuales hubieran podido ser el propósito de Dios para la humanidad, no habría sido necesaria esa genialidad de Dios de crear la heterosexualidad como el propósito revelado para las relaciones humanas. En ningún momento, en la creación de Dios antes de la caída (Gén. 1 y 2), se nos muestra la opción homosexual como una opción para las relaciones humanas. Cuando Dios piensa en una criatura que sea igual al ser humano como varón con quien éste pueda relacionarse de forma significativa en todos los niveles, no crea otro varón, crea al ser humano mujer. Ni la hermenéutica del amor, ni de la libertad de opción resiste los principios de la creación. Por ello la creación de una humanidad heterosexual como expresión del propósito de Dios es el argumento más sólido en esta cuestión. MARCOS ZAPATAes terapeuta familiar, pastor y miembro de la Junta Directiva del movimiento nacional Buenas Noticias en Lugo, y presidente de la Comisión de Familia de la Alianza Evangélica Española (AEE) P.- ¿Qué está llevando con más frecuencia a optar por las relaciones prematrimoniales antes que por la institución del matrimonio? R.-Primeramente quisiera aclarar el término “prematrimonial”. La relación prematrimonial se entiende como el acto sexual completo entre los novios que tienen intención seria de contraer matrimonio. Los otros tipos de relaciones sexuales entre “amigos” o novios que no han planteado todavía el matrimonio son simplemente actos de simple “fornicación”. La extensión de este tipo de relaciones entre los novios ha tomado, en muchos lugares, una proporción tal que muchos lo juzgan como una actitud “normal”, como ya algo esperable en todo noviazgo. La razón de la extensión del fenómeno de las relaciones prematrimoniales son varias, entre las que puedo destacar: la reducción del amor al sexo; la reducción del sexo al placer; los nuevos estilos de vida y familia promocionados en los medios de comunicación; la facilidad del recurso a los medios anticonceptivos y la píldora del día después; la total pérdida del sentido de la castidad y la pobre, sino nula, educación de la afectividad en general. La presión social activa contribuye fuertemente, ya que realiza una invitación explícita para probar una nueva experiencia. También hay una presión social pasiva, que tiene un efecto de moldear el pensamiento a través de los medios de comunicación, viendo a otros realizando estas conductas. P.- ¿Inciden en esto las nuevas leyes que dan cobertura a estas situaciones? R.-Las nuevas leyes de familia dan cobertura no a la relación prematrimonial, sino a la cohabitación, reglando los diferentes tipos de relación, sin la necesidad del matrimonio, lo cual es un sello de normalización social a las relaciones sin el compromiso matrimonial. P.- ¿Es el amor una clave hermenéutica nefasta cuando una relación sexual no es la correcta? R.-Se está usando la palabra “amor” casi con un contenido mágico, se nos repite hasta la saciedad la máxima de la nueva moral occidental: “si no haces daño a otros puedes hacer lo que quieras” o “si se aman con verdadero amor, ¿no es eso un sello de la aprobación de Dios?”. Pero preguntémonos: ¿Puede –desde el amor- errarse? ¿Puede un auténtico y verdadero amor cristiano conducirnos al pecado? ¿Puede el amor oponerse a la voluntad de Dios? ¿Puede el amor hacer mal? ¿Cuánto de cierto hay en esto de “Ama y haz lo que quieras”? ¿Cuánto de sabio? ¿Cuánto de acertado? ¿Cuán universalmente puede entenderse esta sentencia? Para un buen acercamiento bíblico al tema de las relaciones sexuales se entiende como muy valioso el desarrollo del tópico del amor como criterio de legitimación de la ética de los cristianos. “Nos libra del fariseísmo” –se dice-, “... del uso de la Palabra como letra fría, de la ortodoxia legalista que transforma a la fe en un cerrojo de la vida”. Pero también se lo entiende como un principio limitado, una clave hermenéutica que debe supeditarse a lo que aparezca en el texto bíblico como normativo en términos de intención de Dios para la vida y, en el caso que nos compete, para la vida sexual. Es decir,si una relación