‘La defensa de la vida y la familia en Latinoamérica es transversal, por eso triunfa’

Xesús Manuel Suárez coordina el Centro de Estudios impulsado por el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, para dar bagaje intelectual, solidez e iniciativa a un proyecto que busca potenciar la presencia evangélica en la sociedad.

Daniel Hofkamp

ESPAÑA · 05 DE MARZO DE 2018 · 18:50

Xesús Manuel Suárez. / Laregion.es,
Xesús Manuel Suárez. / Laregion.es

Un nuevo movimiento en Latinoamérica está aglutinando a evangélicos de diversos lugares, con el objetivo de impulsar una estrategia común de impacto e influencia en la sociedad. En torno al 2º Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, se han puesto en marcha varias iniciativas en esta línea, algunas de alcance político, pero también otras relacionadas con el ámbito social, cultural o mediático.

Entre los ponentes de este congreso celebrado en México estaba Xesús Manuel Suárez, vicepresidente del Grupo de Participación en la Vida Pública de la Alianza Evangélica Española. Su ponencia se centró en el problema de la corrupción, la cual “mata” por lo tanto “la lucha contra la corrupción debe formar parte de la defensa integral de la vida”, explica en la entrevista que ha concedido a Protestante Digital.

Xesús Manuel Suárez coordina una de las iniciativas que se ha puesto en marcha en este 2º Congreso: un Centro de Estudios que ya está trabajando en áreas como justicia social, educación, política o teología, dando solidez y perspectiva a largo plazo a este movimiento evangélico.

 

Pregunta. El Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, en esta segunda edición, dio pasos para afianzarse como un proyecto de largo alcance. ¿Puedes explicarnos cuál es el objetivo general?

Respuesta. Este es un movimiento amplio, que acoge a personas de todos los países de Iberoamérica, para concretar esfuerzos y encontrar sinergias para diseñar una presencia potente de los evangélicos en Latinoamérica. Se une bajo el objetivo de defender la vida y la familia, algo que nos toca muy de cerca a los evangélicos.

 

P. Este objetivo de la defensa de la familia está teniendo una gran repercusión social y política en Latinoamérica, con resultados electorales sorprendentes.

R. Sí, es un fenómeno interesante, porque así como vemos que en Europa la defensa de la vida y la familia está a la “defensiva”, en retroceso, en Latinoamérica se está revirtiendo la situación. Lo que es profundamente injusto es entender que esto es una reversión a posiciones políticas reaccionarias o conservadoras. Puedo certificar que allí hay gente de derecha, izquierda, nacionalista, no nacionalista, de todo tipo. Lo que une a todas estas personas es una recuperación de los valores fundamentales de nuestra cultura democrática occidental. Y se está produciendo un fenómeno de masas en el que convergen personas y sensibilidades diferentes. No es lo mismo que está sucediendo en España. En España, este movimiento está bastante centralizado en unos marcados signos políticos. En cambio en Latinoamérica es plural, y por eso tiene éxito, porque es transversal. 

La sociedad latinoamericana se está dando cuenta de que están intentando manipular su programa político, incluso sus constituciones, con una agenda determinada, y están reaccionando vivamente ante esto. Uno de los movimientos de defensa de la vida y la familia tiene el nombre de “Con mis hijos no te metas”, y justamente tiene este lema que resume bien lo que sucede. La gente está diciendo que se les ha ido imponiendo ciertas cosas, pero ahora se está llegando a nuestros hijos, y por ahí no pasamos, nos plantamos. Esto es más que un movimiento político, es algo sociológico. Va más allá de las etiquetas políticas. Está teniendo un impacto tremendo, por ejemplo en Perú este movimiento ha movilizado a unas 2 millones de personas, evangélicos y no evangélicos. Esto incluye a gente de diversas procedencias y creencias. En Costa Rica se ha producido recientemente un vuelco en las expectativas electorales. Así que podemos ver que algo se está moviendo en Latinoamérica.

 

Un momento de oración, durante el Congreso. / Fb Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia

P.  Hemos podido leer que se ha formado una Fraternidad de Parlamentarios Evangélicos, ¿podrías describirnos cuál es su función y sus objetivos?

