China, del Libro Rojo a mayor productora mundial de Biblias

La China comunista y oficialmente atea es el país que más biblias imprime de todo el orbe. Este año llega llegarán a 150 millones de Biblias 'made in China'.

El Mundo · PEKÍN · 17 DE JULIO DE 2016 · 21:00

La imprenta de biblias, en la ciudad de Nanjing / Javier Espinosa, El Mundo,biblias chinas, Nanjing
La imprenta de biblias, en la ciudad de Nanjing / Javier Espinosa, El Mundo

Entramos en la mayor fábrica del mundo del libro de los libros. Ocupa como 8 campos de fútbol. Está en China a cargo de una ONG cristiana, sus 600 empleados hacen 70 biblias por minuto.

Como recuerda la señora Ma, la iglesia de Monchou Road de Nanjing fue confiscada como otras muchas en 1967, al inicio de la Revolución Cultural, y no volvió a ejercer como templo cristiano hasta 1980.

"La convirtieron en una imprenta del Libro Rojo de Mao (Zedong)", explica sentada en una de las dependencias del edificio. Fue un gesto cargado de simbolismo. Durante aquellos turbulentos años (1967-77), los Guardias Rojos se dedicaban a confiscar y quemar las biblias.

El Libro Rojo debía ser el único referente ideológico. Para familias como la de Ma, la simple lectura del texto sagrado de los cristianos pasó a ser una actividad casi subversiva. "Mi familia tenía una Biblia que manteníamos escondida. Nos reuníamos en casa y otros cristianos copiaban pasajes para leerlos más tarde. Lo normal es que la gente guardara capítulos de la Biblia escritos a mano y se congregaran para juntarlos y poder leer todo el libro", recuerda la mujer, de 69 años.

La imprenta Amity está a pocos kilómetros del templo evangélico que frecuenta Ma, en la misma ciudad de Najing (sur de China), pero el contraste entre la memoria de la señora y la actividad incesante a la que se asiste en esta factoría resume el inmenso giro que ha registrado la nación asiática en estas últimas décadas.

 

LA CLANDESTINA “BIBLIA DE BAMBÚ”

Un cambio tan alegórico como comparar las pocas decenas de biblias que se fabricaron de forma clandestina durante la Revolución Cultural (escritas a mano por grupos de creyentes que memorizaban los capítulos, los reproducían por partes y en lugares diversos para minimizar el peligro, y más tarde los juntaban hasta conformar el texto completo) con la copia cubierta del más exquisito bambú que produjo Amity en 2012 para conmemorar la impresión de los 100 millones de esta narración religiosa.

"Sólo hay mil copias de esta edición. El bambú requiere mucha agua y para nosotros la Biblia es agua viva. Además, en China el bambú se asocia con la integridad", explica John Zhang, portavoz de la empresa, mientras muestra sus instalaciones.

El documento bíblico encuadernado con bambú ocupa una de las muchas urnas de cristal dedicadas a reflejar la historia de esta compañía que ha generado otra de las muchas contradicciones de la China comunista: que siendo un país oficialmente ateo es al mismo tiempo el que más biblias imprime de todo el mundo. Amity tiene previsto alcanzar 150 millones este verano, según su presidente, Qiu Zhonghui.

 

18 MILLONES DE BIBLIAS AL AÑO

La enorme factoría de Amity Printing, capaz de facturar hasta 18 millones de biblias al año, es un proyecto conjunto de la Fundación Amity, una ONG cristiana local, y Sociedades Bíblicas Unidas, un grupo protestante británico que difunde la doctrina cristiana.

Sus talleres son una sucesión interminable de maquinaria, toneladas de papel (consumen 100.000 al año) y 600 empleados capaces de imprimir entre 60 y 70 copias del texto cristiano por minuto.

"La mitad de nuestra producción está dirigida a los cristianos chinos y la otra mitad al exterior. Publicamos biblias en cerca de 90 idiomas y las enviamos a 70 países, España y América Latina incluidas. No son sólo biblias protestantes sino también católicas", le secunda Vivian Wei Zheng, una de las directivas de la Fundación Amity.

