Ser padres, ¿tortura o delicia?

Cuando parecían superados los años de baja natalidad en España, llegó la crisis y lo estropeó todo. Nos habíamos acostumbrado a ver mujeres embarazadas por nuestras calles y carritos de bebés en plazas y parques. Estudios recientes anuncian, como si de un daño colateral se tratara, que estamos ante un drástico frenazo de la natalidad y que en el próximo decenio la población española tendrá un crecimiento vegetativo, sólo vegetativo.

31 DE ENERO DE 2009 · 23:00

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Si el tener hijos es apostar por un futuro de crecimiento, la disminución del número de hijos es sinónimo de decadencia. No es que las mujeres españolas en edad fértil vayan a tener menos hijos; se mantendrán en 1,39 hijos por mujer, cosa que no es como para echar cohetes (Francia, sin ir más lejos, está en 2,02). Habrá muchas menos mujeres en edad de procrear, entre otras razones, porque la entrada de inmigrantes se reducirá a la mitad. De esto se deriva que la población dependiente —menos de quince años y mayores de sesenta y cuatro— aumentará del 43 % actual al 53 %. La mayor carga sobre las clases activas comportará que tener un hijo se siga viendo como algo heroico por un amplio sector de mujeres. Países de nuestro entorno han abordado el tema hace decenios y sus ayudas a la familia son, con mucho, más eficaces que las nuestras. Desde importantes desgravaciones fiscales hasta ayudas a progenitores que deciden trabajar a tiempo parcial o dejar temporalmente su trabajo, pasando por un amplio abanico de ayudas públicas directas por tener dos o más hijos, dotaciones económicas para familias de rentas bajas y asignación por parto o adopción. Mientras Francia destina el 3 % a ayudas familiares España sólo el 0,7 %. Habrá que exigir a nuestros poderes públicos que enfrenten, de una vez por todas, este grave problema. No sirve de excusa apelar a la crisis económica porque los años de bonanza tampoco se han aprovechado para avanzar en esto de manera significativa. Hoy por hoy los padres españoles tienen que encontrar en los sacrificados abuelos ayuda ante la falta de guarderías, las rigideces laborales y la escasez de ayudas económicas. A partir de ahí, construir una relación cariñosa y saludable con sus hijos. A partir de ahí, convivir con sosiego en familia y fomentar un clima de cariño que permita la educación de los pequeños en principios y valores. A partir de ahí, buscar el equilibrio entre autoridad, tolerancia, disciplina, amor, generosidad, exigencia y estímulo. A partir de ahí, luchar contracorriente para que sus hijos asuman la cultura del esfuerzo alejados del consumismo galopante. Siempre fue fácil echar hijos al mundo pero ser un buen padre y una buena madre es infinitamente más difícil. Esto último es un acto heroico revestido de vida cotidiana y a la vez la ocupación más hermosa de toda la vida.

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