Un año del califato del terror

Se cumple un año desde que Abu Bakr El Bagdadi proclamase el “Estado Islámico”. Su fuerza militar y mediática se demuestran en la persecución de las minorías y su radicalismo contagioso.

Redacción PD

Efe, Agencias · ESPAÑA · 29 DE JUNIO DE 2015 · 18:18

El Daesh, autoproclamado Estado Islámico.,
El Daesh, autoproclamado Estado Islámico.

El Daesh, autoproclamado “Estado Islámico” emergió en Siria e Irak aprovechándose de la inestabilidad y los conflictos en ambos países, donde los yihadistas aplican la ley del terror en el territorio que dominan.

También conocida como ISIS (Islamic State os Irak and Syria) la organización, de tendencia radical sunita, avanzó rápidamente por ambos Estados hasta conquistar áreas desde la provincia siria de Alepo hasta la iraquí de Diyala.

A pesar del acoso aéreo de la ofensiva lanzada por la alianza internacional encabezada por Washington, que apoya a las distintas fuerzas que lo combaten sobre el terreno, el Daesh se ha mantenido firme, y ha logrado su financiación gracias a la venta de petróleo, a los secuestros, la extorsión y al saqueo de antigüedades.

 

UN GRUPO QUE EMERGIÓ EN MEDIO DEL CAOS

Sus orígenes, vinculados a Al Qaeda, se remontan a la época de la ocupación estadounidense en Iraq (2003-2011), a partir de entonces dio el salto a Siria, donde adquirió poder al calor de la guerra, y se independizó de la organización dirigida por Ayman al Zawahiri.

Explica a EFE el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de Beirut Hilal Jashan que el grupo extremista “no emergió en mitad de la oscuridad sino a plena luz del día, a la vista de todos y con apoyos regionales”.

Un ejemplo de ello es que el Ejército iraquí apenas resistió cuando los radicales tomaron el año pasado Mosul, dijo el experto, que destacó que hay una lucha de poder entre Irán y Arabia Saudí, con sus respectivos aliados, en la zona.

El analista político iraquí Raad al Ramadán apoyó esta hipótesis, porque, en su opinión, el objetivo de la creación del califato es “dividir a los países árabes y generar violencia sectaria”.

 

El líder del Daesh, Abu Bakr El Bagdadi.

Pese a la vocación internacional del Estado Islámico, que ha perpetrado atentados en varios países y ha atraído a miles de combatientes de todo el mundo, su principal radio de acción sigue circunscrito en Iraq y Siria, donde tiene varios frentes abiertos.

En el suelo sirio, ha perdido terreno recientemente en el norte frente a las fuerzas kurdas, aunque conserva su capacidad de lanzar ataques como lo demuestran las ofensivas que ha efectuado en Kobane y Al Hasaka, y su avance frente al régimen por el centro del país.

Mientras, en Iraq, mantiene en jaque a las fuerzas iraquíes en la provincia occidental de Al Anbar, pese al gran golpe que le propinaron el pasado marzo al arrebatarle la ciudad de Tikrit, al norte de Bagdad.

 

PERSECUCIÓN DE MINORÍAS

Si algo ha caracterizado al ejército del Daesh en sus conquistas ha sido la violencia hacia aquellos que no aceptan el islam sunita como forma de fe y vida.

Pocas veces se han visto ejecuciones masivas como las perpetradas por el grupo a sus enemigos, así como una persecución directa a las minorías cristianas y yazidíes en la zona.

 

Las ejecuciones y su difusión en medios, una estrategia para captar adeptos.

Esto motivó que la comunidad internacional se movilizara, pidiendo una acción de protección de las minorías y enviando ayuda humanitaria para los miles de refugiados que huyen del terreno amenazado por el grupo.

 

UN ALICIENTE PARA LA YIHAD

Otra de las consecuencias, difíciles de medir, es la capacidad del Daesh de captar a personas de todo el mundo en su lucha. Cientos de personas han viajado a Siria e Irak para apoyar al grupo en su lucha armada procedentes desde Europa, África, Asia, América y aún Australia.

 

Mujeres y niños sufren bajo el Estado Islámico.

Otros, motivados por el éxito del Daesh, han decidido llevar la “yihad” a los países en los que se encuentran. En este sentido, se ha caracterizado, como hasta ahora ningún otro grupo, por utilizar las redes sociales, la web y las comunicaciones por móvil como métodos de captación de simpatizantes y adoctrinamiento de una forma muy efectiva.

Los ataques perpetrados en países como Francia, Dinamarca, Libia, Estados Unidos, Túnez o Egipto, y las detenciones de decenas de células en todo el mundo han demostrado que el peligro no sólo está en Oriente Medio, sino en cualquier lugar donde la influencia del yihadismo es capaz de hacerse efectiva.

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