Más de la mitad de la población en Mozambique se considera cristiana. Sin embargo la curandería y las religiones étnicas siguen muy arraigadas en el país, sobre todo en las zonas rurales.  "/>

Tambores en la casa del vecino

Más de la mitad de la población en Mozambique se considera cristiana. Sin embargo la curandería y las religiones étnicas siguen muy arraigadas en el país, sobre todo en las zonas rurales. 

Jonatán Soriano

MACIA (MOZAMBIQUE) · 03 DE OCTUBRE DE 2018 · 12:00

Una máscara de un elefante en la pared de una casa donde se practica la curandería. / Jonatán Soriano,
Una máscara de un elefante en la pared de una casa donde se practica la curandería. / Jonatán Soriano

Acaba de terminar otro día en Sekeleka. Los niños y las niñas vuelven a sus casas después de una tarde de artesanías en el centro, con acuarelas a pincel y en láminas. Desde la distancia, sin saber muy bien en qué dirección, llega un repique de tambores monótono. “Curandería”, dice uno de los educadores que trabajan con los menores del centro. Frunce el ceño y resopla. “Esta se escucha fuerte”, y mira más allá de la carretera que hay enfrente, donde se levantan árboles desordenados que ocultan las primeras calles y casas de Macia. 

Es la zona sur de Mozambique, la más desarrollada, aunque todavía quedan más de cien kilómetros para llegar a Maputo, la capital y provincia más avanzada. Macia es un pueblo pequeño donde no hay industria pesada, sino que destaca el turismo, al estar cerca de Bilhene, una de las playas del país que atraen a más visitantes. La vida es completamente rural, por lo que no resulta difícil encontrar evidencias del arraigo que todavía tienen la práctica de la curandería y los ritos étnicos. 

 

Alrededor de Macia se extienden diversas comunidades y aldeas donde las rutinas están más aisladas del día a día del pueblo. / J. Soriano

PREDOMINIO EN LOS BARRIOS APARTADOS DEL CENTRO

Junto a la carretera que conduce a la capital, un letrero amarillo anuncia algo en shangana. “Es un curandero que está justo en esa casa de ahí”, señala el educador hacia una parcela de terreno con árboles y varias estructuras de bloques. Es el barrio 1 de Macia, uno de los más alejados del centro de la localidad, donde se encuentran el mercado, algunos comercios y una infinidad de paradas donde se vende desde fruta hasta piezas de recambio para coches. 

Siguiendo diferentes calles aparece la parcela de uno de los profesores de Sekeleka. Rápidamente saca unas sillas y las coloca debajo de uno de los árboles frutales. Comienza una conversación imprevista sobre lo caro que es el mango en España pero no se puede mantener. El zumbido de unos tambores llena el espacio. Vienen de la casa de su vecino. “Siempre hacen curanderías. Sólo la oración puede cambiar la situación”, explica el también miembro de la segunda iglesia bautista de Macia.

Por encima de los matorrales que separan las dosfincas puede verse a un grupo de mujeres sentadas en el suelo, en fila, tocando cada una un tambor. No hay rastro del curandero pero cualquiera en ese momento puede esperar que de algún lugar salga un hombre vestido con plumas o con colgantes de madera. 

 

LAS COMUNIDADES

Además del proyecto del centro de día, Sekeleka también está realizando en paralelo un seguimiento a familias con niños y jóvenes con necesidades especiales, o que se encuentran en situación de vulnerabilidad, en las comunidades y aldeas alrededor de Macia. Un grupo de activistas, como se llaman los trabajadores y voluntarios que colaboran con el centro en las diferentes zonas, está en contacto con los líderes y responsables de cada lugar, que les indican las casas en las que tienen este tipo de problemas y necesidades. A partir de ahí se hace una primera visita a la familia para ver si puede ser incluida en el programa.

 

Dos de las activistas que trabajan con Sekeleka en las comunidades juegan con una niña. Al fondo, una cruz oxidada indica la presencia de curanderos en el lugar. / Diana Rodríguez

La carretera de asfalto que conduce a Maputo ha quedado atrás hace un rato y el Toyota pick up sigue un camino de arena. El vehículo pasa de largo entre niños que gritan “mulungu”, el término en shanagana para referirse a los blancos, y se detiene junto a una finca con diversas construcciones de bloque. En medio hay una cruz de metal oxidado, de la que cuelgan lo que parecen dos latas. Imposible saberlo sin acercarse.“Curandería”, dice la coordinadora del proyecto. 

