Oración y predicación, la receta de los evangélicos italianos para los estragos de la mafia

Aunque las estadísticas oficiales muestran un descenso progresivo de los crímenes, voces sobre el terreno manifiestan que las organizaciones siguen teniendo una poderosa influencia en la rutina de la población.

Jonatán Soriano

SICILIA · 06 DE JUNIO DE 2019 · 12:00

Vista de la ciudad de Nápoles. / Pier Luigi Valente, Unsplash CC,
Vista de la ciudad de Nápoles. / Pier Luigi Valente, Unsplash CC

El 3 de mayo se producía un tiroteo en una céntrica plaza de Nápoles. La motivación del ataque tenía que ver con la actividad mafiosa y estaba dirigido contra un hombre cercano a un clan de la Camorra. Sin embargo, algunas de las balas impactaron en el cuerpo de una niña de 4 años que se encontraba en la zona. Según el Instituto Nacional de Estadística de Italia (Istat), entre 1983 y 2017 se han registrado 6.663 crímenes relacionados con organizaciones mafiosas en las diferentes regiones del mapa italiano. Un 22% del total de los crímenes voluntarios consumados a escala nacional. 

Aunque, desglosadas por año, las cifras han experimentado un progresivo descenso, la incidencia de la mafia en el territorio sigue siendo incuestionable. “Los datos oficiales del gobierno nos dicen que en los últimos años los crímenes mafiosos han disminuido a razón de unos 30 casos por año, pero es complicado cuantificar el resto de delitos relacionados con el fenómeno mafioso”, señala el coordinador de la Alianza Evangélica Italiana para el distrito norte, Giuseppe Rizza. “El Banco Mundial asegura que la economía sumergida en Italia equivale al 23% del PIB, el 30% en el sur”, añade. 

Pero, más allá del impacto sobre la economía y la seguridad, la incidencia de la mafia permanece arraigada en el imaginario colectivo. “Amigos de Sicilia me cuentan experiencias cotidianas que revelan que la mafia está muy viva y domina diferentes ámbitos de la sociedad y del poder político”, explica la periodista afincada en Italia Verónica Rossato. Precisamente, desde Sicilia, una voz que ha preferido conservar su anonimato por seguridad asegura a Protestante Digital “escuchar coches que explotan en la madrugada, disparos y explosiones en tiendas y negocios”. “La mentalidad mafiosa afecta a la población y la gente tiene la mentalidad corrompida; si me pides un favor, mañana yo te pediré otro”, añade. 

“La existencia de este ‘recurso’ al cual acudir en necesidad de justicia que no sea legal es un aspecto muy negativo, pero la gente recurre a este medio. Sabemos que la mafia se utiliza mucho en lo comercial, en problemas entre familias. La mafia no permite el crecimiento y la libertad de movimiento y de gestión a las personas, y da la posibilidad a otros de hacer daño”, dice otra voz anónima también desde Sicilia, región donde tradicionalmente ha operado la organización denominada ‘Cosa Nostra’ y la segunda donde se han producido más crímenes (1.699) relacionados con la mafia, según el Istat.

 

UNA DEMOSTRACIÓN HISTÓRICA DE PODER

La historia de las principales organizaciones mafiosas en Italia se remonta al siglo XIX, en el caso de ‘Cosa Nostra’, en Sicilia, y de Ndrangheta, en Calabria (la tercera región italiana con mayor número de homicidios vinculados al crimen organizado, 1.316 en treinta años). En el caso de la Camorra, originaria de la zona de la Campania, donde se han producido 3.028 asesinatos de carácter mafioso entre 1983 y 2017, su formación se produce en el siglo XVI o antes. “El significado de mafia ha cambiado. El profesor Gambetta dice que, en su origen, la mafia fue una respuesta perversa a la rápida transición económica y social de principios del siglo XIX, cuando Sicilia estaba caracterizada por una nueva demanda de protección y seguridad. La seguridad provista por el Estado era muy escasa y el bandidaje estaba generalizado, y en este contexto, un grupo de personas desesperadas, soldados del ejército borbónico y hombres desempleados que solían trabajar para los señores feudales, acudieron a esa demanda de protección”, apunta Rizza. 

