Mujer y Biblia: respuesta a Amable Morales:

En cualquier caso, con este artículo abro y cierro mi respuesta sobre este asunto.

04 DE JUNIO DE 2011 · 22:00

,
En primer lugar quiero expresar que para un mayor enriquecimiento del debate es de agradecer que Amable Morales haya publicado cinco artículos como alternativa y réplica a mi serie Mujer y Biblia. Pensando en el lector interesado en este tema y debate es que he considerado responder a algunos comentarios y críticas de Morales. EL “CLICK” DEL CRONÓMETRO En su primera exposición Morales cita 1ª Timoteo 2, 12-14 como un texto en el que claramente Pablo basa su mandato (‘no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio…’) en una referencia a la creación antes de la caída(‘pues Adán fue formado primero, después Eva’) […], y por tanto dentro aun del perfecto plan del Creador, existe una diferenciación de funciones y de autoridad entre el hombre y la mujer. Respuesta: No se habla de roles sino de engaño. 1ª Timoteo 2, 9-15 es, con toda probabilidad, el texto más citado por quienes pretenden justificar que las mujeres no deben enseñar hoy en la congregación. Con esto en mente dediqué dos artículos[1]al mencionado texto con el propósito de comprobar que Pablo apela al Edén con la intención de ilustrar el porqué de su solución “menos mala” para frenar los conceptos erróneos que se habían propagado con especial intensidad entre las mujeres de su tiempo. En ningún caso Pablo habla de una hipotética tabla atemporal de roles divididos por género dada por Dios en el relato de Adán y Eva. El Génesis no habla de roles de género, y menos aún de roles supuestamente dados para perpetuarse en el tiempo. No obstante, Morales sí deduce esta idea y trata de justificarla de la siguiente manera: “Adán, todavía sin la compañía de Eva, recibe de Dios el encargo de labrar y cuidar el huerto (Génesis 2,15), como primera delegación de autoridad para administrar la Creación”. Si hacemos caso a esto deberíamos concluir que no debemos permitir que hoy existan mujeres jardineras o agriculturas. El otro rol que cita Morales es el mandato dado a Adán para poner nombres a los animales sin la compañía de Eva, por lo que tampoco podríamos permitir a las mujeres de hoy que fueran taxónomas. Estos ejemplos dados por Morales dan cuenta de que no es correcto apelar a la “ayuda idónea” del Edén para prohibir que hoy las mujeres se suban al púlpito o que pastoreen. Esto es mezclar churras con merinas, sobre todo cuandolo que sí se especifica en el Génesis es que el dominio del hombre sobre la mujer vendría como una maldición provocada por el pecado (3, 16), no como algo deseable a perseguir. Finalmente, quienes defienden la atemporalidad del mandato de 1 Timoteo 2, 9-15 no pueden salirse por la tangente con el tema de los roles. Quienes así piensan deben afirmar con toda claridad que la razón real por la que las esposas deben callar hoy es porque ellas van a engañar a la Iglesia cada vez que hablen, pues es lo que Pablo le dice a Timoteo al mencionar a Eva y no otra cosa. Afortunadamente, hoy nuestro entorno religioso y sociocultural atraviesa una circunstancia radicalmente diferente. ¿UNA MUJER ENTRE LOS APÓSTOLES? Tiene toda la razón Morales cuando afirma que la discusión de Junias como posible mujer apóstol no debe ser la piedra angular en la defensa del ministerio pastoral de la mujer. Por otro lado, mi consideración en cuanto a que “en aquel entorno social no se hubiera prestado demasiada atención a un mensaje anunciado por mujereses criticada por Amable Morales como “una clara concepción condicionada del ministerio de Jesús, pues –continúa Morales- “¿Acaso podemos dudar que si su voluntad hubiese sido incluir a una mujer entre sus doce apóstoles, no lo habría hecho por encima del entorno social?”