El niño secuestrado por la Iglesia y el estado franquista

En agosto de 1958 se publicó en Tánger la primera edición del ya clásico libro DEFENSA DE LOS PROTESTANTES ESPAÑOLES, escrito por el autor de este artículo. Luego seguirían otras ediciones en español, en inglés y en portugués. En las páginas 97 a la 101 se cuenta la historia de un niño que por entonces tenía 11 años, llamado Moisés Campos Pérez, contra el que se cometió una terrible injusticia. El 4 de octubre de 1955 un juez del Tribunal Tutelar de Menores, haciéndose eco de una denuncia sin fu

11 DE ABRIL DE 2008 · 22:00

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Su tía Irene Pérez y su prima Rosi, junto a los pastores manchegos José Casado Cabrera y Joaquín Casado Aguilera recorrieron todas las instancias jurídicas y eclesiásticas, batallaron hasta la extenuación con la jerarquía católica para que el niño les fuera devuelto, pero todo resultó inútil. El 14 de abril de 1956 el Juez –Presidente del Tribunal Tutelar de Menores dictó sentencia denegando el regreso de Moisés con sus familiares. Dicha sentencia fue reproducida íntegra en el mencionado libro DEFENSA DE LOS PROTESTANTES ESPAÑOLES. En su primer párrafo, el señor juez dictaba: “ESTIMANDO: Que si los ejemplos corruptores son causa de privación del derecho de guarda y educación, hay que considerar de una suprema corrupción el educar desde los primeros momentos de la vida a un niño fuera de la Religión Católica, única verdadera, que necesita profesar para su salvación eterna, quedando ésta en peligro inminente si al niño se le deja crecer, no ya con desconocimientos, sino con el desprecio que las sectas protestantes sienten hacia los Dogmas de la Iglesia Católica”. Ahora, con 62 años, Moisés Campos ha escrito la historia de aquél atropello en un libro de 200 páginas, con un bello prólogo de Gabino Fernández Campos. Acaba de salir al mercado publicado por Ediciones Plaza Vieja. Desde la página 17 a la 102 el autor cuenta su recorrido involuntario por varias instituciones a partir de lo que califica como secuestro. Siguen recuerdos amargos: La violación de su madre, deficiente mental, el embarazo no deseado, el nacimiento de un hermoso niño, completamente sano, los cuidados de la abuela Rosa y de la tía Irene, ambas miembros de una iglesia evangélica, el intento de adopción por parte de dos hombres de aspecto distinguido, enviados por la Iglesia católica, la negativa rotunda de la abuela y de la tía, las presiones primero, persecuciones después, encarcelamiento de Irene en aquella España de 1945, triunfante el nacionalcatolicismo, activa la nueva inquisición contra los indefensos protestantes españoles. Después, ya secuestrado, el peregrinaje dantesco. “Bajo la protección del Tribunal Tutelar de Menores, mi primera noche fue infernal –cuenta Moisés Campos-. Me sacaron del calabozo donde me habían dejado solo, en la calle Lista 32, y me subieron a un coche con rumbo desconocido. Yo iba temblando y muy asustado; al poco rato, me entregaban en un Centro de Detención para Golfos, situado en la calle García Paredes”. En las páginas siguientes el autor narra los traslados de uno a otro centro católico, presionado siempre para que renegara de sus creencias evangélicas y abrazara las doctrinas de Roma. Nada ni nadie consiguieron doblegar la voluntad de aquél niño. El 26 de junio de 1960, después de cuatro años de vivir secuestrado por la Iglesia católica, fue devuelto a sus familiares. Hombrecito ya, se trasladó a Tarrasa. Allí encontró un trabajo de acuerdo a sus condiciones y contrajo matrimonio. La ceremonia estuvo a cargo de Samuel Vila. Dios ha prosperado su linaje con cuatro hijos y cuatro nietos. Otras 74 páginas del libro están dedicadas a la reproducción de documentos. Desde el primero, fechado el 9 de enero de 1955 atestiguando su entrada al Asilo Porta Coeli, hasta el último, dirigido el 30 de octubre de 2003 al obispado de Madrid solicitando la anulación de todo tipo de vinculación y pertenencia a la Iglesia católica. El obispado nunca contestó. Pablo Utrera Cardeñas, quien escribe un breve epílogo a la obra de Moisés Campos, afirma: “Este libro es una denuncia, -sin florituras literarias-, a la connivencia habida entre la España de los “victores” y la Iglesia de los palios, donde a la flor de la inocencia del niño Moisés Campos, en una intentona de manipulación conductual, se le clavan las espinas de la heterodoxia a ultranza. No es este libro un relato de ficción, tampoco un testamento novelesco. Si intentamos catalogarlo no tendríamos anaquel en qué colocarlo, y ello, porque es un libro que te golpea el corazón”.

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