“Ahora, la mafia se utiliza para definir el crimen organizado. Esto es porque, a pesar de su evolución en el tiempo y los cambios estructurales y operacionales, la mafia muestra habilidad para expandirse e infiltrarse en la economía global mientras sigue arraigada en su territorio local. La corrupción, el nexo político-criminal y los delitos de guante blanco en los niveles estratégicos son el marco de una zona gris donde los capacitadores, facilitadores y promotores florecen. El ‘mafioso’ es un hombre que ejerce el poder mediante el uso sistemático de la violencia”, añade Rizza. 

En la cotidianidad siciliana, la mafia sigue traduciéndose en “control sobre las autoridades”, dice una de las voces anónimas. “Si los vecinos se quejan porque los dueños de un bar dejan la basura en la calle en lugar de llevarla al contenedor, el policía llega, toma un café gratis y todo está bien. Muchos trámites se complican, se atrasan, no se resuelven, si la mafia así lo determina”. 

 

Mapa de las regiones de Italia coloreadas según la incidencia de criminalidad de cada una, siendo las oscuras las que más homicidios registran. / Istat

“El sur de Italia”, dice la otra voz anónima siciliana, “alberga a muchos mafiosos a quienes nadie puede alcanzar para que se les haga justicia porque son justamente un medio de justicia y un recurso que todavía la población utiliza. La población no se queja, no denuncia. La mafia crece en silencio, y siempre está”. 

Rossato también advierte de la determinación que siguen teniendo las diferentes organizaciones en la estructura del poder, sobre todo a nivel municipal. “Un alcalde de la zona de Calabria que estaba ganando terreno a la mafia, quitándole el negocio de la recolección de basura y organizando una cooperativa de trabajo para ese servicio, fue sacado del cargo y expulsado de la comunidad. Incluso una orden judicial le prohíbe volver a pasar por ahí”, relata.

 

LA MAFIA, TODAVÍA UNA OPCIÓN PARA ALGUNOS JÓVENES

El arraigo en la rutina social de los diferentes territorios y el control sobre el poder dan al crimen organizado una serie de posibilidades que es difícil encontrar en un contexto de recesión y desempleo. Ante este marco, algunos jóvenes del sur italiano siguen considerando la mafia como una opción, según explica una de las voces anónimas desde Sicilia. “Los jóvenes, al ver la existencia de estos mecanismos, por obtener un buen nivel económico y una posición social importante, acuden o se prestan a ser parte de esto. Empiezan vendiendo droga, haciendo favores, siendo mensajeros, y terminan involucrados. Es como una posibilidad de futuro, y eso es extremadamente negativo”, dice. 

Además, considera que “también afecta al ámbito educacional”. “En las escuelas, los chicos tienen dudas. Seguramente, en sus familias no se puede hablar del tema, no se menciona o tal vez están involucrados, así que mandan a los chicos a preguntar en la escuela para conocer el pensamiento de los profesores, que continúan dando la lección haciendo cuenta de que no han escuchado nada. Se palpa un miedo continuo en la gente, que no quieren pronunciar palabra ni hablar de eso. La mafia acarrea situaciones sociales que no favorecen a las comunidades porque no viven una libertad de expresión ni de elección. Siempre tienen que estar pendientes de ese ojo que los observa continuamente”, manifiesta. 

“La mafia genera sufrimiento y estrés en muchos sentidos”, advierte Rizza, que piensa que “su presencia ha afectado negativamente el desarrollo social y económico en Italia durante más de 150 años”. “También es un factor tóxico y letal, que provee una identidad social perversa y un sentimiento de pertenencia que puede apelar en especial a los jóvenes que enfrentan altos niveles de desempleo, inseguridad laboral y pobreza”, remarca. El coordinador del distrito norte de la Alianza Evangélica Italiana también cree que el crimen organizado “ejerce una forma de control social que garantiza la protección mientras impone el respeto de sus reglas”. “Esto es un negocio terrible, ya que el comportamiento social estándar se caracteriza por la omertá, la ley del silencio que exige el deber de la lealtad, la obediencia y el silencio de los afiliados y los ciudadanos normales. Por eso la mafia afecta el contexto italiano y debilita todo el sistema de la comunidad, comprometiendo la verdad, el capital social, los valores, la identidad social y la dignidad humana”, remarca Rizza. 

