La ‘bancada evangélica’ y su influencia en la política brasileña

Los candidatos apoyados por megaiglesias tuvieron buenos resultados en las elecciones locales. Pero “muchos políticos evangélicos son más corruptos que la media”, explica el sociólogo Paul Freston en una entrevista.

Joel Forster

  · Traducido por Joana Morales

Evangelical Focus · SAO PAULO · 27 DE OCTUBRE DE 2016 · 10:37

Miembros de la bancada evangélica protestan ante la marcha del orgullo gay celebrada en Brasil en marzo.,
Miembros de la bancada evangélica protestan ante la marcha del orgullo gay celebrada en Brasil en marzo.

Varias agencias de comunicación internacionales han informado en los últimos meses de la creciente influencia de las llamadas “bancadas evangélicas”, formadas por políticos con altos cargos que han llegado al poder gracias a algunas de las denominaciones evangélicas más grandes de Brasil.

El obispo Marcelo Crivella, un conocido cantante que forma parte del grupo neo-pentecostal Igreja Universal Reino de Deus (la controvertida Iglesia Universal del Reino de Dios), fue uno de los ganadores de las últimas elecciones locales. Tendrá que someterse a la segunda vuelta para convertirse en alcalde de Río de Janeiro.

Pero, ¿votan todos los cristianos evangélicos en Brasil a los mismos candidatos políticos? ¿Los candidatos que tienen el respaldo de megaiglesias son siempre un ejemplo de honestidad y valores? ¿Qué podemos esperar de la relación entre algunas iglesias evangélicas y el poder?

“Muchos candidatos evangélicos son más corruptos que la media”, dice Paul Freston, un sociólogo británico que vive en Brasil desde hace más de tres décadas y que colabora regularmente con la revista evangélica brasileña Ultimato.

 

Paul Freston.

“Hace cuarenta años, era común escuchar a personas no evangélicas decir que los evangélicos no participaban en la política, que era una lástima, y que sería bueno que se implicaran más, ya que aportarían cosas buenas al mundo político. Pues bien, hoy ya no lo dice nadie”.

Freston da clases en otros países y ha escrito varios libros, entre ellos Religiao e Política, Sim. Igreja e Estado, nao (Religión y política, sí. Iglesia y estado, no).

Freston ha respondido a las preguntas de Evangelical Focus en la siguiente entrevista.

 

Pregunta. ¿Cuál es la presencia real de los cristianos evangélicos en Brasil? ¿Cuántas iglesias evangélicas se identificarían con la declaración de fe de la Alianza Evangélica y cuántos están más próximos al sectarismo? 

Respuesta. La primera pregunta es fácil y la segunda es muy dura. En el censo de 2010, los evangélicos en general sumaban un 22% de la población. Una encuesta del Pew Forum en América Latina en 2014 estimó que estaban en torno al 26%, y creo que es una estimación bastante razonable. Por lo tanto, ahora mismo aproximadamente uno de cada cuatro brasileños es evangélico.

De estos, probablemente dos tercios son pentecostales. Es muy difícil decir cuántos se identificarían con la línea de la Alianza Evangélica. El liberalismo protestante es un movimiento muy pequeño en Brasil, pero en el otro extremo del espectro hay un amplio número de personas que participan en una especie de Evangelio de la prosperidad, y es posible que no se identifiquen con la Alianza Evangélica por eso.

 

P. En Brasil ha habido un proceso de destitución contra la ex presidenta Dilma Rousseff. Muchos hablaron de la "presión evangélica"...

R. Bueno, es mucho más complicado que eso. Tienes que entender que ha habido una mayor implicación política de los evangélicos desde la década de los 80, desde el regreso de la democracia.

Este fenómeno fue impulsado mayoritariamente por las grandes denominaciones pentecostales. El sistema político brasileño es diferente de la mayoría de los demás países de América Latina. Aquí, es posible que estas iglesias elijan muchos de los representantes en el congreso, y que estos pertenezcan a las propias iglesias. Tienen que pertenecer a un partido, pero realmente no importa a cuál, ya que están comprometidos con la iglesia.

Esto ha producido lo que se conoce en Brasil como las bancadas evangélicas. Hoy en día suman alrededor de 70-80 miembros, sobre todo en la cámara baja del Congreso.

Eso no significa necesariamente que estos candidatos reflejen las opiniones políticas de los evangélicos en general, sino que reflejan la capacidad de estas grandes denominaciones de movilizar a sus miembros para que voten por un candidato en particular.

En realidad, no todas estas personas estaban en contra el gobierno de Dilma Rousseff o de su antecesor, Lula. Por ejemplo, la Iglesia Universal del Reino de Dios (que es un gran grupo neo-pentecostal), y un amplio sector de las Asambleas de Dios (que es la denominación más grande del país) fueron parte de la base de la coalición política que apoyó al Gobierno del PT, el partido de los trabajadores (Rousseff, Lula...). Otro gran sector de las Asambleas de Dios y la Iglesia Cuadrangular formaron parte de la oposición.

