El Señor de la vida pública

Una respuesta de Emily Choge al escrito de Christ Wright “Todo el Evangelio, toda la Iglesia, todo el mundo”.

30 DE OCTUBRE DE 2009 · 23:00

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Todo el Evangelio, toda la Iglesia, todo el mundo (III)

A fin de facilitar una conversación global auténtica, pedimos a diversos líderes cristianos de todo el mundo que respondieran a los artículos principales de la “Conversación Global de Lausana”. Los puntos de vista expuestos a continuación no necesariamente representan al movimiento de Lausana. Simplemente están pensados para estimular el debate desde todos los diferentes puntos de vista y segmentos de la comunidad cristiana. ¿Qué implica el hecho de que toda la iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo? Implica declarar la soberanía de Cristo en todas las áreas de la vida, aún incluso cuando nos enfrentamos en nuestro contexto a realidades muy diversas. Para mi ese contexto es el continente Africano, más particularmente Kenya. No podemos relegar la soberanía de Cristo al ámbito privado y dejarnos llevar en nuestra vida pública por nuestras ideologías nacionalistas, militaristas o tribales. Cristo debe ser nuestro Señor en todas las áreas de nuestra vida (social, política, económica y espiritual). En África, por ejemplo, el valor que le damos a la comunidad queda reflejado en la siguiente frase, acuñada por uno de nuestros filósofos: “Yo soy porque nosotros somos; y como nosotros somos, por lo tanto yo soy.” A pesar de esto, lo que las relaciones sociales actuales dejan entrever es la desintegración de la familia a causa de la urbanización. La idea de comunidad se está viendo amenazada por las fuerzas del individualismo y la xenofobia, tan presentes en numerosos países africanos como Ruanda, Kenya y, más recientemente, Sudáfrica. De norte a sur hemos sido marcados por las guerras como consecuencia del acaparamiento y mal uso de los recursos por parte de codiciosos líderes en complicidad con las multinacionales. Necesitamos restaurar ese cuidado y preocupación del uno por el otro, distintivo inequívoco del cristianismo bíblico. Necesitamos un buen gobierno y liderazgo en nuestros países a fin de poder combatir la corrupción. Anhelamos líderes que se preocupen por el oprimido y sirvan a la gente, en lugar de líderes cuyo principal objetivo es acumular riquezas. África es un continente rico. TODO EL EVANGELIO Debemos pues preguntarnos: “cómo pueden ser utilizados los recursos en favor del necesitado en lugar de estar al servicio de la codicia de aquellos que están en el poder?” El 80% de los habitantes de Kenya se considera cristiano, pero el cristianismo no ha tenido un impacto ni en la política ni en la economía. En lugar de predicar todo el Evangelio, hemos estado predicando un evangelio parcial, y por lo tanto distorsionado, que no ha sido capaz de cubrir las necesidades materiales de la gente. Ante esto, algunos han preferido decantarse por la predicación del ya conocido evangelio de la prosperidad. Aunque esta decisión sea errónea, es una clara llamada de atención para que despertemos. Necesitamos considerar cuidadosamente las palabras de J.H Wright, en relación a la importancia de tener en cuenta ambos Testamentos, Antiguo y Nuevo, a la hora de exponer el evangelio. El ejemplo de Jesús al identificar su misión con la del profeta Isaías nos muestra el camino: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres.” Esto se conoce como la “opción preferente de Dios” por aquellos que están oprimidos o subyugados, a fin de ofrecer libertad a los cautivos, cualquiera que sea su situación. TODA LA IGLESIA Debido a la magnitud de la causa, si sólo se involucra una parte de la Iglesia, ésta no puede hacerlo sola. Aunque hemos estado divididos, necesitamos recuperar ese holismo, ese todo de la Iglesia afirmado en el Credo de los Apóstoles: “Creo en la santa Iglesia católica, y en la comunión de los santos.”