Allí les espera una familia con una niña que, dicen los padres y la abuela, tiene problemas de movilidad. La niña no habla en ningún momento. Permanece seriay observa a todos. La coordinadora pregunta a los familiares si se le ha hecho alguna curandería a la niña y responden que no. “Es mentira”, explica después de la visitala coordinadora. “Muchas familias intentan esconderlo pero es evidente que, por ejemplo, esa niña ha tomado algo”, dice en relación a la supuesta medicina natural que a veces utilizan. “En ocasiones les funciona y piensan que ya es un remedio válido, pero muchas veces les provoca un daño mucho mayor porque son drogasmuy fuertes”. 

En otra finca la coordinadora y los activistas se sientan frente a una madre con su hija, mayor de edad y con movilidad reducida en el brazo y la pierna izquierdos. La casa, aunque de bloques y cemento, es vieja. La mujer explica que dejó su antiguo domicilio, mejor, porque está convencida de que la primera mujer de su marido echó una maldición sobre su hija y que por eso tiene una parte del cuerpo afectada. Es la única visita de la mañana que reconoce que ha llevado a su hija al curandero.

 

En las áreas más rurales, muchas familias llevan a sus hijos a las curanderías, lo que genera problemas y dolencias posteriores. / J. Soriano

Todo lo contrario que el último caso al que se entrevista. Nada más entrar a la finca una de las activistas avisa que se trata de territorio curandero. De una pared cuelga una especia de máscara de elefante a la que le falta un colmillo. La familia explica que uno de sus hijos no puede hablar bien, que parece que no entienda las cosas. Cuando la coordinadora ve al niño se da cuenta de que es un caso de síndrome de Down y le pide a los padres que le den cariño. No se conversa sobre la curandería. 

 

LA RELIGIÓN EN MOZAMBIQUE

Según Joshua Project, las religiones y ritos étnicos representan el segundo mayor grupo del país en materia de religión, con un 27% de la población. El primero es el cristianismo, con cerca del 53% de los mozambiqueños, entre los que predominan el catolicismo, las iglesias independientes y los protestantes. 

De hecho, llama la atención que en un pueblo de cerca de 30.000 habitantes, como Macia, estén representados bautistas, adventistas, Asambleas de Hermanos, presbiterianos y otras denominaciones. También iglesias independientes. 

 

La curandería sigue siendo común sobre todo en las zonas de interior y al norte de Mozambique. / D. Rodríguez

En una fachada de una pequeña construcción de bloques junto a la carretera hay una corazón dibujado con una paloma blanca. “Jesús es el Señor universal”, dice el eslogan. Es publicidad de la Iglesia Universal del Reino de Dios, tambiéncon presencia en el país. 

Una amalgama que extraña si se tiene en cuenta que el grupo que llevó al país a independizarse de Portugal en 1975, el Frente de Liberación Mozambiqueño (FRELIMO), es en su origen marxista. Pero con el giro a la socialdemocracia posterior la situación se ha normalizado y ahora las personas que se consideran no religiosas penas superan el 3% de la demografía. 

 

Unos niños esperan a que su madre termine de hablar con la coordinadora de Sekeleka, que ha venido a casa por el de la chaqueta naranja, a la derecha, al parecer sordomudo. / J. Soriano

AUGE DEL ISLAM

“Mesquita”, se lee en un cartel pequeño con una flecha debajo a la entrada de Macia. “El islam ha crecido mucho aquí”, dice uno de los educadores de Sekeleka. “Después de la guerra civil ayudaron mucho a la gente, sobre todo en el norte del país, y muchas personas se han vuelto musulmanas”. 

El edificio de la mezquita es pequeño, pintado de blanco y con dos pisos. Por las calles se cruza, muy de vez en cuando, alguna mujer con velo. La influencia del islam en el sur sigue siendo menor, aunque ya es el tercer mayor grupo religioso del país por número de feligreses, con cerca del 17% de la población. 

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