La presión del trabajo, con la óptica de un Dios soberano

Joel Forster entrevista a Paul Valler, que convivió con las presiones de ser Director de Finanzas y Recursos Humanos de una multinacional de la informática.

12 DE FEBRERO DE 2011 · 23:00

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Su experiencia le ha llevado a pensar sobre las raíces de las decisiones que tomamos y con lo que ha aprendido de sus años en el mundo profesional ha escrito “Esto es vida”* (Publicaciones Andamio, 2010). Valler cree que conocer bien a Dios cambia totalmente nuestro enfoque sobre el trabajo. Pregunta. Ante el estrés, muchos profesionales intentan dividir su día en dos, por ejemplo: “70% de trabajo y 30% de vida”. ¿Crees que es un buen esquema mental? Respuesta: El trabajo es parte de la vida, no una parte diferenciada de ella, pero poner algunos límites es una buena idea. Uno de los mejores límites al trabajo es el practicar el ‘Sabbat’. Cómo colocar estas barreras al largo de cada día puede depender de las circunstancias o la época de la vida en la que uno esté. No me gustaría promover una fórmula o ser demasiado específico en cuanto a porcentajes. Desarrollar un modelo de descansos en el día laboral, para orar en espacios breves, por ejemplo, puede ser algo importante (Daniel 6:10). P. Más y más gente vive conectada 24 horas al día a través de sus teléfonos de última generación, email, redes sociales… ¿De dónde sale esta necesidad de estar siempre conectados? R. Vivimos en una cultura de la “atención parcial continuada”, que afecta nuestra capacidad de dar la atención que se merecen las personas que están a nuestro alrededor. Tengo que encontrar momentos en los que no estoy conectado al parloteo del mundo, porque si no, no llegaré a estar nunca conectado realmente a Dios o a las personas más cercanas. Debemos tomar la tecnología como nuestro algo que nos sirve, no como algo que nos domina. EMPEZAR A HACER CAMBIOS P. Hay trabajadores cristianos que, después de darse cuenta de su dependencia del trabajo, deciden empezar a hacer cambios pero no consiguen mantenerse en la buena dirección. ¿Qué recomiendas para perseverar en un contexto de trabajo en el que los cambios son difíciles? R. Nuestro comportamiento fluye de lo que creemos. Si nuestro comportamiento va volviendo hacia formas antiguas de hacer las cosas es que no hemos cambiado realmente nuestra forma de pensar. Por ejemplo, muchos se creen la mentira de que el valor que tienen como persona depende de su capacidad de rendimiento. Así que aunque se dan cuenta que tienen que cambiar su forma de trabajar, siguen cayendo en la tendencia de trabajar demasiado duro, ya que no se sienten seguros a no ser que no estén rindiendo a alto nivel. Cambiar nuestra forma de pensar significa renovar nuestra mente al meditar sobre la Palabra de Dios. Si podemos identificar las mentiras que creemos subconscientemente, entonces seremos capaces de pensar en la verdad de la Biblia, que confronta esas ideas falsas. Así renovamos nuestra mente, y el comportamiento cambiará como consecuencia. P. ¿Hay algún ejemplo de alguien en la Biblia que recomendarías como modelo imitar en su perseverancia, en un estilo de vida centrado en Dios y en el saber dar la prioridad correcta a Dios, la familia y el trabajo? R. Obviamente Jesús es el ejemplo perfecto. Aunque no estaba casado, tenía su madre a la que cuidar, y a lo mejor, como hermano mayor, también tuvo algún grado de responsabilidad sobre sus hermanos y hermanas cuando José murió. Es interesante el darse cuenta de dos contrastes en los evangelios. Primero, cuando su madre y hermanos le buscan, Jesús les ignora y sigue enseñando (Lucas 8:21). En cambio, cuando está en colgado en la cruz –su obra más importante- está pensando en su madre y pide a Juan que cuide de ella (Juan 19:26). Creo que esto nos muestra que la elección correcta no es siempre la misma en situaciones diferentes. Es difícil encontrar un paralelo exacto con nuestros días en un personaje bíblico concreto, porque diferentes aspectos aparecen en cada uno de ellos. Tanto Daniel como José son ejemplos de creyentes viviendo en culturas ajenas y en posiciones de responsabilidad en su lugar de trabajo. Pedro entiende la importancia del trabajo, pero también de la familia y la comunidad cristiana, mostrándolo en la forma en la que escribe su primera carta. Tenemos que intentar aplicar los diferentes principios que se enseñan en la Biblia nuestra situación actual, en una cultura contemporánea. UNA IDENTIDAD FUERTE P. En “Esto es Vida” hablas sobre la importancia de tener una identidad fuerte que nos lleve a tomar decisiones sabias en momentos de ansiedad o presión. ¿Cuál es la clave para tener esta identidad con raíces profundas? R. La clave es conocer a Dios como padre. Este conocimiento va más allá de estar de acuerdo intelectualmente con ello. Afecta profundamente nuestro corazón, viene del Espíritu y de la Palabra, y es fortalecido por el hecho de ser parte de una comunidad cristiana. P. ¿En qué áreas nuestras decisiones pueden empezar a ir mal cuando no tenemos esta identidad clara? R. Si no sabemos que somos aceptados y amados por Dios, estaremos constantemente intentando agradar a otras personas, para ganar su aceptación. El sobre-trabajar puede ser un síntoma de esto. Si dejamos que nuestra identidad la defina nuestro trabajo, estamos dejando que tenga demasiada influencia sobre nosotros. Lo que dejamos que nos defina se convierte en nuestro ‘dios’. Para alguna gente es el dinero, para otros es una relación, para algunos es el