 

¿CÓMO VIVEN LOS EVANGÉLICOS ESTA SITUACIÓN?

En general, los cristianos evangélicos italianos parecen coincidir en que no hay ninguna hoja de ruta marcada para actuar ante esta situación, pero también reconocen que no pueden eludir esta realidad. “Hace poco explotó una bomba al lado de una iglesia porque dos esposas de mafiosos estaban asistiendo a ella”, explica uno de los dos testimonios que han hablado para este medio desde Sicilia. 

La oración, el evangelismo, el ayuno y la predicación son las “herramientas” en las que insisten las diferentes personas entrevistadas para este reportaje, a la hora de establecer relaciones con las víctimas y los miembros de la mafia. “Es una situación muy delicada”, dice la otra voz siciliana. “Hacer algo en el ámbito público es un riesgo de cerrar una puerta antes de abrirse porque si el Señor tiene que obrar en una población donde la mafia está latente y uno va a hacer una exposición pública de evangelismo, es posible que la gente cierre las puertas por temor. Entonces, se debe apelar al evangelismo personal, a orar sin cesar y a confiar en la obra que el Espíritu Santo realice en estas personas”, reitera. 

 

Una calle de Palermo, al noroeste de Sicilia. / Danilo Vieira, Unsplash CC

En un tono de reclamación, Rizza exige “que nos dejen trabajar con las familias debilitadas, con la gente joven en situación de riesgo, que nos dejen llevar la iglesia a las áreas críticas de la ciudad, que nos dejen orar por un mafioso, que nos dejen predicar que ninguna mafia ni comportamiento violento es compatible con el evangelio de Cristo, y llegará el momento en que la mafia no exista”. 

Sin embargo, reconoce que “un acercamiento espiritual no es suficiente”. “Lo que quizá está faltando hoy es el compromiso de enfrentar a la mafia con la atención y la responsabilidad bíblica, teológica y operacional que merece. Después de todo, es el sur de Italia donde se concentra una significativa presencia de iglesias evangélicas”, señala Rizza, que también trae a la memoria dinámicas e iniciativas llevadas a cabo por personas en solitario y que, con el paso de los años, han acabado arrastrando a organizaciones civiles en la protesta contra la mafia. 

¿Y qué hay de la Iglesia Católica al respecto? “A primera vista, parece ilógico relacionar una fe basada en el amor con organizaciones sangrientas, pero las mafias, en general, tratan los símbolos y las prácticas de la religión católica con especial cuidado, desde el rito del bautismo hasta el funeral”, señala Antonio Esposito en un artículo de diciembre del 2018 publicado en la revista jurídica digital Ius in itinere. “Los grupos mafiosos continuamente buscan legitimidad y una pertenencia a la cultura del lugar que se deriva en la participación en rituales y ceremonias religiosas”, remarca. 

Una idea que secunda Rizza, que alerta de que la mafia “trata de apropiarse de símbolos, creencias y pseudovalores cuando puede”. “Con una rica colección de rituales y ceremonias, la religión católica ofrece al ‘hombre de honor’ modelos de identificación”. Sin embargo, Rizza también cita una declaración de 1994, por parte de la Conferencia Episcopal Siciliana, que habla de “la incurable oposición del evangelio de Jesucristo respecto a todos los que, de alguna manera, forman parte deliberadamente de la Mafia”. “Esta declaración se ha reiterado en algunas ocasiones, pero las dudas persisten a nivel local y el proceso todavía parece largo y problemático”, señala. Tan largo y problemático como la misma historia de la mafia. 

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