R. En Latinoamérica los evangélicos se están dando cuenta que forman un sector importante de la población, y siguen creciendo. Hasta ahora la política para ellos era algo ajeno, incluso mal visto en algunos sectores, pero esto está cambiando. En el propio Congreso Iberoamericano hemos percibido que hay un llamado, que creemos que es de Dios, para que asumamos las cotas de responsabilidad política y de poder que nos corresponden. Nuestro objetivo es más la influencia que el poder en sí mismo. Queremos cambiar las cosas y cambiar Latinoamérica. Estaban presentes una veintena de diputados, senadores, presidentes de Parlamento, presidentes de comisión, candidatos presidenciales (como Fabricio Alvarado), también tenemos contacto con el presidente de Honduras. Gente diferente, de distintos contextos, pero la razón que los une es hacer algo diferente a lo que sucedió en los años 90. En esa década hubo una eclosión de varios líderes políticos evangélicos, pero ahora queremos hacerlo con otra visión, con otra responsabilidad, creando un movimiento, algo que tenga una cohesión interna, que ofrezca un mensaje coherente y consistente. Cada uno tiene su identidad política, pero compartimos una agenda, un meollo sólido. Para ello se ha constituido esta Fraternidad.

Así que la idea es conformar una fraternidad, un grupo de personas que se conoce y reconoce, que se da cuenta que no está sola y que hay personas como ellos que están en la política. Es importante, porque a veces el político evangélico se siente solo. 

La relación con la iglesia es otro de los objetivos. Esta relación hay que optimizarla, aunque esto ha mejorado mucho. Las iglesias se dan cuenta que es importante tener miembros participando en la política. Pero uno de los objetivos es mejorar ese apoyo mutuo por parte de las iglesias y los políticos evangélicos.

Queremos que haya una mayor sensibilidad a esa responsabilidad política. Algo que preocupa es la próxima generación de políticos evangélicos. Por eso, se va a trabajar en la formación política en proyectos que se van a desarrollar. La formación política es uno de los vínculos con el Centro de Estudios.

Otro tema relevante es el de señalar una lista de objetivos compartidos por todos. Como evangélicos, es importante que ofrezcamos una visión de Latinoamérica propia y específica. Queremos empezar a diseñar esa visión, construir ese modelo de sociedad que queremos. Con esta base podremos construir una agenda política breve, sencilla, que pueda ser compartida. Esto dará consistencia y evitará el riesgo de desintegración que se tuvo en los años 90. Esto es algo de largo plazo y con coherencia. 

También se quieren compartir iniciativas legislativas que se lanzan en algún país y puedan ser compatibles con otros. Se va a conformar un programa de actuación muy interesante que va a llevar lejos a la comunidad evangélica latinoamericana.

 

P. ¿Cómo se plantea el Centro de Estudios?

R. Esto surgió como una necesidad del propio movimiento del Congreso. Hay que dotarse de una herramienta que nos sirva de apoyo cada vez que se quiera tomar alguna iniciativa, o participar en algún debate público, o responder a algún reto, o hacer alguna manifestación pública. Se basa en la necesidad de poder participar con solidez, con consistencia. Una de las debilidades de lo que se ha llamado la “ideología de género” y su agenda política es que reniega de la ciencia, carece de apoyo científico, y en algunos casos contradicen la evidencia. Nosotros queremos hacer las cosas con rigor. Queremos recoger y desarrollar la evidencia científica.

Entonces pensamos en construir este Centro de Estudios. Nos dimos cuenta que no podemos hablar de aborto o matrimonio gay sin más, que es lo que se nos acusa, y a veces con razón, de que solo estamos diciendo “No” a estas dos cosas. Por ejemplo, en el caso del aborto no es suficiente decir no, sino que es un drama, y detrás del aborto hay situaciones culturales, económicas, familiares, sociológicas, que tenemos que abordar y dar respuesta. Tenemos que construir algo más consistente. Es un ejemplo.

Por eso nos dimos cuenta que la defensa de la vida y la familia implican muchas áreas. Entendimos que debe haber un área de estudio de economía, sociología y justicia social, que coordina un experto como Pablo Marzilli

Hay un área de política, derecho y organización de la justicia, la cual es coordinada por Gerardo Amarilla, hasta hace poco presidente del Parlamento de Uruguay.

