“Qué difícil es para el ser humano -escribió Roberto Velert hace unos meses- que entienda que lo más importante que puede ocurrirle es algo que no puede evitar”.
Freud aprendió más de los grandes maestros de la literatura universal que de los grandes psicólogos. Entre estos maestros no pudo faltar Cervantes.
Aún hay versiones de Don Quijote de La Mancha que suprimen el pasaje, cuyo texto dice: “Las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente, no tienen méritos ni valen nada”.
Un fragmento de “Juan Calderón Espadero. Primer cervantista manchego y primer periodista protestante español”, de José Moreno Berrocal y Ángel Romera Valero (Editado por Editorial Peregrino para el CECLAM ).
Juan Antonio Monroy explica cómo los grandes temas del Quijote -Dios, el amor, la vida, la muerte, la eternidad- resuenan como un eco de las enseñanzas de la Biblia.
El festival internacional de Guanajuato ensalzó los valores del Quijote y los talentos literarios de su autor, de quien se cumplen ahora 400 años de su muerte.
Salamanca acaba de celebrar un magno homenaje al Cervantes poeta, el más desconocido. Ahora comparto esta perla que todo cristiano sabrá entrañar.
“Las misericordias, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados.".
Cuando menos lo pensaba enfermó de muerte Don Quijote.
Quiso Cervantes elegir Barcelona para que la ciudad a la que elogió fuera testigo de las tristes, las dolientes, las desmayadas palabras del vencido caballero.
El amor es una deidad a la vez alagüeña y terrible. Don Quijote acomoda la sentencia del niño a sus propios suspiros amorosos y dice a Sancho: “¿No ves tú que aplicando aquella palabra a mi intención quiere significar que no tengo de ver más a mi Dulcinea?”
Monroy pone su prosa -y su poderosa voz- al servicio de los demás, sin perder ningún segundo en las críticas facilonas a las que están malacostumbrados los mediocres.
Zaragoza significaba para Don Quijote un mítico destino que cambia en el capítulo LIX de la segunda parte.
Razón sobrada asiste a Don Quijote cuando dice que aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea el de la misericordia que el de la justicia.
Si aquellos comportamientos de curas eran perfume, Dios nos libre del hedor.
Aún queda mucho por explorar en el texto sagrado, muchos misterios que desentrañar y muchas bellezas por descubrir. Parecidas características se dan en el Quijote.
¿Qué pensó del clero de su época el insigne autor del Quijote? ¿Qué eran los curas, según Cervantes?
Los escritos bíblicos no callan los defectos de sus autores ni se pintan a sí mismos intachables, cuando hubieran podido hacerlo. Otro tanto ocurre en el Quijote.
A Don Quijote no se le puede encasillar en religión alguna. Lo demás son ganas de marear la perdiz.
Tanto la Biblia como el Quijote son libros que ejercen influencia universal.
Mientras el Quijote se limita a analizar nuestra condición humana, la Biblia, después de analizarla por el ojo escrutador de Dios, nos dice cuál es el remedio divino a todas nuestras calamidades.
La Biblia es la revelación divina de nuestra peregrinación terrena y habla el lenguaje de la eternidad.
El Quijote es un gran libro escrito por un gran hombre; la Biblia es un gran libro escrito por grandes hombres, pero inspirado por Dios.
El conocimiento que Cervantes tenía de la Biblia era bastante amplio, pero muy pocas veces la cita literalmente.
En el cuarto centenario de su muerte: Cervantes y la Biblia "protestante"- Bien pudo Cervantes haber tropezado con uno de estos ejemplares en sus andanzas.
En los comentarios de la protagonista late el prejuicio religioso de una España que desconoce la Escritura, pero que odia todo lo que suene a protestantismo.
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