Impresiones de y desde Ecuador (y 2)

Los días en Quito se tornan agradables.

18 DE JUNIO DE 2011 · 22:00

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Designada como Capital Americana de la Cultura 2011, esta ciudad es inmensa, alcanzando los 50 kilómetros de longitud, y entre 9 y 14 de ancho. El casco histórico se extiende a lo largo de 320 hectáreas y es el más grande y mejor conservado de América; luego queda una parte moderna, que acoge al sector financiero y a la población más próspera. Algo que no falta es la frase: “Queremos fomentar la cultura”. El encuentro de poetas lo avala. Participan de varios países de Iberoamérica. Hablamos con un conocido narrador ecuatoriano y le preguntamos su opinión sobre la situación socioeconómica y política de su país. Dice que “el gobierno es algo contradictorio. Se han alcanzado avances en las vías de comunicación, algo a lo que ha dado prioridad, pero también es evidente su enfrentamiento con la prensa. Ecuador es un país rico, tiene petróleo, cobre, flores, etc., pero esto no se ha gestionado bien. Ha habido un cambio generacional en el funcionariado, pero con poca experiencia, que se ha tornado inútil”. Los poetas leen en la Universidad Central de Ecuador. Hablo con uno de ellos, joven, quien procede de Guayaquil y es profesor en un instituto privado. Le pregunto cómo vive un profesor de instituto como él. “Con 500 dólares mensuales (en los públicos el sueldo es de unos 350 $). Pago 200 de alquiler, 150 para la comida, somos tres en la familia, y el resto casi no alcanza para cubrir lo demás gastos. Los libros son un lujo que no me puedo permitir; leo cuando algunos amigos me los regalan”. ¿Hay evangélicos en Guayaquil (con dos millones ochocientos mil habitantes, aproximadamente)?, me atrevo a preguntar. “Sí, muchos, cada tres manzanas hay un templo evangélico. Se ha perdido la fe en la iglesia católica, que sólo tiene ritos”. ¿A qué se debe el crecimiento?, digo. “Los evangélicos salen fuera de sus locales, no te obligan a participar, tienen carisma…”. “Yo tengo amigos evangélicos”. Le pido que les lleve dos ejemplares de SEMBRADORAS. Continuamos paseando por Quito. Hay un teleférico desde donde divisas toda la ciudad, inmensa, con muchos espacios verdes. La rodean los volcanes Pichincha y Cotapaxi, este último cubierto de nieves perpetuas. Luego puedes disfrutar de deliciosos zumos de tomate de árbol, mora, guanábana, piña, mango. Teníamos previsto un contacto evangélico, pero no pudo ser. Podría haber quedado así, pero cuando hay un objetivo que cumplir, debemos agotar todos los medios. En una ciudad como Quito de algo más de dos millones de habitantes no es fácil encontrarte con alguien por casualidad. De pronto, te dices: ¿para qué sirve el Internet? Y damos con la Iglesia Bautista Central de Quito, donde hay un pastor cuyo horario se adecúa al nuestro: de 9.30 a 13.30; y de 15.30.00 a 19.00. Qué maravilla, pienso. Decidimos no llamar antes, para ver si es verdad. Nos acercamos a esa dirección. Llamamos al timbre, y ahí estaba: tal como decía en su página WEB. Se trata de Luis Lara, pastor bautista, casado, tiene dos hijas y cuatro nietos. Lo saludamos, como a alguien de la familia. Y lo es. Se muestra muy amable, sencillo, paciente… Pido permiso para una breve entrevista. Dice que sí. Ya le hemos comentado de dónde venimos y que somos hermanos. Esto es suficiente. ¿Es verdad lo que se dice del crecimiento espectacular de los evangélicos en el Ecuador? Efectivamente. Hace cinco años éramos un 4%; hoy, un 16%. Por ejemplo, la iglesia Betania en sólo tres años ha pasado de 300 a 3.000 miembros. El pastor Arturo Norero ha sido bendecido. Ellos tienen programa de radio y televisión. Nosotros los bautistas tenemos 48 iglesias en Pichincha y 250 en todo Ecuador. La iglesia de