. Respuesta: Precisamente porque creemos que Cristo es el todopoderoso Dios hecho carne resulta imposible negar que su ministerio estuvo enormemente condicionado. Fue Dios mismo quien decidió autocondicionarse como humillación (Filipenses 2, 3-9) para mostrar su infinita paciencia, amor y comprensión ante individuos injustos. Evidentemente –como bien dice Morales- Dios pudo haber hecho cualquier cosa en Cristo, pero el argumento de la negación del autocondicionamiento divino choca de bruces con el evangelio. De hecho, esta misma idea fue el arma favorita de Satanás contra Jesús, pues “si eres el Hijo de Dios di… haz… ¡Puedes hacer lo que quieras!” (Mateo 5). Cristo marcó el camino a seguir en los asuntos fundamentales (ver Jesús, la mujer y la bombilla). Que mujeres o esclavos no fueran apóstoles, o que Jesús defendiese que la dictadura pagana de Roma debía financiarse con los impuestos de los ciudadanos (Mateo 22, 11) era –como tantas otras cosas- la normalidad condicionadora de entonces. Son situaciones obvias de cada tiempo que un evangelio bien entendido debería llevarnos a superarlas con el tiempo y no a tomarlas como un ideal divino para hoy. El contexto establecido del siglo primero debe dar luz al porqué de la elección de los doce varones apóstoles y a otros muchos asuntos. Como apunta N. T. Wright, “no ganamos nada desdeñando el hecho de que Jesús eligió a doce apóstoles masculinos. Había, no hay duda, todo tipo de razones para ello dentro del mundo simbólico en el que él funcionaba y del mundo práctico y cultural en los que ellos tendrían que vivir y trabajar. Pero […] tenemos que comentar cuan interesante es que viene un momento en la historia en que todos los discípulos abandonan a Jesús y se alejan corriendo; y en ese momento, mucho antes de la rehabilitación de Pedro y de los otros, son las mujeres quienes van primero a la tumba, quienes son las primeras en ver a Jesús resucitado, y son las primeras a quienes se les confiará la buena nueva de que Jesús ha resucitado de entre los muertos. Esto es de un significado incalculable. María Magdalena y las otras son los apóstoles de los apóstoles[2].LA CUESTIÓN KEPHALE En este tercer artículo Amable Morales analiza 1ª Corintios 11:3: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo”. Morales descarta que “cabeza” (kephale) pueda significar aquí “fuente u origen” y lo restringe a un concepto de “autoridad” atemporal y universal las tres veces que aparece en el versículo y critica mi postura del siguiente modo: “Al leer tan elaboradas argumentaciones [las de Luis Marián]se siente un primer “escalofrío”, y vienen a la memoria aquellas palabras del propio Jesús: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños’ (Mt 11:25). ¿Será que el propio Señor estaba equivocado, y no se dio cuenta de la importantísima trascendencia que tiene el conocimiento profundo del griego, la literatura clásica y la semántica, para entender lo que el Espíritu Santo realmente quiso revelar a los autores bíblicos?Respuesta: ¿Está pidiendo Morales que los niños sean quienes impartan los estudios bíblicos en las iglesias? ¿No es contradictorio apelar a “la verdad que los niños deben entender” para de inmediato exponer un análisis gramatical del griego koiné sólo accesible para expertos? Este “argumento” de la “sencillez de la Biblia” (“simplismo” sería lo más acertado) en principio suena muy bien y suele traerse a colación por quienes no avalan el ministerio pastoral para la mujer de hoy. Pero son textos que más bien se acercan a aquellos “difíciles de entender” (2ª Pedro 3, 16), pues antes de llegar a cualquier conclusión superficial es imprescindible conocer algunos de los elementos tan radicalmente opuestos a nuestra realidad que afectaban a las mujeres de entonces. Todo es muy diferente si tenemos en cuenta que aquellas esposas eran legal y socialmente meras posesiones sin derechos ni oportunidades. Por tanto, nos encontramos ante elementos más que de sobra para “no ser niños en el modo de pensar, sino maduros“(1ª Corintios 14, 20). No obstante, la gran mayoría de los argumentos expuestos en mis artículos se derivan de lo que dice el texto bíblico en castellano. “CRISTO PROCEDE DIOS”: ¿“ABERRACIÓN IMPOSIBLE”? El meollo de la réplica de