Iglesias virtuales, ¿falsas o verdaderas?

No puedo negar que la noticia sobre el boom de las iglesias virtuales en EE.UU. publicada hace poco en P+D es de esas que se traducen en una sonrisa escasa y un leve resoplido a veces nasal, a veces bucal y otras veces simultáneo.

12 DE DICIEMBRE DE 2009 · 23:00

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La primera reacción es de sorpresa, reserva y un rechazo incontenible. Será que uno ya tiene una edad. No tardan en pasar por la cabeza algunas preguntas ¿Será descabellada la idea o es que me pueden mi formación, mis raíces, mis costumbres y mis tradiciones? ¿Se agota el tema en la cuestión de si iglesias presenciales o virtuales? ¿Se puede despachar el tema considerando la experiencia online demasiado descafeinada? A ver, pensemos. No todas las cosas importantes de la vida tienen lugar a través de la presencia física. El no haber visto nunca a Cristo no es obstáculo para que los creyentes nos gocemos en él (1ª Pedro 1:8). Sin ir a Turquía expresamos nuestra identificación con Carlos Madrigal y su lucha por el Evangelio. Las manifestaciones del pasado sábado en varias ciudades de Catalunya a favor de la iglesia perseguida tienen la componente presencial de la concentración pero el mensaje alcanza a hermanos nuestros a quienes seguramente no veremos nunca aquí en la tierra. Y así podrían multiplicarse los ejemplos. Sería un error pensar que la iglesia virtual va a impedir que se escapen quienes no tienen voluntad de asistir. Cuando no se quiere, no se quiere y punto. Aunque se les llevara el bautisterio, los símbolos y la predicación a pie de cama. Sería un error creer que la iglesia virtual puede sustituir o desplazar la presencia física y el contacto personal de la vida en congregación, de la misma manera que nadie cree que el teléfono o la videoconferencia sustituye la relación presencial con nuestros seres queridos. Sería un error ignorar el peligro de fomentar el aislamiento tan generalizado ya en nuestra sociedad occidental. Dicho eso, la iglesia virtual con su interactividad puede ser una herramienta más que permita alcanzar, por ejemplo, a personas que nunca entrarían en un templo de la misma manera que nosotros llevamos determinadas actividades a lugares públicos para alcanzar a personas que nunca pisarían nuestros locales. La iglesia virtual puede ser útil para estar en contacto con las generaciones jóvenes y personas que por razones de salud o distancia están privadas de la relación presencial. La primera vez que alguien me propuso orar por teléfono me llevé una sorpresa mayúscula pero luego entendí que era una forma tan válida como cualquier otra. A veces, ante noticias como esta, tenemos la sensación de estar perdiendo nuestras esencias. Pero la esencia es que el Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:23). ¿Son verdaderas todas las iglesias presenciales y falsas todas las virtuales? ¿Son honestos todos los líderes de iglesias presenciales y corruptos todos los de las virtuales? ¿Se concentran los errores y desviaciones sólo en las iglesias virtuales? “Edificaré mi iglesia” tiene que ver con el mensaje de Cristo y las personas a quienes se dirige. Por eso y sólo por eso deben seguir trabajando las iglesias de verdad, las virtuales y las otras.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Iglesias virtuales, ¿falsas o verdaderas?