Milagros instantáneos

Recibió como herencia una considerable estatura, fortaleza física, muy buena presencia y una leve enfermedad mental diagnosticada con mucho retraso. Néstor nació a principios de los setenta en una familia desestructurada con un padre alcohólico y maltratador que, en el mejor de los casos, se ausentaba de casa con frecuencia.

11 DE ABRIL DE 2009 · 22:00

,
Vivió una infancia dura y escasa de afectos. Rendimiento escolar deficiente y su preparación intelectual escasa aunque siempre evidenció aptitudes para el dibujo y las manualidades. Odió a su padre hasta después de muerto. Con sus hermanos siempre estuvo en constante conflicto y experimentó tanto el menosprecio como el rechazo de su entorno familiar. Sólo la relación con su madre se mantuvo constante si bien no faltaron las aristas y los disgustos. No se sabe como llegó a la delincuencia ni los delitos concretos que cometió, suficientes para mantenerle en prisión desde los dieciocho años hasta casi los cuarenta, con algunos meses de libertad y muy escasos permisos carcelarios. En la cárcel escuchó reiteradamente el mensaje del Evangelio y se aficionó a leer la Biblia, incluso llegó a tener una experiencia de encuentro con Dios. Tenía a Cristo en el corazón pero su escasa comprensión de la doctrina, su propia biografía y, casi seguro, su manera de ser harían del todo imposible que esa conversión fuera ´homologada´ por cualquier iglesia que se precie. Como cristiano evangélico no encajaría en ninguno de los cánones preestablecidos. Era desconfiado, inadaptado y su carácter era áspero a veces. Luchó contra la escasa confianza en sus posibilidades. Se desanimó mil veces al comprobar su falta de voluntad y constancia para implicarse en actividades formativas y laborales en la prisión. Tenía siempre la impresión de que todo el mundo estaba contra él. Era un hombre herido, resabiado, desesperado y escéptico. Con su esfuerzo y la ayuda de psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales fue haciendo un largo camino hacia el tercer grado. Idealizaba su vida futura, trabajaría, se casaría y asistiría a la iglesia con sus hermanos en la fe. Soñaba con vivir normalmente, como todo el mundo. En sus primeros contactos con la libertad descubrió que la chicas se distanciaban de él tan pronto sabían algo de su historia. Se dio cuenta de que encontrar trabajo era cosa muy complicada en una época de crisis y con sus escasas habilidades. En sus primeros contactos con cristianos percibió una corrección distante en el trato, mal disimulados recelos y reservas de todo tipo. Eso si, no faltó quien exigiera un milagro instantáneo y que de la noche a la mañana se convirtiera en creyente clase media con una vida eclesial al uso. Tiene su familia en contra y serias dificultades para formar una propia. Su incorporación al mundo de trabajo se presenta llena de problemas y su entorno eclesial no es el idóneo. Queda, sin embargo, en pie la posibilidad del milagro. El milagro de que con Cristo en el corazón y su ayuda, con su constante esfuerzo personal, con las ayudas institucionales y el calor de personas que lo aprecian pueda ir superando tanta adversidad y construir una vida que agrade a Dios. La verdad es que lo tiene muy difícil y que la evolución puede ser muy lenta, pero ese milagro si sigue siendo posible.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Milagros instantáneos