Tesoros de ida y vuelta

Se cuenta que durante la anterior crisis económica un día muy de mañana llegó a un pueblo aislado en las montañas un hombre con la intención resolver algunos asuntos de su negocio. Se dirigió al único hotel de la localidad donde el dueño y recepcionista le pidió un depósito de cinco mil pesetas para formalizar la reserva de su habitación por una noche (no olvidemos que entonces la crisis era crisis, sólo desde la entrada del euro la crisis es desaceleración).

27 DE SEPTIEMBRE DE 2008 · 22:00

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El hombre accedió a regañadientes y se fue a resolver sus asuntos. El dueño del hotel puso el billete en la caja registradora que apenas contenía unas monedas. Después llamó al carpintero y éste fue de inmediato a recoger las cinco mil pesetas, importe impagado de una factura de arreglos en la cocina. El carpintero a su vez se fue corriendo al almacén de maderas donde tenía deudas pendientes y las saldó con la entrega del billete. El del almacén de maderas se dirigió al hotel para pagar con las cinco mil pesetas la estancia de su viajante al que días atrás había hecho venir para estudiar cómo reactivar las ventas. Horas más tarde volvió al hotel el primer hombre diciendo que había resuelto sus cuestiones con mayor rapidez de la prevista y no necesitaba pernoctar. Pidió que se le devolviera el depósito y el hotelero, muy amable, le devolvió sus cinco mil pesetas de modo que el casi huésped se marchó. Habían cobrado en el mismo día el carpintero, el almacén de maderas y el propio hotel pero nadie había gastado su dinero pues el forastero se llevó sus cinco mil pesetas en el bolsillo; igual que cuando llegó. La historia es una simplificación de cómo el movimiento de dinero puede beneficiar a su paso a las personas. Pero hay otros aspectos de la vida en los que ocurre algo parecido; sin ir más lejos en el campo de los afectos. Cada día es una oportunidad extraordinaria de recibir y dar afectos. Conviene estar atentos a los que nos llegan y saber recibirlos de buen grado porque son todo un tesoro. No es bueno retenerlos rompiendo así la cadena balsámica. Es mucho mejor darlos a los demás que, sin duda, los están necesitando. Sólo así, tarde o temprano, los afectos entregados volverán a nosotros con su nueva riqueza. Si has dado afecto y todavía no te ha venido devuelto, espera con paciencia porque un día u otro lo recibirás cuadruplicado.

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