Evangélicos filipinos piden al presidente respeto por las declaraciones de fe del país

Rodrigo Duterte ha afirmado recientemente que “Dios es estúpido” y ha exigido un selfie con él a cambio de renunciar a la presidencia.

Jonatán Soriano

MANILA · 18 DE JULIO DE 2018 · 07:00

El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte. / Facebook Rody Duterte,
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte. / Facebook Rody Duterte

El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha iniciado una guerra dialéctica contra el cristianismo en su pais, más que contra Dios. Un curioso caso de desencuentro con el electorado, si se tiene en cuenta que el 91% de la población en el archipiélago se declara cristiana, la gran mayoría católica. Recientemente, Duterte se preguntaba públicamente “¿quién es ese Dios estúpido?”, asegurando después que “crea algo perfecto y luego piensa un evento que destruirá la calidad de su trabajo”, y preguntándose de nuevo al fin que “¿cómo se puede racionalizar un Dios así?”.

Además, el presidente de Filipinas también se ha mostrado indignado ante la idea del pecado original. “Ahora todos nacemos con el pecado original. Incluso en el vientre se ha pecado. ¿Qué tipo de religión es esa?”, ha manifestado.

Las declaraciones han provocado una oleada de respuestas a lo largo del país. Las más sonadas, y de la mayoría, han sido de parte de los representantes católicos, como el obispo Arturo Bastes que ha llamado a sus feligreses a rezar para que las “declaraciones blasfemas (de Duterte) y sus tendencias dictatoriales lleguen a su fin”.

Lejos de dar por zanjada la discusión, el presidente filipino ha añadido que “si alguno de ustedes, los ruidosos, dijera que ha estado en el cielo, que ha hablado con Dios, que lo vio personalmente, y que él existe, yo renunciaré a la presidencia esta misma noche. Sólo necesito un testigo que diga: esos tontos de la iglesia me ordenaron ir al cielo y hablar con Dios, y realmente existe. Tenemos una foto juntos y me traje un selfie con él”.
 

ENTIDADES EVANGÉLICAS AFIRMAN SENTIRSE OFENDIDAS Y PIDEN RESPETO

Según Joshua Project, poco más del 12% de la población afirma ser cristiana evangélica. Diferentes entidades que representan a este sector de los filipinos han evitado seguir el tono de las declaraciones del presidente, aunque sí que han publicado comunicados lamentando la actitud del responsable político. “Utilizar las propias prerrogativas para atacar la fe, las creencias y las tradiciones de otro no sólo es discriminatorio e irrespetuoso, sino también un ejercicio descarado de poder contra la propia religión. Exhortamos al presidente, como jefe de Estado, a respetar las declaraciones de fe de otras iglesias”, ha manifestado el Consejo Nacional de Iglesias de Filipinas (NCCP, por sus siglas en inglés).

La entidad, que se declara como una comunidad ecuménica de iglesias protestantes y no católicas romanas, ha añadido “que Dios ilumine a nuestros líderes, especialmente a nuestro presidente y a todos en la autoridad civil. Que Dios continúe otorgándoles la gracia del discernimiento en todas las conversaciones”.

Más afectado se muestran desde el Consejo de Iglesias Evangélicas de Filipinas (PCEC, por sus siglas en inglés), que han remarcado sentirse “inmensamente ofendidos por la declaración del presidente Rodrigo Duterte, sobre que Dios y las enseñanzas bíblicas de la creación son estúpidas”.

La institución considera “completamente inapropiado que el presidente de nuestra nación maldiga burlonamente al Dios de la fe cristiana, a quien veneran profundamente no solo la mayoría de los filipinos, sino también un gran número de personas de todo el mundo”. “El Preámbulo de la Constitución de 1987 incluso reconoce la confianza del pueblo filipino en la ayuda del Dios Todopoderoso”, señala. “Nuestra objeción al insulto religioso del presidente Duterte también se deriva de los principios democráticos de nuestro país. Por lo tanto, denunciamos el insulto a la religión de otra persona, lo que lamentablemente, el Presidente ha demostrado en varias ocasiones”, reitera el PCEC.

En este sentido, instan a Duterte “a que se abstenga de emitir declaraciones insultantes contra la fe cristiana”, a “mantener diálogo con los líderes de las diferentes tradiciones cristianas en el país” y a liderar “el fomento del respeto hacia las diferentes creencias religiosas”, apuntando lo peligrosas que pueden resultar declaraciones de ese tipo para la paz. “La historia nos enseña que la intolerancia religiosa puede llevar a la animosidad y al conflicto violento”. Y a los miembros de la consejo los llaman a “orar fervientemente por el presidente Duterte y su administración”.

 

Personas protestando depués del asesinato de un estudiante de 17 años, consecuencia de la escaldada de violencia por la campaña de Duterte contra las drogas. / Dondi Tawatao, Humans Rights Watch

DUTERTE Y EL AUGE DE LA VIOLENCIA EN FILIPINAS

Desde antes de su llegada a poder, en 2016, Rodrigo Duterte ya tenía un fuerte vínculo con la violencia en Filipinas. Acusado de organizar ‘escuadrones de la muerte’ mientras era alcalde de Davao, acabando con la vida de personas con adicción a las drogas y vendedores callejeros de psicotrópicos, el mandatario ha retirado a Filipinas de la Corte Penal Internacional. Institución que investiga la guerra que comenzó contra la droga al llegar a la presidencia y que ha disparado los índices de violencia en el país.

Según la organización Humans Rights Watch, la política antidroga de Duterte ya ha dejado 12.000 muertos en Filipinas, “principalmente habitantes pobres de ciudad, incluyendo niños”, señala el informe de 2018 de la entidad.

La institución también reporta que el presidente filipino, cuyo mandato acaba en 2022, ha participado en “acoso e intimidación de personas y agencias encargadas de rendición de cuentas, incluidos los funcionarios de las Naciones Unidos”, a los largo de 2017.

Humans Rights Watch también manifiesta que “la violación de los derechos de los niños, los ataques contra periodistas y medios de comunicación, y las fallas políticas del gobierno que contribuyen al empeoramiento de la epidemia de VIH en el país persistieron en 2017”. También la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ha expresado su preocupación por “los informes de asesinatos extrajudiciales de sospechosos de vender y de consumir droga en Filipinas”.

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