08 DE MAYO DE 2009 · 22:00

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Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior: Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa; Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor. Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer; Tú en la capilla fúnebre, Tú en la noche de bodas; Tú en el beso primero, Tú en el beso postrer. Tú en los ojos azules y en los ojos obscuros; Tú en la frivolidad quinceañera, y también en las graves ternezas de los años maduros; Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén. Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo; si sus labios te niegan, yo te proclamaré. Por cada hombre que duda, mi alma grita: «Yo creo». ¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

Amado Nervo (México) Selecciona: Isabel Pavón

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