IS hace esclavas sexuales a las cristianas

Miles de mujeres cautivas (cristianas y yazidies), entre ellas niñas y viudas tras ser ejecutados sus maridos, están en burdeles forzadas como esclavas sexuales por yihadistas.

Entrecristianos · NUEVA YORK · 14 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 22:00

Mujeres prisioneras de yihadistas del Estado Islámico,esclavas IS
Mujeres prisioneras de yihadistas del Estado Islámico

El Estado Islámico ha sido proclamado por la secta musulmana de los muyahidines que son los fieles más devotos y radicales del Islam y que hacen la Yihad.  Combaten para la expansión de sus creencias con violencia y su objetivo fundamental es que el mundo entero siga a Alá y a Muhammad.

 

Actualmente en el Estado Islámico los muyahidines están sacrificando las vidas de los cristianos, yahizidies, y musulmanes de otras sectas a Alá. Creen que si mueren en combate serán recibidos por 72 vírgenes en el Paraíso. Pero mientras en la tierra en sus horas de asueto quieren un pequeño anticipo.

 

Dado que la mayoría de ellos no tienen en el campo de combate a sus mujeres, han encontrado una solución; el matrimonio temporal y las relaciones sexuales con las esclavas, que pueden ser intercambiadas, pasadas de muyahidín a otro muyahidín.

 

Los yihadistas han creado una brigada femenina de más de 60 mujeres británicas y otras tantas francesas yihadistas, la brigada al-Janssaa. Estas jóvenes islamistas británicas y francesas controlan los burdeles en los que son forzadas las cristianas y yazidies.

 

Miles de mujeres cristianas, yazidies cautivas, muchas de ellas niñas, otras viudas recientes al haber sido ejecutados sus maridos por no ser musulmanes, han sido recluidas en burdeles y están siendo forzadas como esclavas sexuales para los guerreros yihadistas.

 

Las “madams” musulmanas británicas y francesas de al-Janssaa también tienen encomendada la función de castigar a las mujeres iraquíes musulmanas en caso de desviarse de la Shari´a, de la ley islámica.

 

APOYÁNDOSE EN EL CORÁN

Todo ello legitimado por el Corán:

Corán 4:3: Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces, casaos con las mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no obrar con justicia, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así, evitaréis mejor el obrar mal.

Corán 4:23-24: En adelante, os están prohibidas vuestras madres, vuestras hijas, vuestras hermanas, …  Y las mujeres casadas, a menos que sean esclavas vuestras. ¡Mandato de Alá!

Corán 23:1-6: ¡Bienaventurados los creyentes, … que se abstienen de comercio carnal, salvo con sus esposas o con sus esclavas en cuyo caso no incurren en reproche.

Corán 33: 52: En adelante, no te será lícito tomar otras mujeres, ni cambiar de esposas, aunque te guste su belleza, a excepción de tus esclavas. Alá todo lo observa.

Corán 70:28-31: nadie debe sentirse seguro contra el castigo de su Señor, que se abstiene de comercio carnal, salvo con sus esposas o con sus esclavas -en cuyo caso no incurre en reproche, mientras que quien desea a otras mujeres, ése viola la ley -,

 

HISTORIAS TERRIBLES DE LA VIDA REAL

La semana pasada, el diario «The Washington Post» publicó el testimonio de una muchacha de 14 años, identificada bajo el seudónimo de Narin, que logró escapar de manos de los yihadistas en el norte de Irak. Cuando ella y su familia oyó que los militantes del Estado Islámico se aproximaban a la aldea, trataron de huir al monte Sinyar, como hicieron decenas de miles de yasidíes, pero fueron interceptados en el camino cuando descansaban junto a un oasis.