Morales es que para él es una “imposible aberración exegética” considerar que “Dios, siendo ‘cabeza’ de Cristo, es su origen o fuente. Porque eso nos colocaría ante un Cristo creado o emanado del Padre, lo cual derribaría la esencia de nuestra fe en cuanto a su perfecta divinidad.” Respuesta: Origen significa “1.m. Principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de algo” (Diccionario de la Real Academia de la Lenga Española).Por otro lado, el griego kephale se traduce como: “Cabeza, Parte superior, Dominante, Principal, Fuente, Origen” (VOX, Diccionario Manual Griego-Español José M. Pabón, 1967). Partiendo de estas aclaraciones, considerar a“Dios como origen de Cristo”, no sólo está lejos de ser “una aberración exegética” sino que es una de las enseñanzas más asentadas y menos discutidas de La Biblia. Por poner sólo algunos ejemplos: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió” (Juan 8, 48); “Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios” (Juan 16, 30). Ver también: Juan 9, 16, 1ª Juan 5, 18, Hebreos 1, 6; 5, 5. Hechos 13, 33; Juan 16, 30 ¿Proceder del Padre le usurpa la divinidad a Cristo –según Morales- y ser el segundo en autoridad tras su ascensión no? La confusión se acentúa cuando se intenta argumentar su particular tesis con textos como Colosenses2, 8-10 óEfesios1, 20-23 en los quese muestra a Cristo ascendido a Los Cielos como la máxima y total autoridad del Universo, no como la segunda. LA COHERENCIA DE “CABEZA” (KEPHALE) COMO “ORIGEN” EN 1ª CO. 11, 3 Como hemos visto,Kephalé es un término con acepciones similares a las que en castellano damos al vocablo “cabeza”. Margarita Muñiz aclara que “la palabra ‘kefalé’ era usada en el mundo secular y religioso griego con el significado de ‘fuente’ u ‘origen’, y no con el de ‘gobernante’. Este hecho lo confirma la traducción al griego del texto hebreo del Antiguo Testamento conocido como la Septuaginta. La palabra hebrea para cabeza ‘ros’, comúnmente usada para líder o gobernante, es traducida al griego por otra palabra diferente a ‘kefalé’ más de 150 veces.[…] En general, se una la palabra ‘arché’ o ‘hegemon’, y sus derivados. En ningún caso se menciona el término ‘kefalé’[3]”. Siguiendo con la cita de 1ª Corintios 11, 3que ocupa el artículo de Morales vemos que -una vez más- son las explicaciones de Pablo las que aclaran que aquí kephale apunta a una relación de procedencia y no de mando, pues en los versículos contiguos el apóstol especifica que se está refiriendo al origen y la procedencia mutua del hombre y la mujer: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón […] pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (vs. 8, 11 y 12). Otra evidencia más en esta misma línea es que si Pablo hubiera querido describir un supuesto orden de autoridad jerárquica resultaría difícil entender por qué al apóstol “se le descoloca” dicho orden y opta por establecer una cadena de mando en la que en primer lugar está Cristo sobre el varón, después el varón sobre la mujer y en tercer lugar Dios sobre Cristo. Si la intención hubiese sido establecer un orden de autoridad lo más lógico es que éste se hubiese puesto correctamente, es decir: 1º) Dios sobre Cristo, 2º) Cristo sobre el varón y 3º) el varón sobre la mujer. Por último, Morales mostraba supuestos significados de kephale como acepción de “autoridad” en textos bíblicos ajenos al debate mujer y hombre, por lo que en estos casos nos daría absolutamente igual cuál fuese la acepción del polisémico término kephale. No obstante, incluso en las citas usadas por Morales se sigue apuntando a kephale como origen o fundamento. Su alusión a la “cabeza (kephalé) del ángulo del edificio” (Hechos 4, 11; 1 Pedro 2, 7) -la piedra fundamento colocada en la parte inferior- suena poco natural si la entendemos -tal y como Morales lo interpreta- como “la autoridad” del edificio. De hecho, es Pablo quien aclara en Efesios este uso concreto de kephale como el origen o germen desde el que parte o crece el resto del edificio, pues siendo “la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (Efesios 2, 20-21). EL PROBLEMA DEL SOMETIMIENTO Leer Efesios 5, 21-25sabiendo de los problemas tan específicos que afectaban a las mujeres de aquel siglo nos debe llevar a exclamar: ¿Cómo no va a pedir Pablo a aquellas mujeres que se sometan a sus maridos? El mandato de Pablo es una confirmación de todo lo que venimos exponiendo y no un argumento en contra como pretende Morales. La instrucción del apóstol es una consecuencia natural de quien desea la armonía para la incipiente comunidad cristiana. Y qué mejor referente para saber “cómo” someterse correctamente que fijarnos en lo que se pide a la amada Iglesia sujeta a Cristo. No obstante, también vemos que Pablo pide al varón que ame a su esposa como Cristo ama a su Iglesia (v. 25) así como apela a la sumisión mutua (vs. 21), algo que los versículos del 28 al 33 subliman aún más al solicitarse al marido que ame a su mujer “como a su propio cuerpo” (v. 28), “como a sí mismo” (v.33). Sabiendo que la esposa era poco más que una posesión nos percatamos de que Pablo está dando un mandato transgresor en pos de dignificar y proteger a la mujer al mismo tiempo que les pide a ellas que dejen de comportarse de forma perniciosa, una situación que Pablo explica en otros textos ya vistos. Llegados a este punto… ¿Qué tiene todo esto que ver con la restricción de ministerios para la mujer? Nada. Efesios 5 apunta a que el amor ejercido por el esposo debe también ejercerse “como a uno mismo” para no dar lugar al maltrato físico de la esposa, algo que deducimos de la orden de Pablo para que el hombre ame el cuerpo de la esposa como al propio. Como esto no puede quedarse en palabras bonitas, el mandato debería concretarse también en un esfuerzo paulatino para que las esposas tengan cada vez mejores condiciones y acceso a cualquier labor legítima y edificante para la Iglesia que los varones de bien también desean para “sí mismos”. Fuese como fuese, lo que es seguro es que aquí no se habla de la restricción del ejercicio de los dones o de ministerio de la mujer en la Iglesia. MUJERES Y ESCLAVOS DEBEN SOMETERSE Lo que sí es seguro es que si todos hubiesen asimilado el concepto atemporal del “sometimiento” que se defiende en los artículos de Moralesaún seguiríamos manteniendo esclavos entre nosotros, pues sólo cinco versículos después de que Pablo hable de la sujeción de la mujer también pide a los esclavos que se sujeten a sus amos sin rechistar (Efesios 6, 5). Por tanto -una de dos- o admitimos que el concepto de sometimiento y sujeción sí debe entender de contextos históricos o –segunda opción- debemos concluir que la abolición de la esclavitud fue también un “relativismo absoluto frente a la Palabra de Dios” que “rebaja la revelación de Dios para adaptarla a nuestro particular encaje”.Como vemos, estos planteamientos acaban volviéndose contra sí mismo. EL EJEMPLO DEL SOMETIMIENTO DE JESÚS La alusión al sometimiento de Jesús respecto a las autoridades humanas (pues el sometimiento entre humanos es el tema que aquí nos afecta) como las civiles, las religiosas o la de Cristo como hijo de José y María no es en ningún caso un sometimiento ciego o ilimitado. Me sorprende leer a Morales diciendo que Jesús, en el [sometimiento] “religioso” no cuestionó, sino que ratificó, la autoridad espiritual de los sacerdotes¿Es la actitud de Jesús respecto a los fariseos el modelo de sometimiento que pedimos para las mujeres respecto a sus maridos? Este ejemplo dado por Morales es una evidencia más de que los sometimientos a humanos nunca pueden ser absolutos e inflexibles y que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5, 19). “SUJETAS EN TODO” Recuerdo a una hermana que pedía oración por una pariente que había sido encarcelada por –según ella- “someterse” a su marido cuando éste le pidió transportar unos fardos de droga. Son casos extremos pero reales, por lo que en ningún caso podemos citar que “como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efesios 5, 24) como