La bala que marcó su rostro lo condujo a Jesús

A los trece años viajó de Puerto Rico a Estados Unidos para dedicarse al narcotráfico. A los quince intentó asesinar a alguien y resultó gravemente herido. En el hospital entregó su vida a Cristo.

Verónica Rossato

PUERTO RICO · 14 DE DICIEMBRE DE 2014 · 20:11

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Denis Delgado.

 La asimetría de su rostro es testimonio de un hecho sobrenatural que desvió el proyectil que iba directo a su corazón. Denis Delgado, subdirector del Hogar Amparo para personas en situación de calle, ubicado en Bayamón, Puerto Rico, recibió a Protestante Digital y compartió su historia.

“¿Quién iba a sospechar de un niño de siete años? Me utilizaban para ´hacer mandados´: yo buscaba la droga en el ´punto´ y ellos me daban golosinas”, relata hoy, a los 47 años, recordando una niñez en la que pasaba más tiempo en calle que en casa, huyendo de la violencia de su padre que era alcohólico. “Le pegaba a mi madre y también a nosotros”, dice, incluyendo a sus dos hermanas.

A los ocho años comenzó a fumar marihuana con su amiguito Javi, de cuyo hermano mayor ´tomaron prestado´ los elementos la primera vez. “Veíamos cómo se ponía esa gente y quisimos experimentar”, explica. Esa fue la puerta a nuevas experiencias.

Tenía 12 años cuando su padre le entregó las llaves de un coche Malibu Super Sporting y le dijo: “Es tuyo”. Es fácil imaginar lo que sucedió después. “Salía con amigos, íbamos a la playa con las muchachas, nos drogábamos... “. Llegó a tener 143 ausencias en la escuela y decidió abandonar.

“Me vinculé con gente que me utilizaba como ´mula´. Yo llevaba drogas de un lado a otro dentro del área metropolitana, hasta que conocí a una persona que me propuso ir a New York para hacer lo mismo, pero con buena paga. Acepté sin dudar”.

 

NARCO EN NY

Con sólo 13 años, Denis aterrizó en New York en pleno invierno. “Estaba nevando y al bajar del avión quedé congelado con mi polo de manga corta”, recuerda. Los narcos lo instalaron en un departamento en Brooklyn y le dieron las indicaciones para “entregar un bulto y recoger otro” en distintas partes de la ciudad. “Por cada transacción me daban 500 pesos (dólares) en efectivo”.

Transcurrido un año, la policía cogió a parte de la organización y la misma persona que lo había llevado le entregó un pasaje de regreso a Puerto Rico. Fue a la casa de sus padres, pero no retornó a la escuela. “Ya tenía otra mentalidad; sólo quería dinero fácil”, reconoce.

Para conseguir su objetivo, se asoció con un joven mayor que él y comenzaron a asaltar locales comerciales, casas particulares, puestos de gasolina. “Mi compañero olía mucho ´perico´ pero yo sólo consumía marihuana”, afirma.

En un episodio de guerra entre ´gangas´ (bandas juveniles), Denis fue en busca de un asesino a sueldo al que había decidió matar. “Iba con una 9 mm en la mano e hice unos disparos al aire al pasar frente a una iglesia evangélica. El pastor salió y me regañó”. Entró al complejo de viviendas públicas y subió al apartamento. “Hice una detonación al entrar y enseguida otra que le dio a uno en una pierna. Salí al pasillo y cerraron la puerta. Una muchacha que me vio desde la escalera les hizo señas, avisándoles que yo estaba en el balcón y dispararon a mansalva. Una escara de bala le dio a ella en la columna y quedó parapléjica”, relata.

 

SALVADO POR MILAGRO

Los disparos continuaros y en un momento dado Denis sintió que alguien cogió su brazo y lo levantó, protegiéndole de esa manera el corazón, que iba a ser alcanzado por una bala. “El proyectil atravesó el brazo, entró en el pómulo derecho y quedó alojado en el cerebro. Comencé a desangrarme”, dice.