Medicina, psicología y bioética, Jorge Patpatián.

La educación, es un instrumento básico. La batalla principal no está en la legislación, sino en la educación en valores, la educación en la familia, en la sociedad. Coordina Gilberto Rocha, con gran experiencia en este tema.

La reflexión teológica también es fundamental: qué creemos y cómo se aplica lo que creemos a la vida diaria. Este área la coordina José Hutter, el presidente de la Comisión de teología de la Alianza Evangélica Española. También colabora en este área Samuel Escobar.

Finalmente, hay que diseñar estrategias de actuación. En este sentido, tenemos una persona joven que ha mostrado capacidad en la plataforma “Con mis hijos no te metas”, que es Christian Rosas

El coordinador de todo soy yo. Mi único mérito es saber encontrar a las personas y plantearles un plan de trabajo. El ambiente es de excelencia y de una relación fraternal y de trabajo conjunto que va a ser muy interesante.

 

Aarón Lara, tomando la palabra durante el Congreso. / Fb Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia

P. En tu ponencia señalaste el problema de la corrupción, el cual afecta a muchos países y espacios.

R. La cuestión de la vida y la familia no se puede limitar al aborto y al matrimonio gay. Es una forma de entender la sociedad en la que nosotros defendemos un modelo. Algo que se comentó en el Congreso es que no estamos aquí para decir que no a todo. Queremos construir, y además estamos dispuestos a hacerlo con aquellos que en principio nos consideran sus adversarios. Yo creo que hay espacio y lugar para trabajar con todo tipo de colectivos. Quisiera primero cuestionar la definición de progresismo. ¿Quién lo define? ¿Por qué nos imponen una definición concreta? No querría que volviéramos al dogmatismo de la Iglesia Católica que imponía lo que era o no ortodoxo. No quiero que otro colectivo defina lo que es progresista o no, lo que se puede o no creer. Dicho esto, creo que hay espacios de colaboración con todo el mundo. Por ejemplo, con las feministas podemos colaborar en la defensa de los derechos de la mujer. Es decir, hay áreas donde podemos colaborar. Creo que nadie quiere promover el aborto, entiendo que todo el mundo considera que los embarazos no deseados deberían evitarse y que el aborto es un drama. En este mismo sentido, la corrupción es algo que nos preocupa a todos. Estamos dispuestos a colaborar e ir en contra de la corrupción con los de un signo y los del otro. Tenemos un lugar, el de aportar los valores que pueden combatir la corrupción.

Para luchar contra ella, se han llevado a cabo iniciativas de la ONU, la Unesco, el Banco Mundial… Pero ellos mismos reconocen que esa batalla está perdida mientras no se involucre la sociedad civil, y para hacerlo, hay que dotar a esta sociedad de valores. La actitud de la población no se corrige desde fuera, sino desde dentro, aportando valores concretos. La corrupción campa a sus anchas cuando hay poca cohesión social. Los evangélicos queremos ayudar a construir esta cohesión social, que se define como la confianza en las personas cercanas, la cual se construye en la familia. Así que es muy poco progresista querer destruir a la familia, porque así se deja a la sociedad inerme ante la corrupción.

Tenemos un campo de trabajo mucho más amplio que decir no al aborto o al matrimonio gay, y estamos dispuestos a decir sí a muchas cosas donde podamos coincidir con todo tipo de colectivos. No estamos para pelearnos con nadie, sino para colaborar. Pero cuando se nos quieran imponer ideologías dogmáticamente, vamos a protestar y vamos a reclamar la libertad de expresión, la libertad de conciencia, los valores que pertenecen a nuestro sistema democrático occidental, que hasta ahora es lo mejor que se ha inventado en cuanto a diseño político.

 

P. Algo más que quieras agregar...

R. Hay mucha gente, muchos hermanos mexicanos que han trabajado para este Congreso. Quería reconocer la labor de coordinación, ingente, humilde y con excelencia del presidente Aarón Lara. Su presencia nos garantiza que podamos llevar a cabo este proyecto con excelencia.

 

Las ponencias del 2º Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia se publicarán desde este 5 de marzo en el Facebook oficial del Congreso.

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