En todo el proceso de la acusación, el gobierno perdió el apoyo del Congreso y también perdió a la mayoría de los evangélicos en el Congreso. De hecho, el porcentaje de congresistas evangélicos que votaron por la destitución fue ligeramente superior que el porcentaje medio total, que ya fue alto.

También hay que tener en cuenta el papel que jugó Eduardo Cunha. Era presidente del Congreso en el momento en que comenzó el proceso de destitución. Se convirtió en el principal impulsor del proceso. Supongo que tenemos que llamarle "evangélico", es un fenómeno de este tipo de evangelicalismo político de los últimos 20-30 años. Realmente no es un evangélico activo, pero ha adquirido importancia política a través de algunos políticos evangélicos. Trabajó para una emisora de radio evangélica en Río de Janeiro y llegó a ser muy conocido, y acabó siendo elegido para el Congreso. Por lo tanto, no es un hombre con un fuerte trasfondo religioso, pero es "evangélico políticamente", ya que una gran parte de su base política es evangélica. Pero al mismo tiempo tiene reputación de ser extremadamente corrupto y peligroso. Se le retiró la presidencia del Congreso y ahora se le ha apartado también del Congreso en sí, así que es muy probable que tenga que enfrentarse a procesos judiciales.

La actuación de Cunha es precisamente la razón por la que ha habido tal énfasis en el papel de los evangélicos en este ámbito, pero la destitución de Rousseff no ha sido un proceso específicamente evangélico. Se habría llevado a cabo igual sin los evangélicos.

 

Eduardo Cunha impulsó la acusación contra Dilma Rousseff. / La Nación

P. En Brasil, ¿la mayoría de los cristianos evangélicos votan a un candidato por su fe, o votarían a un candidato según su estilo de vida, su falta de corrupción, etc…?

R. Por su falta de corrupción no, porque muchos políticos evangélicos han sido más corrupto que la media.

En el caso de los pentecostales, la mayoría de los líderes de la iglesia intentan movilizar el voto de sus miembros. Les dicen desde el púlpito: "tenéis que votar por este, que es nuestro candidato".

Por supuesto, eso nunca funciona al 100%. Puede que más o menos la mitad de la gente lo haga, porque muchas personas no obedecen al pastor. Dicen: "obedezco al pastor en temas religiosos, pero no tengo que obedecer al pastor en temas políticos". Otros creyentes dirían: "siempre he votado por este candidato que no es evangélico, alguien que conozco, alguien que es de mi barrio", por lo que nunca funciona al 100%. Pero ellos [los líderes de la iglesia] aún consiguen elegir a muchos de sus candidatos.

Los no-pentecostales, como los bautistas, los presbiterianos, los metodistas, los luteranos y sucesivamente, funcionan de forma totalmente diferente. En esas iglesias, incluso aunque alguno de sus miembros sea candidato (o candidata) electoral, no se le presentará como el "candidato oficial" de la iglesia. ¿Por qué? Porque estas iglesias tienen más gente de clase media, y a la clase media no le gusta que les digan cómo votar. Siguen la idea tradicional de que el voto es secreto, es una decisión personal, y que nadie debe decirle a alguien cómo votar.

Hay algunos congresistas que provienen de estas iglesias, pero su base electoral puede no ser sólo de las iglesias, sino que suelen tener también alguna otra base no religiosa. Hay cristianos evangélicos en casi todos los partidos en Brasil: partidos de izquierda, de centro-izquierda, de centro, de centro-derecha y de derecha... Excepto tal vez en algunos de los pequeños partidos de izquierda.

Hay candidatos evangélicos en las elecciones federales, estatales y municipales. El sistema político brasileño lo fomenta. Los partidos quieren maximizar el número total de votos que van a obtener, por lo que generalmente buscan tener también algunos candidatos evangélicos.

 

P. ¿Cómo ven los no cristianos a los políticos evangélicos en Brasil?

R. No muy bien. La imagen es muy mala. Hace cuarenta años, era común escuchar a personas no evangélicas decir que los evangélicos no participaban en la política, que era una lástima, y que sería bueno que se implicaran más, ya que aportarían cosas buenas al mundo político. Pues bien, hoy ya no lo dice nadie. La imagen es muy mala.

Siempre hay algunos congresistas evangélicos que tienen buena imagen, pero la media es muy mala. Generalmente, cuando la gente piensa en la "bancada evangélica" piensan en corrupción, en falta de preparación, en gente diciendo tonterías o haciendo propuestas que sólo les beneficiarían a ellos mismos o a la comunidad evangélica. Ahora mismo tienen muy mala fama.

 

El obispo Crivella tiene el respaldo del grupo de la Iglesia Universal Reino de Dios. / UOL

P. ¿Además de la política y la búsqueda del poder, creen los cristianos evangélicos de Brasil que hay otras formas de influir para bien en la sociedad?

