Europa manifiesta su necesaria refundación y los evangélicos su deber de “alentar un debate público”

El aumento de las tensiones diplomáticas entre Francia e Italia reabre el debate sobre el futuro de la Unión Europea. “Nuestros vínculos están en Cristo y son mucho mayores que estos juegos políticos”, dicen desde la Alianza Evangélica Italiana.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 09 DE JULIO DE 2018 · 10:00

Imagen de la torre de Pisa. / Davide Ragusa (Unsplas, CC9,
Imagen de la torre de Pisa. / Davide Ragusa (Unsplas, CC9

La frontera entre Francia e Italia está cerrada desde 2015, lo que ha provocado que la localidad de Ventimiglia se haya convertido en un asentamiento para migrantes y refugiados, ante la imposibilidad de avanzar. Ambos países han deteriorado sus relaciones alrededor de los puntos de vista sobre las políticas migratorias en Europa hasta alcanzar su máxima tensión con el caso ‘Aquarius’. Las 629 personas de la embarcación de la organización francesa SOS Mediterranée no pudieron desembarcar en Italia después de la negativa del ministro de Interior, Matteo Salvini. El gobierno español ofreció finalmente el puerto de Valencia y permisos excepcionales de residencia de 30 días a los migrantes, y el presidente francés, Emmanuel Macron, acusó al ejecutivo italiano de “cinismo” e “irresponsabilidad”.

Desde entonces, la guerra dialéctica ha sido un constante cruce de declaraciones en caliente y la evidencia del distanciamiento entre las posturas de los dos países. Poco después de las palabras de Macron, Salvini exigió disculpas al presidente francés y aseguró que “Italia es el segundo país del mundo en acogida” y que no tiene “nada que aprender de solidaridad, generosidad y voluntariado”.

“Maniobras políticas. Es fácil culpar a otros en lugar de enfrentar la realidad de manera responsable”, considera el vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana, Leonardo de Chirico. “El problema de la migración se ha politizado. Todo lo que se dice se filtra a través de lentes políticos y de líneas partidistas, en lugar de evaluarse con datos fiables y con una cosmovisión cristiana. Ahora es más difícil hablar con sensatez del tema, y esto no es del todo útil. Por un lado se invoca a Europa a Europa para reclamar ayuda, mientras que por el otro no existe una visión europea”, remarca.

 

¿UNA CRISIS PREVISTA?

La salida del Reino Unido de la Unión Europea, en parte, por la cuestión migratoria y las políticas fronterizas, o el reciente desencuentro entre la canciller de Alemania, Angela Merkel, y su ministro de Interior, Horst Seehofer, quien había amenazado con dimitir si no se replanteaba la gestión de los movimientos migratorios, son dos de los otros ejemplos que evidencian la necesidad de un debate sobre el futuro continental.

El caso de Francia e Italia no es diferente. El desencuentro entre los dos ejecutivos refleja las tensiones y los conflictos internos dentro de la Unión. Por un lado, Macron representa el talante europeísta y neoliberal, aunque sus propuestas sobre migración no han trascendido. A raíz del episodio del ‘Aquarius’, se ha manifestado partidario de sancionar a los países que se nieguen a acoger a personas. Por el otro, la reciente Italia del antisistema Movimiento 5 Estrellas y de la xenófoba Liga, efigie del euroescepticismo y con la hipoteca electoral de expulsar a 500.000 personas del país, es partidaria de una gestión migratoria localizada en los países de origen, sobre todo en el sur de Libia, con la apertura de centros.

“La pregunta permanente a la que nadie se está refiriendo hoy, incluidos los evangélicos, es qué tipo de Europa queremos ser ¿Una zona de libre comercio solamente? Entonces cada país que se ocupe de la inmigración por sí mismos ¿O queremos una Europa como una federación de estados? Si es así, la inmigración se convierte en un problema federal, algo con lo que lidiamos juntos”, señala de Chirico, que reafirma la necesidad de un debate sobre el futuro continental. “Los políticos juegan con Europa. A veces se muestran favorables a la Unión, y otras mantienen reclamos nacionalistas en su contra. Creo que los evangélicos en Europa necesitan alentar un debate público sobre el futuro del continente. Esto también es clave para la cuestión migratoria”, reitera.

 

UN EJEMPLO DE UNIDAD

Desde el Consejo Nacional de Evangélicos en Francia afirman que mantienen “buenas relaciones con los evangélicos en Italia, especialmente a través de la Alianza Evangélica Europea, y proyectos conjuntos como la Semana Universal de Oración en enero”. “Nuestros vínculos están en Cristo y son mucho mayores que estos juegos políticos”, defiende también de Chirico, después de la tensión entre los gobiernos de ambos países.

La Alianza Evangélica Italiana también apuesta por una mayor definición de la participación pública evangélica. “Los evangélicos tienden a tratar con los gobiernos de acuerdo a tendencias políticas previamente determinadas, más que desde una perspectiva cristiana”, dice de Chirico, su vicepresidente, que también explica que “todavía están trabajando para construir un acercamiento evangélico a la vida pública y al gobierno”.

Algo difícil si se tiene en cuenta que ni el Movimiento 5 Estrellas ni la Liga han mostrado el menor interés por las minorías religiosas, según explica de Chirico, por ser nuevos en política y por el tradicionalismo de “adoptar el catolicismo cultural como fuerte marcador de identidad contra las minorías”. “Con el nuevo gobierno ha habido un cambio significativo en la representación política y, por lo tanto, el desafío que tenemos ante nosotros es construir una relación respetuosa”, apunta.

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