un supuesto apoyo bíblico para que las mujeres obedezcan “en absolutamente todo” a sus maridos. Pablo está apuntando a algo muy diferente, pues afirma que las mujeres se sujeten al marido, no de cualquier manera, sino “como la Iglesia se sujeta a Cristo”, un matiz que centra por completo el tema. En la sujeción hay bendición y bienestar, y de ahí el deseo de Dios para que haya plena sujeción, respeto, concesiones y un profundo amor inspirado en Cristo para toda relación humana. Así nos irá bien y este es el punto de Pablo para el matrimonio. Otra cosa muy diferente es dar carácter de “voluntad divina” a la opresión o al lastre contra el llamado de Dios con otros creyentes, ya sean ciudadanos, hijos o esposas. Necesitamos llegar a un sano y equilibrado concepto de “sometimiento” que armonice con el resto de La Escritura y que, por tanto, no soslaye otros textos que exponen nuestra responsabilidad para invertir los dones que Dios nos ha dado a cada uno y cada una en particular (Mateo 25, 14-30). DIFERENCIAS DE VIVIR BAJO UNA U OTRA “TEOLOGÍA” Morales recuerda con razón los innumerables “abusos, vejaciones e imposiciones que a lo largo de la historia han sufrido las mujeres, y aún siguen sufriendo”. Y aunque en esto estamos todos de acuerdo, no podemos obviar que los testimonios que hoy oímos siguen dando cuenta de que en un contexto donde se impone la restricción de algunos ministerios para la mujer se siguen produciendo sufrimientos innecesarios. BÍBLICOS Por parte de quienes defienden la restricción actual de ministerios para las mujeres es habitual oírles hablar de la necesidad de ajustarse a La Palabra de Dios y no adaptarse al feminista mundo que nos rodea. De nuevo es algo que parece sonar bien, pero la realidad es que ni el llamado a la igualdad es ajeno a La Biblia ni esto coincide con lo que observamos en el mundo y la historia. Lo que contemplamos alrededor no es precisamente un entorno igualitario ni mucho menos feminista. Más bien lo contrario. Ni siquiera nuestro minúsculo reducto espacio temporal del Occidente del siglo XXI se escapa de la marginación hacia las mujeres en muchas áreas. Si algo hemos tratado de exponer en estos artículos es que el desarrollo de los acontecimientos ha sido precisamente al revés. Mientras las sociedades de transfondo cristiano (y no es casualidad) han ido asimilando parte del legado de igualdad del evangelio, algunas iglesias y líderes religiosos –siempre hombres- optaron desde el principio por la tendencia de dar cabida a diferentes grados de la misoginia dominante en cualquier tiempo y lugar. Paralelamente, muchos de estos líderes de la cristiandad optaron por ignorar o solemnizar el particular contexto social de la Roma del siglo I, una cultura, problemas y soluciones adaptadas que obviamente siempre serán “bíblicos”, pues aparecen en La Biblia. No podemos pensar que con aquellas vergonzantes desigualdades de por medio la inspiración del Espíritu Santo sobre Pablo se produce sin tener nada de esto en cuenta. Este modo de acercarse a La Escritura sólo ofrecerá incongruencias bíblicas y una falta de sentido lógico que ya vimos en esta serie. No podemos confundir lo sencillo con lo simple, ni “lo de toda la vida” con la verdad del evangelio cuando lo que nos sigue contemplando es una avasallante marginación de las mujeres a lo largo de milenios, culturas y religiones. Sin embargo, que buena noticia es poder anunciar al mundo que Jesucristo vino a cambiar esta tendencia y que ser parte de este llamado liberador es una misión de hoy para sus hijos.

[2] El servicio de las mujeres en la Iglesia. La base bíblica N. T. Wright, Reino Unido Conferencia en el simposio, “Hombres, Mujeres y la Iglesia”, por el Dr. N.T. Wright. St. John's College, Durham, 4 de septiembre de 2004. (Trad. de Eva Navarro).
[3] Margarita Muñiz, “La interpretación bíblica y el papel de la mujer”. Revista Aletehia nº 12, p. 64 1997.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - d-Lirios - Mujer y Biblia: respuesta a Amable Morales: