Un comentario muy pertinente a la carta a los efesios

Ni siquiera en los años en que la teología latinoamericana comenzó a ser reconocida en el mundo se publicaron suficientes comentarios bíblicos fuera del continente. Los nombres más conocidos en ese entonces eran muy pocos: Jorge Pixley, Elsa Tamez, J. Alberto Soggin, Severino Croatto, Irene Foulkkes, Guillermo Cook, Ricardo Foulkes, Pablo Richard, entre otros. Con el surgimiento de la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA) se dieron a conocer muchísimos nombres más. Año

03 DE SEPTIEMBRE DE 2010 · 22:00

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Recientemente, algunas editoriales católicas han publicado en España comentarios nuevos de Pablo Richard, Pablo Andiñach y Elsa Tamez, sobre Éxodo y I Timoteo, respectivamente. Los dos últimos, con especial significado, pues el de Andiñach es una puesta al día de los grandes temas liberadores del Éxodo y el de Tamez un alegato contra las tendencias autoritarias al interior de muchas iglesias. En Estados Unidos, bajo la coordinación de Justo L. González, se está publicando una serie de comentarios bíblicos de autores hispanos, entre los que destaca el dedicado a Marcos, por Eliseo Pérez-Álvarez. También Edesio Sánchez publicó en Argentina un comentario a Deuteronomio y en las Sociedades Bíblicas un librito de estudio sobre los Proverbios. Evidentemente, esta reseña pone el énfasis en los autores de origen mexicano, a propósito de la aparición del volumen dedicado a la carta a los Efesios (Miami, 2008) en la colección de comentarios para la exégesis y traducción que han producido las Sociedades Bíblicas Unidas bajo la coordinación de Edesio Sánchez y Esteban Voth, a la que también pertenece el del evangelio de Juan, escrito por Hugo Zorrilla y Daniel Chiquete (mexicano también), debido a la gran escasez de trabajos serios de acercamiento sistemático a los textos bíblicos. Es proverbial la pobreza exegética que se evidencia en la mayoría de nuestros púlpitos, en donde priva, desafortunadamente, la inclinación por “entretener” a los oyentes mediante el uso de un humor de dudosísima calidad. La obra en cuestión, fiel al estilo reformado de profundizar en el texto bíblico, es una lección apasionada de traducción, lectura, relectura y búsqueda de aplicación del mensaje paulino contenido en esta epístola tan manoseada por los creyentes de tendencia autoritaria de todos los tiempos, pues a su ejemplar rigor para desmenuzar las características de la epístola, agrega una sensibilidad que se ha pulido con el tiempo. Ávila, profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Calvino de Grand Rapids, Michigan, ha producida una obra que servirá de referencia durante mucho tiempo para quienes deseen conocer y exponer el contenido de esta carta. Ávila incluso viajó a Turquía para conocer de primera mano el ambiente geográfico donde vivieron los/as destinatarios originarios de la carta. Las palabras con que abre el prefacio explican mucho del espíritu del libro: “El estudio de la carta a los efesios ha sido una tarea constante durante toda mi vida como pastor y profesor de ciencias bíblicas. En muchos sentidos, al realizar ese estudio, y dada la enorme riqueza de esta breve carta, he vivido una continua circulación hermenéutica al través de los años. A partir de [esta] carta […], he aprendido, predicado y enseñado las grandes doctrinas de la Reforma protestante del siglo XVI (elección, adopción, depravación total, redención, el sacerdocio de todos los creyentes, la catolicidad y apostolicidad de la Iglesia, etc.); también he descubierto en esta carta su claro y contundente énfasis trinitario y una de las más claras y profundas exposiciones de lo que es la Iglesia” (p. iii). Un aspecto particularmente llamativo del libro es la forma en que el autor critica teológicamente el concepto de pax romana, uno de los sustratos ideológicos a los que la carta responde. La crítica de Ávila es sólida. “Como instrumento de tortura y muerte, [la pax romana] usada contra cualquiera que fuera enemigo del Estado/Imperio, era un permanente recordatorio del destino de quienes atentaban contra la seguridad imperial y buscaban otras alternativas de vida” (p. 12). Ávila contrapone muy bien el mensaje paulino sobre Cristo a estas intenciones ideológico-idolátricas a partir de un sano concepto sobre el sacrificio de Cristo en la cruz. El propósito de la obra, introducir al lenguaje y el contenido de la epístola, sección por sección, tan bien realizado a lo largo de las 286 páginas, se manifiesta con particular elocuencia en los comentarios pastorales, de los cuales pondremos un ejemplo, a propósito de un pasaje muy conocido y, como se ha dicho líneas atrás, sumamente manipulado por todas partes. Se trata del pasaje que exhorta a las mujeres a someterse a sus maridos, “como al Señor”, cuya lectura en el contexto de la cultura latinoamericana tan machista es muy difícil de sostener en la actualidad. Al respecto, Ávila concluye como sigue: La sumisión mutua es la norma en las relaciones inter-familiares. La esposa, imitando a la iglesia en su relación con el Señor, expresa su sometimiento por medio del respeto amoroso, devoción total y entrega voluntaria a su esposo. Este, manifiesta su sumisión imitando a Jesús en su amor por la iglesia y entregándose a sí mismo para lograr el bienestar pleno de su esposa. Para que esta manera de hacer la paz funcione, se ha de dar cotidiana y recíprocamente. Si César tiene sus legiones por medio de las cuales extiende su dominio y señorío, Jesús el Mesías usa a las familias como su ejército estratégico por medio del cual extiende su reino en este mundo. Cesar somete a sus súbditos por la fuerza militar y mantiene su dominio por medio de una estructura militar y jerárquica por la cual ejerce su poder. Jesús manifiesta su extraordinario poder al entregarse a sí mismo por amor a nosotros; así nos conquista y nos da nueva vida; así logra nuestra obediencia y entrega absolutas e incondicionales. Y de esa manera mantiene y extiende su dominio, por medio de iglesias y hogares que ilustran y muestran al mundo lo que significa servirse y entregarse unos a otros en amor. Esa nueva sociedad, que empieza en los hogares e iglesias, acabará conquistando al imperio entonces y ahora. (p. 216) Como se puede apreciar, el enfoque del comentario es sumamente liberador y busca superar los estereotipos que presiden la hermenéutica de estos y otros pasajes que, según se ha supuesto, fueron escritos para fortalecer los principios de autoridad y poder propios de una cultura patriarcal, cuando, por el contario, intentaron responder con formas alternativas de convivencia humana acordes con los valores del Reino de Dios predicado por Jesucristo, tal como fueron adaptados a las circunstancias del Asia Menor por el apóstol Pablo. Cualquier predicador/a y expositor deseoso de superar los usos interpretativos que se asumen como absolutos en el medio evangélico latinoamericano, encontrará en este comentario una veta de luz para iluminar su labor, además de que puede confiar en la capacidad de su autor para proyectar los últimos avances exegéticos y aplicarlos a la tarea cotidiana de compartir el mensaje cristiano. Particularmente en México, este espléndido comentario debería ser leído por muchos líderes eclesiásticos cuya visión de su labor se encuentra, al parecer, atada a presupuestos de épocas ya superadas.

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