Israel tiene cuatro mil miembros. Pero el crecimiento en Guayaquil, la primera ciudad en población, ha sido mayor. Desde esta ciudad se promueve la plantación de iglesias en otros lugares del país. ¿A qué atribuye el crecimiento? Lo importante es que el Reino de Dios va creciendo: ésa es la visión de los pastores de las distintas denominaciones. Antes nos peleábamos. Ahora entendemos que lo importante es que las vidas se consagren; que la gente tenga un encuentro real con Dios. Un crecimiento en santidad y servicio. No importa sólo mi iglesia, sino que el reino vaya creciendo en Quito, en el Ecuador. También los pastores hemos descubierto la oración. En algunas iglesias se ora desde las cuatro hasta las seis de la mañana. De allí las personas salen a trabajar. En la de Betania, se ora a las cinco y a las seis se les brinda un desayuno. Yo soy el director de oración a nivel nacional. Se está planificando un Congreso de oración con todas las iglesias. Las iglesias indígenas también crecen. ¿Calidad o cantidad? Se está dando mucha importancia a la formación en cuanto conocimiento y crecimiento espiritual. Muchos jóvenes están en los seminarios formándose para ser pastores. Hay un despertar más que nunca. ¿Se atrevería a opinar sobre la gestión del presidente Correa? Como en todo, unos están en contra, pero también hay gente muy agradecida con el presidente. Se ha notado en el último referéndum. Hay mejoras. Se nota en el trabajo. Todos los que trabajan tienen derecho a la Seguridad Social, desde el doméstico hasta el diputado. Esto es muy bueno, pues en Ecuador hay muchos inmigrantes de Perú y Colombia trabajando. Sólo en Esmeraldas hay once mil colombianos. Desde Cuenca, y en un programa de televisión, el presidente ha dicho que los evangélicos no ofenden a nadie; ni al presidente. Buscan la verdad y la justicia. ¿Hay evangélicos en la política del país? Los bautistas somos apolíticos. Pero de otras denominaciones sí hay. Usted está a tiempo completo, por lo que veo, ¿cómo se sufragan sus gastos, su manutención? Con las ofrendas. Se cubren mis gastos y queda un poco para las obras. A pesar de que este es un barrio de clase media y baja. Parte de la enseñanza es ofrendar. No se pierde. Cuando hablamos de prosperidad, hablamos de gracia, de santidad, sabiduría, gozo. La prosperidad es algo integral. No sólo es el propósito ganar plata. Si Dios es propicio, levantaremos un edificio para guardería y residencia de ancianos. Es un sueño… ¿Realiza la iglesia alguna labor de tipo social? Sí, desde hace cuatro años tenemos un comedor para personas pobres, aunque tuvimos que cerrar durante una temporada. Son treinta; la mayoría niños. Se les provee de un almuerzo a 0.50 $, que es un precio muy barato, pues un menú por aquí como mínimo cuesta 2 dólares. Dependiendo del lugar llega a costar 4 ó 7 dólares. Es el cumplimiento del evangelio. Cristo también sanó, dio de comer… (son palabras suyas). Teníamos un centro médico, pero el doctor viajó y tuvimos que cerrar. También tenemos una librería. ESTANCIA EN OTAVALO Continuamos nuestro periplo por Ecuador, visitamos Otavalo (en la provincia de Imbabura). Es un pueblo de unos 43.000 habitantes, la mayor parte indígena, donde se nota mucho movimiento, auge de la construcción y, al contrario de Quito, no se ven niños de la calle ni mendigos. Los comercios están abarrotados de artesanía. Resaltan los colores. Los otavaleños nos dieron una cálida bienvenida. Muchísimos espectadores se dieron cita para escuchar poemas. El alcalde, Mario Conejo, de origen indígena, el primero en la historia de Otavalo, presente en el acto y parte de la organización del evento, resaltó que, además de mejorar calles y saneamiento básico, está desarrollando un proyecto donde todos se sienten identificados, fomentándose así la