Los ejemplares de la compañía se comercializan en China a 32 yuanes (poco más de 4 euros), un precio muy por debajo de su coste de producción y que sólo se explica gracias a las subvenciones que recibe la distribución del libro cristiano por asociaciones de la misma creencia.

Ma lleva 20 años en Amity, en el departamento de biblias en braille. Fue aquí, en el 2003, donde se convirtió a esta fe. "Para mí éste es un trabajo sagrado. Jesús me concedió la suerte de poder producir biblias", afirma el empleado.

 

TRABAJO Y FE ACTIVOS

Además de cursos de capacitación técnica, Amity también intenta promover el aprendizaje espiritual de trabajadores como Ma Wei.Personal cristiano y del PCC "No somos una iglesia. No hacemos proselitismo, pero es cierto que tenemos un número significativo de empleados cristianos. Pero también miembros del Partido Comunista Chino" (PCC), se apresura a matizar Vivian.

"Solemos organizar charlas para los trabajadores con pastores y líderes cristianos. Intentamos concienciarles sobre el carácter especial de esta empresa. No producimos cualquier cosa, sino biblias, un libro que puede cambiar el mundo. Queremos que entiendan que su desempeño tiene una enorme significación", añade la directiva, ella misma cristiana.

 

LA PUERTA QUE ABRIÓ JIMMY CARTER

 

Un culto evangélico en China

El origen de Amity Printing Company está íntimamente relacionado con el encuentro que mantuvieron Deng Xiaoping y el entonces presidente de EEUU, Jimmy Carter, en 1979 y que marcó el final del ostracismo internacional que había generado la política maoísta.

Carter, un devoto cristiano evangélico, le pidió al líder chino que reabriera las iglesias clausuradas por la Revolución Cultural, volviera a permitir la impresión de biblias y el regreso de los miles de misioneros que habían sido expulsados de ese territorio en 1950.

Deng accedió a las dos primeras demandas y rechazó la última.

La decisión de Deng Xiaoping marcó el resurgir de una religión que durante casi una década había pasado a la clandestinidad y que ahora supera los 60 millones de fieles, compitiendo junto con el budismo y el propio PCC por captar las adhesiones de la población local.

Hay actualmente un recelo sobre la Biblia como extensión de las renovadas suspicacias que genera el cristianismo en la cúpula del PCC desde que Xi Jinping accedió al poder.

Él mismo alertó recientemente sobre la supuesta "infiltración foránea a través de la religión" y conminó a los miembros de la formación comunista a permanecer como "incondicionalmente ateos".

La desconfianza oficial se fundamenta en la posible rivalidad que perciben en una religión a la que pertenecen muchos de los activistas y abogados locales más significados en la defensa de los derechos humanos.

Las suspicacias de Pekín se han traducido en una arremetida del poder contra la simbología cristiana en Zhejiang, donde cientos de iglesias han visto cómo les amputaban las cruces que coronaban sus edificaciones.

Este nuevo entorno político ha añadido un grado más de incertidumbre al trabajo de Amity Printing. La firma reconoce que se mantiene aferrada al principio de que todas las biblias destinadas al mercado interno se vendan a través de asociaciones como el Consejo Cristiano Chino, que agrupa a las iglesias protestantes controladas por Pekín, lo que les ha reportado las críticas de activistas como Bob Fu, de la ONG norteamericana Ayuda a China, que les recrimina proveer sólo a las cerca de 60.000 iglesias "oficiales" ignorando a la creciente cantidad de agrupaciones cristianas que optan por mantener su independencia respecto al PCC.

Para Vivian Wei Zheng, Amity es el resultado de la nueva realidad a la que asiste China, donde las brutales carencias de antaño han pasado a ser parte de la atribulada memoria de una gran parte de la población. La directiva cree que "cuando tienes satisfechas las necesidades materiales buscas algo más. Hay chinos que han decidido rezar al dinero, que sólo creen en el poder de la riqueza. Otros, como nosotros, persiguen algo más cercano, que les satisfaga sus necesidades espirituales". Para ella, la respuesta está en la Biblia.

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