sexual no es la correcta, sigue siendo incorrecta, sin importar el grado de amor entre las personas. ¿Qué se intenta transmitir en esta sentencia? Que hay otro criterio de evaluación que está sobre el amor: la voluntad de Dios. Un vínculo es sano si se adecúa a la voluntad de Dios y no lo es si no se adecúa. Más allá del amor, el respeto y el compromiso que sevivencie en el mismo: si no se ordena con el propósito de Dios para la sexualidad humana, tal vínculo no puede ser bíblicamente aceptable. Más allá de la reciprocidad, la fidelidad y la estabilidad que se vivencie en el mismo: si no se ordena con el propósito de Dios para la sexualidad humana, tal vínculo no puede ser bíblicamente aceptable. P.- La cohabitación, una situación tan normal en la sociedad actual, ¿es más peligrosa que el divorcio? R.-Quisiera hacer ver que muchos analistas señalan la erosión continua del matrimonio y la familia, pero cifras recientes publicadas en Inglaterra han llevado a Jill Kirby, portavoz del Centro de Estudios de Política (Centre for Policy Studies), a declarar que la peor amenaza para el matrimonio es la cohabitación, es decir, convivir sexualmente sin estar casados. Dice textualmente: "El serio declive del matrimonio es un cambio preocupante. La cohabitación es una asociación inherentemente frágil. No es el divorcio lo que impactará seriamente en los niños del futuro, sino los padres que tomarán y dejarán diferentes relaciones en las que el matrimonio no será un factor a tener en cuenta". Las asociaciones familiares en el Reino Unido recuerdan que estas uniones son muy inestables ygeneradoras de pobreza. Entrevistado por el DAILY TELEGRAPH, el psicólogo Phillip Hodson, de la Asociación Británica de Consejería y Psicoterapia, explica por qué los matrimoniosson más interdependientes que los cohabitantes: "matrimonio es cuando dos personas se hacen una, y cohabitar es cuando dos personas siguen siendo dos". Diferentes estudios muestran la realidad de la cohabitación respecto a que aumenta el riesgo de divorcio. Muchas parejas jóvenes deciden cohabitar "a prueba", con la idea de casarse después, "para ver si somos compatibles". Piensan que es una forma deprevenir un posible divorcio. Sin embargo, las estadísticas son insistentes: se divorcian más los que antes de casarse estuvieron cohabitando. En España se ha advertido que la cohabitación previa al matrimonio da peor resultado que casarse directamente. Según la Encuesta sobre Fecundidad y Familia, realizada en 1995 con una muestra de 4.000 mujeres y 2.000 varones de 18 a 49 años, entre las mujeres nacidas a finales de los años 60, sólo 3,7% de las que se casaron directamente se habían separado después de 5 años. Las que pasaron antes por la cohabitación se separaron en un 26% de los casos al término de ese plazo. Si vemos el resto del mundo occidental es lo mismo: · En EEUU, diez años después de casarse, 38% de los que habían cohabitado antes se habían divorciado, en comparación con 27% de los que se casaron directamente. Informe Nacional sobre Familia y Hogares (1987-88) · En Canadá las mujeres que han convivido con su pareja antes de casarse tienen una probabilidad mayor de divorciarse (80%) que las que no lo han hecho. En el caso de los hombres, el aumento de probabilidad es de 150%.(Estudio publicado en 1999 en la Canadian Reviewof Sociology and Anthropology) · En Alemania, los matrimonios que cohabitaron antes de casarse tienen entre 40% y 60% más riesgo de acabar en divorcio. (Informe de las Familias del Deutscher Institute) Podríamos hablar también que diversos estudios demuestran que los casados dicen estar felices y que les va mejor, tres veces y media más que los que cohabitan. Otros estudios (Gove et al., 1990; Hu y Goldman, 1990; Lillard y Waite, 1995) señalan que el matrimonio aumenta la felicidad, el bienestar psicológico, la salud física y la longevidad. Gracias a la colaboración de los expertos en este intento de acercar, de forma asequible, una temática que es necesario conocer tanto a nivel individual como comunitario.

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