Tras 30 años de la caída del Muro de Berlín, Alemania “afronta una polarización creciente”

Los desequilibrios entre este y oeste persisten en cuestiones como inmigración y empleo, dicen voces cristianas en el país que abogan por “afrontar los problemas de la desigualdad”.

Jonatán Soriano

BERLÍN · 12 DE DICIEMBRE DE 2019 · 12:00

El empleo y la gestión de las migraciones son algunos de los aspectos más visibles de los desequilibrios persistentes entre este y oeste. / Morgana Bartolomej, Unsplash CC,
El empleo y la gestión de las migraciones son algunos de los aspectos más visibles de los desequilibrios persistentes entre este y oeste. / Morgana Bartolomej, Unsplash CC

“Fue sin duda un inmenso logro histórico y todos sabemos que debido a aquellos hechos  hoy podemos afirmar que prosperamos todos en una Europa unida”, afirmaba el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, el pasado 9 de noviembre, durante uno de los muchos actos organizados para conmemorar el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín. 

Sin embargo, la ultraderecha política ha ganado terreno en los últimos años, especialmente en las regiones del este de Alemania, hasta convertirse en un referente de la ideología a nivel continental. Un referente avalado por la fuerza de los votos, que han llevado a Alternativa para Alemania (AfD) a ser líder de la oposición en el Bundestag, y segunda fuerza en regiones como Sajonia, Brandenburgo, Macklemburgo-Pomerania Occidental y Turingia, todas ellas en el este de la geografía germana. 

“El aumento de la extrema derecha demuestra un gran descontento entre todas las clases sociales”, señala Evi Rodemann, teóloga e impulsora de nuevas generaciones del Movimiento Lausana residente en un municipio a las afueras de Hamburgo. “Parece que nos hemos vuelto más racistas en varios aspectos. Una persona de color tendrá más dificultades en algunas partes del este. Los refugiados son expulsados de allí. Pero, además del color de la piel, también afrontamos discriminación por otras cuestiones, como el estatus social, la pertenencia a un grupo determinado o la ideología política”, añade. 

 

En noviembre de este 2019 se han cumplido 30 años de la caída del Muro de Berlín. / Lear 21, Wikimedia Commons

LA MIGRACIÓN Y LA EVIDENCIA DE LOS VIEJOS MUROS

“El 9 de noviembre nos recuerda que debemos oponernos al odio, al racismo y al antisemitismo”, subrayaba la canciller Angela Merkel, en el marco de los actos de celebración de las tres décadas de la reunificación alemana. Un referencia que mira especialmente al este, donde más ha crecido el movimiento ideológico contra la política de acogida de inmigrantes del gobierno, visible en agrupaciones como AfD y Pegida (acrónimo de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), conocido por la organización de manifestaciones en Dresde. 

“Es necesario examinar porqué hay gente que quiere establecer nuevos muros. Cuáles son sus miedos, dónde sienten una falta de protección y qué quieren conseguir. Durante los últimos 1.000 años, Europa ha tenido fronteras que se han movido de un lado para el otro. Esto no es una solución para el futuro. Es necesario dirigir estos temores con sabiduría y guiar a las personas a través de los cambios en toda Europa”, dice Rodemann, que aplica el mismo patrón para Alemania. 

Consciente de que el auge de los grupos contra los movimientos migratorios plantea un reto para esta visión, y de que incluso “algunos cristianos se sienten atraídos por esta ideología política”, Rodemann recuerda que “tras la caída del muro ninguno de nosotros estábamos preparados para integrar de una manera correcta” y apunta a la necesidad de que “los políticos y el resto de sectores de la sociedad se reúnan con ideas creativas sobre cómo gestionar la globalización, una sociedad multicultural, y propongan métodos de integración para evitar ser gobernados por el miedo”. “Las fronteras son una solución fácil contra el flujo de migrantes pero no resolverán los problemas en el corazón de la sociedad”, remarca. 

 

EL EMPLEO, CLAVE EN LA PERSISTENCIA DE DESEQUILIBRIOS

En un artículo publicado sobre el acontecimiento de la caída del muro en Le Monde Diplomatique, los periodistas Rachel Knaebel y Pierre Rimbert aseguran que la producción industrial en la antigua República Democrática de Alemania había caído un 70% a finales de 1991, y a principios de 1992 el número de parados en la región alcanzaba a 1,4 millones de personas, en comparación con los 7.500 desempleados en enero de 1990. “El desempleo en la antigua RDA sigue siendo alto”, manifiesta Rodemann. “No se ha conseguido una igualdad salarial. Los trabajadores del este siguen ganando menos que los del oeste por hacer el mismo trabajo. Y, donde hay menos dinero, hay menos inversión en el desarrollo de las ciudades, y las tasas de desempleo y criminalidad se disparan”, añade. 

 

Entre 1991 y 2017, unos 3,7 millones de personas abandonaron el este por el oeste, y 2,45 millones hicieron el trayecto a la inversa. / Bogdangiusca, Wikimedia Commons

“Necesitamos afrontar los problemas de la desigualdad en todas las situaciones y circunstancias, sin importar de dónde venga la gente. Es mucho más fácil decir que se viene del oeste, pero más difícil si el impacto tuviese efecto sobre nuestros bolsillos. Nos gusta ser generosos si no hay consecuencias personales”, añade. 

En este sentido, Rodemann asegura que la sociedad alemana “afronta una polarización creciente” visible en “la división entre ricos y pobres, el incremento de la soledad en las ciudades y una disminución en nuestro sistema de valores”. “Las familias nucleares son apartados y sustituidas por sistemas creados por el hombre que tienen efectos tremendos en los niños, el sector educativo en su conjunto y las comunidades, incluyendo las iglesias”, remarca. 

 

EL MURO EN EL IMAGINARIO COLECTIVO

Según el sitio ZeitOnline, 3,7 millones de personas abandonaron la región este de Alemania para trasladarse al lado occidental entre 1991 y 2017. Durante ese mismo periodo de tiempo, 2,45 millones de personas hicieron el trayecto inverso, regresando a sus casas o mudándose allí por primera vez. A pesar de la mezcolanza, la división territorial sigue patente en el pensamiento de muchos alemanes. “Para los jóvenes que crecen en el oeste, la caída del Muro de Berlín es solo un acontecimiento histórico. Pero lo que pasó hace treinta años tiene un efecto profundo en las personas que formaron parte de la RDA. Ambos lados de Alemania se desarrollaron con diferente mentalidades”, apunta Rodemann, que recuerda que “aunque política y sociológicamente nos hemos desarrollado como país, afrontamos desigualdades en muchas áreas”. 

 

La sociedad alemana afronta una polarización creciente con muchas desigualdades, dice Rodemann. / Dan Budnik, Wikimedia Commons

En este escenario, y haciendo memoria del rol prominente que los cristianos tuvieron durante las manifestaciones en la RDA, la teóloga del Movimiento Lausana subraya la relevancia del papel de las iglesias para ser “contraculturales”. “Se supone que cerrar nuestros corazones y muros a los más necesitados y vulnerables no es actuar como los cristianos debemos. Nuestra necesidad de sabiduría para incorporar los valores cristianos y la dignidad humana al sistema es esencial”. En este sentido, Rodemann defiende que “es necesario que los cristianos se involucren en política y en todos los sentidos”. 

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