Tagore: Ofrenda lírica

Tagore nació en Calcuta el 6 de mayo de 1861 y murió en la localidad de Santiniketán, cerca de Bolpur, Bengala, el 7 de agosto de 1941, a los 80 años de edad.

16 DE DICIEMBRE DE 2006 · 23:00

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Fue el menor entre catorce hermanos. Los primeros estudios los realizó en la India, bajo la dirección cultural y religiosa de su padre. El amor y el apego a su familia lo describiría el poeta en las inolvidables páginas de Mis días de la infancia, donde rememora con nostalgia experiencias de la niñez. Tenía 17 años cuando realizó su primer viaje a Gran Bretaña, donde permaneció hasta cumplidos los 21. En principio se dedicó a estudios jurídicos, pero pronto orientó su vocación a la literatura. En 1881, con 20 años de edad, publicó un libro de viajes titulado Cartas de un viajero por Europa. Casado a los 23 años, a los 40 vivió la amarga experiencia de ver morir en breve espacio de tiempo a la esposa, a una hija y a un hijo. Poco antes Tagore había publicado Ofrenda Lírica en la que apuntaba su vocación mística. En este libro parece presagiar las desdichas que se cernían sobre él y habla de “los hondos pesares que han humanizado mi alma”. Frutos inmediatos de su dolor por la pérdida de tres seres a quienes amaba como a su propia vida fueron las obras Nostalgias, El niño y Tránsito. En 1913, famoso ya, aplaudido por lectores de todos los continentes, se le concedió el Premio Nóbel de Literatura. SU OBRA LITERARIA La obra literaria de Tagore es abundante y variada. Comprende hermosas colecciones líricas, libros de filosofía y de religión, novelas, cuentos, textos dramáticos, crítica literaria y ensayos políticos. Su obra La nueva luna, dedicada a los niños, es sencillamente genial. Todos los niños españoles en edad de leer deberían tener junto a la cama un ejemplar en castellano de este libro. Su obra ha sido traducida a todos los idiomas importantes del mundo. La editorial Aguilar publicó un tomo de 1.300 páginas en el que recoge lo más destacado de la producción de Tagore. La traducción al castellano, bella, limpia, bien cuidada, fue realizada por Juan Ramón Jiménez, a su vez premio Nóbel de Literatura en 1956, y por su esposa Zenobia Camprubí. Ofrenda lírica, libro de poemas aparecido en 1913, marca la relación de Dios con sus criaturas. Tagore se siente obligado a una entrega total: Mi oración, Dios mío, es ésta: hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón. Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares. Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles. Dame fuerza para no renegar nunca del pobre ni doblar mi rodilla al poder del insolente. Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana. Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza, enamorado, a tu voluntad. Como un eco de Job y de los Salmos, Tagore sufre la aparente ausencia de Dios, quien parece jugar caprichosamente al escondite con el hombre que le busca y le llama. Pero Dios no desaparece. Aparece siempre. La última página de Ofrenda Lírica, bellísimo libro de una religiosidad poética que alcanza las cumbres del pensamiento y del espíritu, es otra oración en la que Tagore pide ampliar el campo de su más íntima experiencia espiritual: Permíteme, Dios mío, que mis sentidos se dilaten sin fin, en una salutación a Ti, y toquen este mundo a tus pies. Como una nube baja de julio, cargada de chubascos, permite que mi entendimiento se postre a tu puerta, en una salutación a Ti. Que todas mis canciones unan su acento diverso en una sola corriente, y se derramen en el mar del silencio, en una salutación a Ti. Como una bandada de cigüeñas que vuelan, día y noche, nostálgicas de sus nidos de la montaña, permite, Dios mío que toda mi vida emprenda su vuelo a su hogar eterno, en una salutación a Ti. Los editores de las Obras escogidas de Rabindranath Tagore tuvieron el acierto de incluir al final del tomo, en la página 1.282, un breve texto que el poeta titula Despedida. Tagore no puede traicionar la realidad. Cree y proclama que la vida puramente material es incapaz de satisfacer los anhelos del espíritu: ¡Llévanos a lo Real, a la Verdad que es eterna! ¡De esta oscuridad que nos ciega a la Verdad infinita que dice que Tú eres nuestro Padre verdadero! ¡Líbranos de las tinieblas del deseo, esa miseria del corazón! ¡Éntranos en la luz! ¡De la muerte, llévanos a lo Inmortal! ¡De todo lo que es transitorio, llévanos a la Verdad eterna!

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