El proxeneta del 70 veces 7

¿Te has topado alguna vez con este espécimen? Durante bastante tiempo yo pensé que no existía más que en mi imaginación, pero existe ¡vaya si existe! Tiene su hábitat idóneo en colectivos de gente bien intencionada que aspira a vivir según principios cristianos y practicar el perdón de las ofensas recibidas con toda sinceridad, con lo que eso cuesta.

19 DE SEPTIEMBRE DE 2008 · 22:00

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Utiliza sentencias bíblicas que interpreta interesadamente y a su aire. Su porción bíblica favorita es Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” No tiene el menor miramiento a la hora de provocar u ofender aunque es un maestro en camuflar sus bajas intenciones y actuaciones impropias en el envoltorio de las cosas más nobles y sagradas que te puedas imaginar. Pide perdón sin ningún problema de tal manera que, al principio, induce a confusión y uno confía en su honestidad. En fases más avanzadas te vas a dar cuenta de su ligereza y superficialidad en el pretendido arrepentimiento. Después compruebas que, cuando te pide perdón, es como si preparara el camino para la siguiente faena que ya tiene preparada o, por lo menos, así lo parece porque no tardará en hacértela. Te exige con convicción y vehemencia, si es necesario hasta con lágrimas en los ojos, que te fíes de él como antes de la jugarreta, sin reserva alguna. Cuando ya harto del ciclo —faena, petición de perdón, borrón y cuenta nueva, siguiente jugada y vuelta a empezar— le dices que ya está bien el cachondeo y le cortas el juego, te califica de mal creyente y te suelta de carrerilla una ristra de textos bíblicos que, en su opinión, denuncian tu actitud equivocada, injusta y desproporcionada. Puede que pienses que el proxeneta del setenta veces siete tiene la misma facilidad para perdonar como capacidad de pedir perdón. No te equivoques. Es rencoroso y vengativo hasta la muerte, tiene auténtico veneno y no perdona, que se sepa, nunca a nadie aunque también esto lo adorna con supuestos principios elevados y convicciones profundas. Es hábil para navegar entre buena gente que quiere agradar a Dios y se aprovecha de ellos intoxicando el colectivo que tanto dice amar. Es una lástima que su destreza en la apariencia haga tan difícil desenmascararlo pero a la vez podemos confiar en que un día el Señor lo juzgará todo con justicia.

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