La crisis de la basura

Caminaba por una antigua ruta que sube desde Arenys de Munt a Collsacreu y une la comarca costera del Maresme con el montañoso Vallés Oriental. Tiene apenas dos kilómetros y se la conoce como “El fondo de Can Rosell”. Desde el siglo XVII los payeses, vendimiadores, carboneros y leñadores la transitaban en sus desplazamientos.

12 DE ENERO DE 2008 · 23:00

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El camino discurre hundido respecto al terreno circundante pues el constante paso de personas, carros y muy en especial los troncos de madera que se arrastraban hasta los astilleros de Arenys de Mar para la fabricación de barcos, lo fueron erosionando hasta producir el gran surco que es hoy. La zona era húmeda y la vegetación exuberante. La temperatura, el sol y el viento suaves como es propio de la primavera. La belleza del paraje era sobrecogedora y me impresionó ver los árboles agarrados al terreno junto al camino, por encima de mi cabeza dejando a la vista buena parte de sus raíces. Fueron apareciendo botellas vacías, ropas viejas y sucias, cascotes de reformas caseras, desperdicios de comida y hasta un viejo orinal. Era poca basura pero el paisaje se fue convirtiendo en algo desagradable, casi ofensivo de tal manera que llegué a plantearme abandonar aunque continué la caminata hasta el final superando el rechazo. Pensé que hay quien deposita sus residuos en cualquier sitio sin pararse a pensar el daño que hace a la naturaleza. Durante la pasada huelga del personal de limpieza del metro de Madrid hemos visto como se tomaba basura de las calles para ensuciar estaciones y andenes. Todavía hoy en las calles de Nápoles aparecen toneladas de basura amontonada a causa de la huelga de los trabajadores del vertedero de Caivano —el más grande de la región— que exigen mejoras en sus condiciones de trabajo. El hedor es insoportable y las imágenes repugnantes. Los ciudadanos han empezado a prender fuego a las montañas de escombros provocando diversos peligros. Se están produciendo enfrentamientos violentos —ciudadanos, ultras de fútbol, radicales y hasta sicarios de la camorra— con la policía. Al parecer se construirán tres incineradoras que acaben a la vez con la exportación de basuras a Alemania y la compra de la energía eléctrica allí generada con ellas, así como los costes que ambas cosas ocasionan. Se pretende que el Estado se encargue del tratamiento de residuos desplazando a la camorra que es quien lo controla ahora. Mientras hay quien convierte bellos caminos en vertedores, quien usa la basura como arma de guerrilla urbana y quien utiliza los vertederos como elemento de manipulación política, es posible que nuestra propia suciedad acabe haciendo inhabitable este bello planeta.

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