Salió a la calle y caminó unos pasos por la acera hasta caer desvanecido. Despertó en un hospital. Pero antes de eso, se encontró en un lugar muy oscuro donde, sin embargo, podía ver. Caminaba sin cansarse. Muy a la distancia divisó un destello de luz y pensó ir hacia allí. “Si sigo caminando aquí, no voy a encontrar nada”, se dijo a sí mismo. Al avanzar, la luz le molestaba a los ojos y no podía ver. De repente encontró una silla tallada muy bella y se sentó; en ese momento comenzó a escuchar un ruido que no pudo identificar (“Ahora sé que era ruido de cadenas”), y una voz que salía de la oscuridad dijo: “Dámelo porque me pertenece, es mío”. De la luz salió otra voz que respondió: “Ese tiempo que tú trazaste para mi siervo no es mi tiempo”. “Inmediatamente volví a mi cuerpo. Al abrir los ojos vi a un hombre que estaba orando por mí. Era Pedro Félix Díaz, pastor de la iglesia Mar de Galilea, frente a la cual yo había hecho un disparo al aire. Esa iglesia había clamado a Dios por mí cuando me vieron pasar tan loco. Postrado en la cama del hospital acepté al Señor”.  No había cumplido quince anos todavía.

 

EL AMOR DE DIOS

Durante los tres meses que estuvo ingresado, luego de la cirugía para extraer el proyectil, el pastor fue a visitarlo. “Me invitó a ir a la iglesia cuando me dieran el alta, pero antes de eso yo quería matar al otro muchacho. Finalmente él murió en esta guerra de bandas”, dice.

Un domingo a la madrugada, Denis tuvo una nueva experiencia sobrenatural. “El Espíritu Santo me habló: ´Denis, hoy te vas a levantar y te vas a vestir porque vas para mi casa´. Planché la ropa, me vestí y fui a la iglesia. Cogí la escuela bíblica y fui al culto de la noche. Cuando el pastor terminó de predicar e hizo un llamado al arrepentimiento, yo salí caminando por encima de los bancos, era algo que no podía resistir! En el altar comencé a llorar y llorar. El amor de Dios me invadía. La figura paterna que hacía falta en mi vida fue suplida por Dios Padre”.

A partir de ese día, Denis acompañó al pastor Pedro a visitar enfermos y en otras actividades. “Pero yo seguía consumiendo drogas. Él lo sabía y nunca me rechazó”, dice con agradecimiento.

Una nueva experiencia espiritual lo impactó fuertemente. “Un día fuimos a visitar a un muchacho que estaba muy enfermo. El pastor Pedro se puso a orar y un humo espeso cubrió el lugar; no lo resistí y comencé a vomitar. Pude ver cómo la hinchazón del hígado del muchacho iba desapareciendo. Los otros no lo vieron ni experimentaron el humo. Aquello cambió mi vida”, afirma.

 

TEEN CHALLENGE

En un momento dado, Pedro Díaz le anunció que debía dejar la iglesia para asumir como director de Teen Challenge (programa cristiano de rehabilitación de adictos), en reemplazo de un pastor que se trasladaba a Orlando. “Quiso llevarme con él pero no acepté. Pasaron seis o siete años, yo seguía en la iglesia, reuniéndome con los jóvenes, participando en retiros, todo bien. Pero tuve una recaída y entonces sí llegué a Teen Challenge”, sintetiza Denis.

Cumplida la programación de 18 meses, se graduó en 1996 y permaneció al lado de su pastor, ahora director, siete meses como voluntario, luego como staf y después como empleado. En total fueron 14 años en esa organización.

Se casó en 1998. “Tuvimos gemelas y mi esposa tenía dos hijos pequeños (un varón y una niña) de su anterior matrimonio. Yo no ganaba mucho, pero todos los meses aparecían el dinero para pagar el alquiler. Como lo hacía el Señor, no sé. Pero lo hacía”. Una Navidad, una persona de la familia y le dio un sobre y en su interior encontró $ 18.000, con lo cual pudieron hacer la entrega para la compra de una casa.

 

Denis vio la obra de Dios en su vida.

Cuando dejó de trabajar en Teen Challenge continuó yendo a predicar cada semana. “En una de esas ocasiones, el Señor me dio una palabra por medio de otro hermano, anunciando una nueva oportunidad laboral. Ese es el trabajo que tengo hoy en el Proyecto Hogar Amparo. Entré hace cinco años en el turno de la noche, luego pasé a la tarde y actualmente soy sub director”, comenta con satisfacción.

Sus hijos mayores son profesionales y las gemelas (17 años) están terminando el colegio. Su esposa hizo la carrera de Trabajo Social y tiene un buen empleo. “Solo puedo decir: Dios es fiel!”, concluye Denis, el ex niño traficante.

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