R. En primer lugar, hay evangélicos que creen que es importante participar en la política formal, pero que se debería hacer de una manera diferente a como se ha hecho hasta ahora.

También hay personas que piensan que quizá es más importante actuar a nivel de la sociedad civil. Participar no tanto en elecciones y parlamentos, sino en organizaciones de la sociedad civil, y cambiar la cultura política a un nivel más básico. Sí, existen muchos evangélicos que piensan así.

 

P. ¿Qué temas son más importantes para los cristianos a la hora de votar? Además de los habituales temas polémicos como las uniones homosexuales o el aborto, ¿tienen en cuenta los creyentes otros temas como la lucha contra la corrupción, la pobreza, la educación o el cuidado de la creación?

R. La realidad es que los políticos evangélicos son tan corruptos o más que la media. Pero todavía hay un discurso evangélico muy fuerte contra la corrupción. Por supuesto que nadie defiende la corrupción. Muchos evangélicos participan en los movimientos de la sociedad civil contra la corrupción, y de manera muy sincera.

Si estás intentando movilizar a una comunidad muy apolítica, como es el caso de la mayoría de los evangélicos, la corrupción es una manera fácil de hacerlo. Todo el mundo entiende que la corrupción es mala y se puede condenar moralmente. Por lo tanto, puedes introducir una especie de discurso moral religioso tradicional en la esfera política. Eso no significa necesariamente que vayas a lograr mucho, porque las razones por las que hay corrupción en política son muy complejas.

Por supuesto, también están los temas del aborto y los movimientos LGBT. Pero creo que la situación no es como la de Estados Unidos. En Estados Unidos hay un movimiento relacionado con estos temas que tiene una base popular genuina. Es cierto que hay manipulación política con este tema, pero en Estados Unidos hay una participación de base genuina por parte de los evangélicos. En Brasil, no tanto. Hay algunos tele-evangelistas que se hacen un nombre a base de criticar contundentemente la homosexualidad. Para ellos es un gancho comercial, una manera de hacer marketing.

Pero no está claro hasta qué punto esto moviliza personas y decide su voto. Ahora mismo, en Brasil el matrimonio gay es legal.

La ley del aborto es muy restrictiva; sólo se puede abortar cuando la vida de la madre está en riesgo, en caso de violación o cuando el feto tenga anencefalia. En Brasil no hay una ley de aborto liberal contra la que se pueda luchar, por lo que esto no moviliza a la gente en la misma medida que en Estados Unidos.

Y sí, hay un sector evangélico que tiene en consideración política temas relacionados con la justicia, especialmente en un país extremadamente desigual como Brasil, pero suponen una minoría dentro del mundo evangélico.

 

Más de 350.000 personas participaron en la Marcha para Jesús 2016 en Sao Paulo. / The guardian

P. Entonces, ¿qué crees que debería cambiar para que en el futuro haya mejores representantes políticos evangélicos en Brasil?

R. Lo principal que tendría que cambiar es el sistema electoral y de partidos. Pero no tengo mucha esperanza de que esto vaya a ocurrir a corto plazo.

 

P. ¿No podría pasar nada dentro de las iglesias? ¿Una visión más amplia de la sociedad, una predicación con más centralidad bíblica que cambie los puntos de vista...?

R. Sí, pero eso aún tardará décadas en llegar. Las tentaciones son muy fuertes. La realidad es que estamos hablando de una comunidad evangélica que ha crecido muchísimo. Es la más grande del mundo después de Estados Unidos. Y ha crecido mucho y muy rápido. Hay presión de mercado para llenar las iglesias, y no vas a llenar una iglesia enseñando cosas difíciles sobre política y ética. La realidad es que esto es algo que no va a cambiar a corto plazo.

Hay dos cosas que traerán un cambio en algún momento del futuro, pero ninguna de ellas será fruto del trabajo de los evangélicos. Una sería la reforma del sistema político: los cambios en el sistema electoral y en el sistema de partidos podrían conllevar cambios en el mundo evangélico. La otra sería que, en algún momento dentro de 20 o 30 años, las iglesias dejen de crecer. Hay muchas razones por las que no puedes seguir creciendo eternamente. Cuando el crecimiento se detiene, entonces puedes empezar a cambiar. Así tendrás una comunidad más estable, con más personas que nacen en la fe. En el futuro, la gente querrá distintos tipos de liderazgo: personas que puedan enseñar la Biblia con más profundidad, que puedan enseñar acerca de las dimensiones del discipulado, que puedan enseñar acerca de las cuestiones éticas con seriedad... Entonces las cosas comenzarán a cambiar. Pero eso no va a suceder mañana.

El problema es que la imagen de los políticos evangélicos será tan mala que tendrá un efecto muy negativo en las iglesias en su conjunto. Siento ser un poco pesimista. Creo que se pueden (y se deben) hacer muchas cosas, pero probablemente tendrán un efecto muy pequeño en la situación general actual.

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