Fe y misticismo en la poesía de Javier Sicilia

Me indigna, de los poetas y de los intelectuales, el hecho de que no seamos dignos de lo que decimos.

25 DE JUNIO DE 2011 · 22:00

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Es el pecado de nuestro siglo. La poesía trasciende las ideologías, la filosofía, la teología y la ciencia. La poesía toca la verdad que se halla en el corazón de los seres y que por lo mismo es inútil cualquier intento de sistematizarla. Si el poeta para hacer evidente su sustancia la filtra purificando la palabra, debería hacer lo mismo con su propia naturaleza. Grandes poetas son hombres miserables. Al poeta le falta vivir en sus actos aquello que cantan sus palabras.[i] J.S. UNA TRAYECTORIA VITAL Y LITERARIA INTENSA Ahora que el poeta Javier Sicilia se encuentra en medio de la vorágine de una lucha social tan visible a partir del asesinato de su hijo Juan Francisco el 28 de marzo en la ciudad de Cuernavaca, Morelos (al sur del Distrito Federal), las palabras con que cierra la entrevista concedida a la también poeta Myriam Moscona adquieren una enorme dimensión vital y poética. Tal como señaló entonces, con un énfasis ético que incubó en su interior con el paso de los años, su trayectoria poética se enfrentó, como nunca antes, a la necesidad de responder a la espiral de violencia que impactó a su círculo más íntimo y lo lanzó, literalmente, a la calle, primero en una marcha por la paz y en protesta hacia la capital mexicana por la escasa respuesta de las autoridades y, en estos precisos días, desde Cuernavaca hasta Ciudad Juárez, la emblemática ciudad norteña que hoy es, tristemente, sinónimo de muerte e impunidad. Los medios de comunicación han dado una amplia divulgación a esta nueva lucha que vive Sicilia, pero pocos se han preocupado por ubicarlo, para el gran público, en el espacio cultural que ha ocupado durante varias décadas. En un portal de Internet, a falta de datos claros sobre su trabajo literario, Marta Molina ha resumido lo acontecido en los días recientes (con muy buena fe, claro está, y bastante información actualizada) y lo ha relacionado con su poesía, pero sin citar ninguno de sus libros o poemas.[ii] No obstante, las preguntas de Molina son útiles para acercarse seriamente a su obra: “¿Quién era Javier Sicilia antes de la muerte de su hijo?¿Por qué sus demandas como luchador social se quedaron ahora en una sola? ¿Quiénes fueron sus referentes, los que le empujaron a ser como es y a tener la fuerza y la entereza para liderar esta movilización? ¿Quién era antes de convertirse en el punto de mira nacional? ¿Qué hay en su pasado que le hizo inspirar un movimiento unitario contra la guerra y la violencia en México? ¿Por qué dejó de escribir poesía?”.[iii] Otro reportaje, de la revista Gatopardo, es sencillamente magnífico.[iv] El presente artículo busca poner en diálogo su profundo compromiso poético con la lucha que ahora encabeza, pues él nunca se ha caracterizado por escribir “textos militantes”, a la manera de un Ernesto Cardenal o un Pedro Casaldáliga, autores emblemáticos de la literatura cristiana de izquierda, ligada, sobre todo en el segundo caso, a la teología de la liberación, sino que más bien ha producido, desde los años 80 del siglo pasado, una poesía de tendencia mística, muy elaborada y más en la línea de autores como Lanza del Vasto, Paul Claudel o T.S. Eliot, reconocidos escritores creyentes. Podría decirse también que, a partir de 1994, el año del estallido zapatista, Sicilia concretó un sano acercamiento hacia la realidad social del país. Nacido en la Ciudad de México el 31 de mayo de 1956, estudió letras francesas en la Universidad Nacional (UNAM), fue fundador y director de El Telar, coordinador de varios talleres literarios, guionista, miembro del consejo de redacción de Los Universitarios y Cartapacios y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1995. Profesor de literatura, estética y guionismo en la Universidad La Salle de Cuernavaca. Fundó y dirigió la revista Ixtus y actualmente dirige Conspiratio, ambas con fuerte énfasis religioso, literario y social. Formado en una familia católica, en su adolescencia experimentó una crisis religiosa que, con el paso del tiempo, lo llevó a cuestionarse profundamente las razones de la fe tradicional. Así da testimonio de esa etapa: “Me tocó vivir un catolicismo horrible: el catolicismo del miedo. Fui educado con esa inclinación que ha hecho tanto daño, con ese terror a Dios. Mis años de primaria, como decía Rimbaud, fueron una larga enfermedad. Sufría muchos terrores nocturnos. Con el tiempo fui encontrando al Dios del amor”.[v] Su padre lo llevó, simultáneamente, a la fe y la poesía (“Mi padre… era un bienaventurado. Su fe era inquebrantable. Era una fe como de niño. Una fe asombrada”[vi]), y en el bachillerato su camino como poeta comenzó a perfilarse. Luego de diversas búsquedas religiosas y políticas, y de lecturas y estudios frustrados, abrevó en la literatura francesa y comenzó a frecuentar autores que, en esa lengua, lo condujeron hacia la vertiente mística de la poesía, pues para él, los poetas que la exploran “poseen un magnífico mapa del misterio”.[vii] Esencialmente poeta, ha publicado también novela, ensayo, biografía y traducciones.En poesía, Permanencia en los puertos (1982), La presencia desierta (1985; ediciones aumentadas: 1996 y 2004), Oro (1990), Trinidad (1992), Vigilias (1994), Resurrección (1995), Pascua (2000), Lectio (2004), Tríptico del Desierto (2009); novela: El bautista (1991), El reflejo de lo oscuro (1998), Viajeros en la noche (1999), A través del silencio (2002), La confesión (2008); ensayo: Cariátide a destiempo y otros escombros (1980), La revelación y los días (con Tomás Calvillo, 1987) y Poesía y espíritu (1998); biografía: Concepción Cabrera de Armida, la amante de Cristo (2001) y Félix de Jesús Rougier, la seducción de la Virgen (2007); traducciones: El nombre, de Lanza del Vasto (1988), La locura de Abraham, de Pierre Souyris (1989), Anarquía y cristianismo, de Jacques Ellul (2005)e Historia del protestantismo, de Jean Bauberot (2008). Es muy conocido como articulista en las revistas Siempre!, Proceso y La Jornada Semanal, con la columna “La casa sosegada”, dedicada a temas poéticos y religiosos. Fue incluido en la Asambleade poetas jóvenes de México, de Gabriel Zaid (1980). Además, ha editado la poesía de Manuel Ponce y prologado la de Alfredo R. Placencia (El libro de Dios). En 1989, junto con Jorge González de León obtuvo el premio Ariel por el guión de la cinta Goitia, un dios para sí mismo, en 1993, el Fuentes Mares por El bautista, y en 2009 ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, con Tríptico del desierto, que desató una controversia por su manera de inspirarse en los textos de otros poetas. EL VIAJE HACIA LA PERMANENCIA: SEMILLA DE PEREGRINAJE EXISTENCIAL Su primer libro, Permanencia en los puertos (“tiene en el título una paradoja: el puerto es lugar de partidas y llegadas. Pero ahí se habla de una permanencia, no de un lugar de tránsito”[viii]), contiene ya el germen de una cadena de hallazgos existenciales, expresivos y, por qué no decirlo, espirituales que se suceden en una serie admirable de versos (de siete y once sílabas) que, gracias al molde de la silva construida en clave moderna, le permitieron nombrar los espacios que su fe iba abarcando. En la segunda edición de La presencia desierta, afirma: “Toda poesía narra un largo viaje hacia la luz. En mi caso, ese viaje es, como el título de mi primer libro, una permanencia. En realidad nunca partí. Desde que decidí viajar para encontrar a Dios, Él ya estaba en mí y me aguardaba”.[ix] “El viaje hacia la permanencia”, poema que abre el libro es ya una auténtica bitácora espiritual, signado por un epígrafe tomado del Comentario del Evangelio, de Lanza del Vasto: “Nada de lo que ha vivido se pierde…/ La vida es un modo inmutable del ser”: Coro 1 Desde el Vértice Tuyo, hacia Tu adentro la materia palpita con Tu ausencia; el día generoso le devuelve la luz de Tu presencia. Se realiza en la nada de mi centro La profunda labor de Tu reposo. 2 ¡Qué sombras, qué destellos se confunden! ¡Cuánta creación de vida imperceptible trabaja laboriosa! ¡Qué insistencias de tiempo en Él se funden bajo este transcurrir indivisible! Muerte que habita en mí y es prodigiosa! 3 Luz de día y paciencia de serpiente, ojo infinito y de delicia cima que a mi esencia desgarras; ¿qué ventura me toca y me reanima, qué gran amor de Dios ya se presiente y rompe la estrechez de mis amarras?[x] Así respondió a la pregunta sobre si la poesía de elementos bíblicos puede ir hacia lo social: Sí, pero en segunda instancia. El objetivo de toda poesía es profundamente espiritual, no sólo con elementos bíblicos, sino con elementos religiosos y espirituales, y creo que toda verdadera poesía los tiene; es, valga la redundancia, espiritual. Creo, como lo sostenía Tarkovsky, el cineasta, que la misión de todo arte es elevar la conciencia espiritual de los hombres. Si se logra, entonces la poesía adquiere también una función social. Si el hombre crece espiritualmente entonces la sociedad se mejora en sus relaciones económicas, productivas, políticas, culturales. El objetivo de la sociedad dejaría de ser mundano y se volvería trascendente. Una sociedad verdaderamente espiritualizada viviría de manera fraterna y pobre.[xi]