 

«Los militantes nos dividieron por género y edad: uno para los hombres jóvenes, otro para las chicas y mujeres jóvenes, y un tercero para los mayores. Los yihadistas les robaron el dinero y las joyas a estos últimos, y los abandonaron en el oasis», relata Narin. «Pusieron a las chicas y mujeres en camiones. Mientras se nos llevaban, oímos disparos. Después supimos que estaban matando a los hombres jóvenes, incluyendo a mi hermano de 19 años, que se había casado hacía solo seis meses», cuenta.

 

El grupo de Narin fue llevado a Mosul, donde las encerraron con otras mujeres, cuyos familiares varones también habían sido asesinados. «A mi amiga de infancia Shayma y a mí nos dieron como regalo a dos miembros del Estado Islámico que venían del sur, de cerca de Bagdad. Querían que fuésemos sus esposas o concubinas. Shayma fue dada a Abu Hussein, que era un clérigo. A mí me dieron a un hombre gordo y barbudo de unos 50 años, que parecía tener un alto rango, apodado Abu Ahmed», explica la muchacha. Ambas chicas fueron trasladadas a Faluya.

 

«Abu Ahmed me decía que me convirtiese al islam, lo que ignoré. Intentó violarme varias veces, pero no le dejé que me tocase de forma sexual. En lugar de eso, me maldecía y me pegaba todos los días, dándome puñetazos y patadas. Solo me daba una comida al día», prosigue el relato de la joven, que cuenta cómo un día en el que los hombres habían ido a la mezquita, las dos muchachas pudieron romper una puerta, se vistieron como mujeres locales y llamaron a un amigo suní del primo de Shayma, que las recogió en un coche y las llevó a un lugar seguro. Al día siguiente, un taxista de confianza las llevó a Bagdad, de donde pudieron volar a Erbil y reunirse con sus familias.

 

Aún más estremecedor es lo que cuenta otra muchacha bajo el nombre falso de Mayat en el diario italiano «La Repubblica», que pudo entrevistarla por teléfono, y que aún continúa en manos de sus secuestradores. «Os suplico que no publiquéis mi nombre porque estoy muy avergonzada de lo que me están haciendo. Hay una parte de mí que solo quiere morirse. Pero hay otra parte que todavía espera ser salvada, y poder abrazar a mis padres una vez más», dice al periódico,

 

«Nuestros torturadores ni siquiera perdonan a las mujeres que tienen niños pequeños con ellas, ni a las niñas: algunas de nuestro grupo ni siquiera llegan a los 13 años de edad. Algunas han perdido el habla», añade posteriormente. Según «La Repubblica», ella y las demás mujeres son violadas hasta tres veces al día por diferentes hombres. Los abusos tienen lugar en el mismo edificio en el que las retienen, en varias habitaciones del piso superior.

 

LA LLAMADA MÁS CRUEL

Los testimonios de ambas chicas coinciden en un detalle escalofriante: a ambas, los yihadistas les dieron teléfonos móviles y les obligaron a llamar a sus familias. «Para hacernos aún más daño, nos hicieron describir en detalle a nuestros padres lo que nos están haciendo», explica Mayat. El propósito, indica Narin, es presionar a sus parientes para que vayan a Mosul y se conviertan al islam.

 

Los miembros del Estado Islámico, además, alardean de esta práctica en las redes sociales, tratando de atraer a nuevos militantes. Los yihadistas la justifican como legítima, como el derecho de los musulmanes a tener esclavos de otras religiones. «Les hemos pedido a nuestros carceleros que nos disparen, que nos maten, pero somos demasiado valiosas para ellos. Nos dicen una y otra vez que somos infieles porque no somos musulmanes, y que somos su propiedad, como botín de guerra. Dicen que somos como cabras compradas en el mercado», dice Mayat.

 

«Se ríen de nosotros porque creen que son invencibles. Se consideran superhombres. Pero son gente sin corazón», afirma esta joven. «Mi única esperanza es que los peshmerga vengan y nos rescaten. Sé que los americanos están bombardeando», comenta la joven, que añade: «Quiero que se den prisa y los echen de aquí, porque no sé cuánto tiempo puedo resistir esto».

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