unidad entre mestizos e indígenas. “Antes había racismo, ahora no”, dijo. Y de esto pudimos dar fe. El paisaje es bellísimo, visitamos la laguna de San Pablo a orillas del volcán Imbabura, la cascada de Peguche, entre otros. Pregunto al poeta y concejal Fernando Bonilla si el desarrollo de Otavalo se debe en gran parte a las remesas de los que han salido fuera. “Sí -dice. Es parte de esos tres millones de ecuatorianos que han salido. Pero ya desde los años 60, los otavaleños han salido para promocionar su artesanía. Primero a Colombia, México y Estados Unidos. Ahora a Europa. También se está dando la inserción del indígena en todos los campos, algo impensable anteriormente. Éste es un pueblo celoso de sus costumbres, de su idioma, de su idiosincrasia”. Nos comenta que los evangélicos han incursionado sobre todo en las comunidades indígenas. Y que esto ha sido muy positivo. La hospitalidad es maravillosa. Cuesta salir de allí. No olvido los sabores del hervido de mora, el sancocho, la empanada. Los abrazos. LA COSTA DEESMERALDAS La travesía concluye en Esmeraldas, capital de la provincia que lleva el mismo nombre. En Esmeraldas la población es afroecuatoriana. Hace calor, igual que el recibimiento. También se nota la pobreza de las viviendas y la vida en general. Pero hay cariño. Y eso lo arregla todo. Les encanta la poesía. Fue un recital multitudinario. Y al día siguiente otro más, esta vez en Atacames y entre estudiantes que se animaron a declamar sus propios versos. Cuando todo escasea aumenta el interés. Pude degustar sabores costeños como el encocado, la cocada, el bolón, las empanadas de queso. Y las frutas exóticas que nos embriagaron. Paseamos por las playas de Atacames, a orillas del Pacífico, degustando una piña colada. Allá en el horizonte intentaba divisar un pedacito de la meseta castellana. Difícil de olvidar… EN QUITO, DE NUEVO Volvemos a Quito. Me quedan dos ejemplares de la revista SEMBRADORAS y pregunto a uno de los camareros si conoce una iglesia evangélica donde dejarlos. Me nombra varias, pero sobre todo noto que conoce muy bien a una de ellas. Le pregunto si es evangélico y contesta que no. Diría que es un “filo”. Más tarde me dice que no olvide dejar las revistas y me entrega un sobre donde insiste que escriba mi e-mail para que me contesten. Hay muchos simpatizantes nuestros en este país. Es maravilloso. Leo en el Diario “La Hora” que 370.000 menores trabajan en Ecuador, cifra que representa 13% de la población entre 5 y 17 años. Según UNICEF “el panorama de muchos niños se ensombrece por la obligación de contribuir al salario familiar”. Se celebraba el Día mundial contra el trabajo infantil. Así me despido de Ecuador. Pero me quedo tranquila cuando también leo que varias entidades trabajan para que los niños dejen los basurales y otros empleos y vuelvan a estudiar, vuelvan a ser niños. Ciertamente queda mucho por hacer: aquí o allí. No podemos solucionar el problema de millones, pero sí marcar la diferencia en la vida de uno, de dos… o de diez niños. Dejar que se acerquen a Cristo… Tendremos qué decirle cuando estemos cara a cara con Él. Salimos del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito. Volvemos cargados de afecto, de libros y con mucho ánimo para seguir sembrando en España y donde haga falta. El Espíritu de Dios se mueve en todas partes. El cambio sí es posible. En el avión conocemos a Fany, a Lorenzo y a otros ecuatorianos que regresan a España. Nos piden ayuda e información. Compartimos un café en el aeropuerto y quedamos en llamarnos. Nada sucede por casualidad… Vuelvo a mi otra mitad. Ansío ver a mis hermanos en la fe, mientras ya diviso la torre de la catedral de Salamanca, el puente romano, mi barrio de Tejares, mi río Tormes.

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