[i] Myriam Moscona, “Javier Sicilia”, en De frente y de perfil. Semblanzas de poetas. Fotografías de Rogelio Cuéllar. México, Departamento del Distrito Federal, 1994, pp. 292-293.
[ii] M. Molina, “Peregrinación a las fuentes de Javier Sicilia, el poeta que estremece a México”, en The Narco News Bulletin, 1 de junio de 2011, www.narconews.com/Issue67/articulo4439.html.
[iii] Idem.
[iv] Emiliano Ruiz Parra, “La voz de la tribu”, en Gatopardo, www.gatopardo.com/ReportajesGP.php?R=90#6.
[v] M. Moscona, op. cit., p. 289.
[vi] Adela Salinas, “Javier Sicilia: el vitral de las tradiciones”, en Dios y los escritores mexicanos. México, Nueva Imagen, 1997, p. 279. Cf. Ricardo Venegas, “El reflejo del espíritu. Entrevista con Javier Sicilia”, en www.elcautivo.org/041115/V2/Pag_V2.htm.
[vii] Ibid., p. 278.
[viii] M. Moscona, op. cit., p. 292.
[ix] J. Sicilia, La presencia desierta. México, Conaculta-Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro, 1996, p. 6.
[x] J. Sicilia, “El viaje hacia la permanencia”, en La presencia desierta. México, Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 13. Cursivas originales.
[xi] R.Venegas, op. cit.

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