Así como el cuerpo de Cristo tiene muchos dones, también la Iglesia repartida en distintas regiones geográficas alrededor del mundo abunda en dones diferentes que pueden enriquecer el mensaje del evangelio. Contrariamente a aquellos misioneros del pasado que tildaron de “bárbaras” a las culturas que se iban encontrando, debemos alimentar y afirmar una iglesia que vea el valor en la cultura y busque a su vez reflejar al Cristo encarnado a través de diferentes expresiones culturales. Esto implica que los africanos, por ejemplo, puedan aportar al evangelio ese sentido de comunidad, su música, y sus celebraciones. Del mismo modo, Asia podría aportar su misticismo y respeto por los mayores, Occidente su sentido del orden y el tiempo. Si combinamos lo mejor de cada cultura, vislumbraremos ese rico tapiz que Apocalipsis describe cuando habla a cerca de “toda tribu, lengua, pueblo y nación” reunidos ante el trono de Dios. ¡Que día tan gozoso será! Los defectos y pecados de la cultura serán a su vez juzgados por todo el Evangelio. Es decir, ya no habrá una cultura predominante juzgando a otra, sino que todos nos arrodillaremos ante la soberanía de Jesucristo, dejando que sea Él el que se encargue de nuestras carencias. A TODO EL MUNDO Ahora más que nunca, debemos darnos cuenta de que lo que hacemos en una parte del mundo afecta seriamente la otra. Las emisiones de gas de Occidente están causando el calentamiento global y fundiendo el hielo del océano Ártico, así como la nieve del monte Kilimanjaro. De hecho, nos hemos convertido en una aldea global en la cual, desgraciadamente, las patentes diferencias son más visibles que nunca. Frente a esto, las posibilidades de hacer lo correcto son muy altas, pero la amenaza de la maldad es también una realidad inminente. En una parte del mundo, el acceso a Internet es cada vez más rápido, mientras que en la otra no han visto ni siquiera un ordenador en su vida, con lo que la brecha digital se está ensanchando cada vez más. Una parte del mundo lucha continuamente por sobrevivir con un dólar diario, mientras que la otra malgasta codiciosamente los recursos de ésta. Y aunque los “telones” de la guerra fría ya han sido rasgados, otros muros se han erigido en su lugar, dividiendo así el mundo cristiano del musulmán, los ricos de los pobres, los que tienen de los que no tienen. Mientras los que tiene protegen sus intereses creando reglas más estrictas para la inmigración, los que no tienen recurren a medidas desesperadas para poder emigrar a nuevas tierras. ¿Qué tienen que decir la soberanía de Cristo y el Evangelio ante estas graves situaciones? Estoy de acuerdo con J.H Wright cuando añade que “el Evangelio debe ser lo suficientemente grande y nuestra misión lo suficientemente ancha como para incluir el poder transformador de Dios ante la enfermedad, el hambre, la brutalidad, el tráfico humano, la esclavitud, la violencia de género, la pobreza, la injusticia, la xenofobia, y toda forma de odios y opresiones étnicas o tribales.” Necesitamos alcanzar esos bolsillos inalcanzados de la humanidad en lo que era el antes conocido como “mundo cristiano”, para que así toda esfera de la vida sea tocada. Ya que como dijo Abraham Kuyper, “no hay ninguna parte de la creación de la cual Cristo no asegure que es suya”. Si ha habido algún momento en la historia cuyo grito de guerra debiera ser “toda la iglesia llevando todo el Evangelio a todo el mundo”, ese momento es ahora. Señor, ayúdanos a hacer este clamor realidad en nuestra generación. Emily Choge es profesora de estudios religiosos en la Universidad de Moi en Eldoret, Kenya. Fue alumna del Instituto Teológico Internacional Langham, con un doctorado por el Seminario Fuller. También contribuye en el African Commentary y es una fiel defensora de las necesidades de los refugiados y deslpazados por la guerra. El movimiento Lausana entra en la recta final de su tercer encuentro (Lausana III, en Ciudad del Cabo, en octubre de 2010). Con este motivo, organiza un foro global por internet llamado “Conversación Global de Lausana”. A través de blogs, forums de discusión y otras herramientas interactivas como Twitter y Facebook, la conversación global permitirá que se oigan las voces de todos. Por ello, este foro está abierto a todos los cristianos evangélicos del mundo entero, y servirá para debatir las cuestiones centrales que se debatirán en CP2010, incluyendo el contenido de este artículo. Te recordamos la web de la “Conversación Global de Lausana” ¡No dejes de participar! Fuente: CT2020. Traducción y adaptación de Lidia García Pérez. Edición: ProtestanteDigital
Artículos anteriores de esta serie:
 1Nuestra misión ¿TODO el Evangelio? 
 2Nuestra misión: todo el Evangelio, TODA la Iglesia, TODO el mundo 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - El Señor de la vida pública