Hay un mal que he visto bajo el sol, y muy común entre los hombres: Un hombre a quien Dios ha dado riquezas, bienes y honores, y nada le falta a su alma de todo lo que pudiera desear, pero no le ha capacitado Dios para disfrutar de todos ellos, porque un extraño los disfruta. Es"/>

Capacidad de disfrute

No se puede afirmar que las vivencias humanas hayan cambiado demasiado con el paso de los años. Ya en el libro de Eclesiastés, escrito hace unos 3.000 años se encuentra este fragmento: Hay un mal que he visto bajo el sol, y muy común entre los hombres: Un hombre a quien Dios ha dado riquezas, bienes y honores, y nada le falta a su alma de todo lo que pudiera desear, pero no le ha capacitado Dios para disfrutar de todos ellos, porque un extraño los disfruta. Es

19 DE DICIEMBRE DE 2009 · 23:00

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Muchas veces se viven las pequeñas contrariedades cotidianas con un alto nivel de dramatismo. Es frecuente ver gente que pierde el control porque se le ha escapado el transporte público que podrá tomar en unos minutos o porque se le ha acabado la batería de su móvil que podrá recargar en cuanto llegue a casa. Por nuestras calles se ven expresiones de aguante, resignación y sufrimiento para soportar lo que, bien mirado, no pasa de ser pequeñas incidencias. Mucho más grave es la adversidad con nombre propio recientemente publicada: James Bain. Cuando en 1974 este hombre negro era un joven de diecinueve años fue condenado a cadena perpetua por secuestro y violación de un niño de nueve años. Aunque afirmó que ese día estaba viendo la televisión con su hermana gemela, pudo más el testimonio de la víctima afirmando que su agresor tenía bigote y quemaduras en un lado de la cara. Tras treinta y cinco años y una vez demostrada su inocencia ha sido puesto en libertad encabezando el triste ranking de personas que han estado más tiempo privadas de libertad y con el paso de los años se ha demostrado que la sentencia era injusta. Sus expresiones no son de rencor ni sentimiento de venganza, aunque los años en la cárcel ya son irrecuperables. Dice “no estoy molesto porque tengo a Dios conmigo”. No falta quien cuestione su fe y le incite a que pregunte a su Dios —si es que existe— por qué le permitió verse en esa tesitura, pero lo cierto es que el apoyo familiar, su espíritu de lucha y perseverancia han acabado por demostrar su inocencia. Al parecer la capacidad de soportar la adversidad y el disfrute de la vida van cogidas de la mano y no siempre las poseen quienes tienen más motivos para disfrutar. Se dice que James Bain gozaba en prisión con algo tan simple como ver una y otra vez la película Titanic y que, ahora en libertad, quiere repetir la experiencia. No es frecuente encontrar personas con capacidad de disfrute pero es mejor tener esa cualidad que grandes razones para disfrutar. En este mundo siempre habrá contrariedades y adversidades pero quienes poseen esa envidiable capacidad de disfrute son capaces de encontrar motivos en cosas insignificantes aún en medio de las circunstancias más adversas.

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