Código Da Vinci y Superman

Parece que ya ha descendido algo la rimbombancia en torno al Código da Vinci, película incluida. Cuando mi hijo mayor y yo salimos del cine, tras verla, no pudimos menos que reírnos. Si con estos argumentos queda desacreditada la fe cristiana y alguno la abandona, ¡qué pena de fe, la que tenía!

09 DE SEPTIEMBRE DE 2006 · 22:00

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La fe implica, por definición, que no todo lo que se cree se podrá demostrar. Pero la fe requiere apoyos para que no sea mera credulidad y estupidez. No se trata de guardar el cerebro en el trastero. Las pruebas que salen en la película para cuestionar el mensaje cristiano, no sólo son muy posteriores a documentos más sólidos y previos, sino que son de una calidad poco seria. Yo ya había leído el libro que, por cierto, me gustó en cuanto a su intriga. Respecto al tema del secreto tan guardado de una descendencia carnal de Jesús, a partir de su supuesta relación con María Magdalena, me parece simplemente religión-ficción. Cosa que se vende bien, hoy día. Ver este tipo de alternativas, me hace reír y me reconforta, pues comprendo que las bases que tenemos para la fe que creemos son bastante más sólidas que aquéllas. Con todo, la fe no es el resultado sólo de una comprensión intelectual. Si esperamos poder entenderlo todo para poder creer, nunca creeríamos. De hecho, no actuamos así en otros aspectos de la vida cotidiana, ni lo exigimos. La fe se apoya en el diseño de la creación, en la Historia, en las Escrituras, en la conciencia propia, pero también en la comprensión e iluminación internas que Dios produce. La fe reconoce una revelación trascendente procedente de Dios mismo, que tiene su mayor exponente en la persona de su Hijo Jesús. El debate sobre Jesús es vivido hoy como novedad y sorpresa por muchos. Como si se sintieran engañados por habérseles transmitido una única versión que escondía buena parte de la evidencia confiable existente. Ahora protestan por ello, y lo nuevo aprendido parece confirmarles sus dudas. Lo que realmente demuestra es que su convicción era poco madura, y su vivencia espiritual, simple práctica religiosa. Hubo poca reflexión y relajada confianza en seguir lo que se les había trasmitido, sin más. Ahora se decepcionan, niegan la fe y ni siquiera se vuelven a plantear con mínima seriedad la búsqueda de lo que hay. Tienen decidida la respuesta de antemano. Les gusta ver a este Jesús de baratija que tiene las mismas pasiones que los demás, perdiéndose la gloria del personaje extraordinario que se hizo como uno más, no para vivir de la misma manera, sino para salvarles. Pero este mensaje no quiere ser escuchado, no interesa, y cualquier argumento, incluso irrisorio, es bienvenido y defendido como válido. El debate de Jesús no tiene nada de novedoso. Es tan antiguo como su historia, y contemporáneo a él. Durante su ministerio levantó mucha controversia, y controversia argumentada, defendida por los máximos representantes de la cultura y religiosidad de la época. Estos se le opusieron firmemente, lograron su muerte, y se burlaron de él durante su ejecución. Ya entonces, muchos, inicialmente atraídos por su persona, apostataron de él, se decepcionaron y le dejaron. Jesús defrauda, la fe decae… Parece que la gente quisiera que Jesús fuese cual personaje de cómic, al estilo de Superman, para creer en él, pero Superman sí que es de ficción y a un Superman de ficción, ¿para qué lo queremos? Con afecto, Carlos

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Código Da Vinci y Superman