deporte o un hobby. El consumismo y el materialismo son indicaciones de que alguien está intentando establecer una identidad a través de lo que posee. Y cualquier cosa que dejamos que se convierta en un ídolo nos llevará a que lo adoremos, y acabemos por tomar decisiones distorsionadas. P. “Quién soy”, “por qué estoy aquí” y “que debería hacer”. Comentas en el libro que estas cuestiones son clave. ¿Por qué es importante tener respuestas reales a estas preguntas? R. Si yo no sé quién soy, o por qué estoy sobre el planeta Tierra, entonces mi vida se convierte en una búsqueda desesperada de una identidad, de un sentido. Cuando sé que mi identidad real es la de ser un Hijo de Dios (1 Juan 3:1) y mi propósito es hacer las buenas obras que Dios ya ha preparado por adelantado para mí (Efesios 2:10), entonces estaré seguro en mi identidad, y mi vida se convierte en un descubrimiento de mi llamado y la satisfacción de trabajar en mi vocación. SINTIENDO LA PRESIÓN P. Muchos libros hablan sobre la importancia de que un cristiano viva el evangelio también en su lugar de trabajo. ¿Dónde está el punto de equilibrio entre ser luz y someterse a tus superiores (el jefe)? R. Lo que impacta a otros es la gracia y la fragancia de conocer a Jesús (2ª Corintios 2:14), es nuestro carácter, nuestra actitud, nuestras decisiones, incluyendo en ello la forma en la que nos sometemos a las autoridades. Nuestro jefe último es Dios, quien nos pide que nos sometamos a las autoridades, excepto cuando estas confrontan la autoridad de Él. Si se nos pide que hagamos algo que choca contra Dios, entonces tenemos la autoridad de resistir y confiar en Dios (Hechos 5:29). Y si sufrimos por ello, estamos sufriendo por Cristo. P. En el trabajo, uno se puede sentir como que tiene que satisfacer las expectativas de otra gente: alcanzar los objetivos, acabar el trabajo a tiempo... ¿Cómo podemos evitar que una sensación de ansiedad empiece a afectar también a otras áreas de nuestra vida? R. Es bueno tener una buena dirección en el trabajo, pero es malo vivir con el miedo de fracasar. A largo plazo, la ansiedad daña nuestra productividad pero también nuestras relaciones personales. Hay que empezar por tratar la ansiedad a través de orar y dar gracias (Filipenses 4:6-7). Por ejemplo: nuestra seguridad económica a corto plazo puede estar en riesgo, pero al fin y al cabo es Dios quien es nuestro proveedor y los resultados en el trabajo están bajo su control (Génesis 39:23). Objetivos en el trabajo, y ultimátums son temporales, así que el éxito o el fracaso en ellos no duran para siempre. Dios mide muchas cosas, pero no hay ningún sitio en la Biblia en el que pone un objetivo numérico para algo. Hacer lo mejor en nuestro trabajo es honrar tanto a Dios como a nuestro jefe, pero si sabemos que nuestro valor como persona no depende en cumplir las expectativas que otra persona tiene de mí, tendré mucha más seguridad. P. ¿Son la presión en el trabajo, en la familia y en la iglesia, comparables? ¿Hay soluciones comunes para el estrés en estas áreas tan diferentes? R. Las expectativas de otros (o de nosotros mismos) es un factor muy común de estrés, venga de donde venga. Aprender a explicar la posibilidad de decir “no” es esencial para saber manejar las expectativas de otros. Esto sólo es posible cuando tenemos paz y un sentido de valor personal seguro. La mejor forma de tener esto es el conocer a Dios. EN CONCLUSIÓN P. ¿En qué maneras puede un cristiano empezar a perder la perspectiva de la soberanía de Dios, en momentos en los que muchos se esfuerzan para seguir adelante en medio de una crisis financiera? R. Centrarse en el dinero lleva a ansiedad, mientras que centrarse en Dios lleva a paz. Dar gracias a Dios por quién Él es y por lo bueno que tenemos nos ayuda a mantenernos centrados en Dios. Estar satisfechos es algo que podemos aprender (Filipenses 4:12). Este proceso de aprendizaje incluye muchas veces momentos en los que fallamos en el confiar en Dios, pero el descubrir también que Dios ha cumplido sus promesas. Dios no nos ha prometido una vida libre de dificultad o sufrimiento –de hecho, lo contrario a esto (Juan 16:33)-, y nosotros nos preocupamos por muchas cosas. Existe la tentación de creer la mentira de que todo depende de lo que nos esforcemos. Pero mientras vamos madurando nos damos cuenta de que Dios está activo en nuestras vidas y que Él es fiel y está por encima de nuestras dificultades. P. Dices que tu propia experiencia en el mundo del trabajo te ha ayudado a escribir este libro. ¿Cuáles son algunas de las reflexiones prácticas de tu vida hasta ahora? R. En primer lugar, tengo una tendencia peligros a decir “Sí” a otras personas! Esta tendencia me lleva fácilmente a sobre-comprometerme. Tengo que poner límites y tener el valor para decir “No”. En segundo lugar, el tiempo a solas con Dios es esencial para reconstruir una buena perspectiva y experimentar el ‘Shalom’. Es bueno apartar tiempo para estar con Dios, regularmente. En tercer lugar, es muy útil tener una persona con la que, voluntariamente, puedas orar y dar cuentas de tu vida. Por último, ayuda mucho también desarrollar un lema o una expresión clara de cuál es tu misión, a nivel personal. * “Esto es Vida” de Paul Valler, se puede conseguir poniéndose en contacto con Publicaciones Andamio: [email protected] ó tel. 93 432 25 23. También puede conseguir el libro en su librería cristiana más próxima. Para saber más sobre “Esto es Vida” y otros libros, puede ver el perfil de Andamio en Facebook.

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